lunes, 29 de octubre de 2012

Los hombres ausentes.

Este tema vuelve a mi cabeza después de ver el documental "El horno". En el mini-debate posterior a su realizador, se observó que quienes llevan adelante el proyecto del merendero, quienes marchan para pedir planes sociales, quienes se movilizan para mejorar su situación y las de los muchos niños del asentamiento, son mujeres.

Es notable, porque en lo a que participación política partidaria respecta, la mayoría son hombres. No es raro, es notable, es visible.

Hace varios años atrás, en la clase de Información en las Organizaciones hablábamos de algún tema que no recuerdo pero que estaría relacionado con los valores o las reglas que se reconocen válidas, en distintos grupos y no en otros. Uno de los estudiantes dio un ejemplo (fuera de la empresa) dijo que, mientras en nuestra clase el prestigio reside por ejemplo en una natalidad responsable y acotada, en las villas hay otros valores y que el prestigio de los hombres, reside, entre otras cuestiones en la cantidad de hijos que tiene y con distintas mujeres. Es algo no dicho, pero el control de la natalidad atenta contra esa norma implícita del prestigio del macho fecundador, por lo que no puede ser fácilmente erradicada. El tono en que lo dijo fue de total imparcialidad como quien habla de una cuestión cultural cualquiera.

En los asentamientos la estructura social es muy distinta a lo que es fuera de ellos. Yo no sé si lo que dijo el estudiante es o era tan ajustado a la realidad pero sí me quedó grabado porque jamás antes me había detenido a pensar que un grupo social tan distinto, con historia y perspectivas tan distintas a mi grupo social, seguramente tiene otras normas. No pudiendo depositar los símbolos de prestigio y autoridad en los mismos activos que en mi grupo, tal vez por no ser accesibles o no existir, se construyen los propios.

En el documental algunas mujeres eran solas pero no todas, otras tenían un marido o compañero. Una de ellas, en particular, prefería ir a las asambleas antes que quedarse con él. Su marido se oponía a su participación, a que faltara en la casa, aunque fuera un par de horas dos o tres veces por semana, incluyendo su participación en el merendero.

Tal es la importancia de la experiencia de la autogestión que la eleva en prestigio frente a sí misma, muniéndola de entidad y llenándola de significados novedosos y necesarios. Elegidos.

No hay hombres prestando su testimonio en el documental salvo dos, externos al asentamiento. Uno de ellos, un ex-estudiante de trabajo social, militante de la COBA y el otro un estudiante de trabajo social que analiza algunos de los fenómenos que se observan en este tipo de procesos.

Sólo se menciona la participación de un albañil en la reconstrucción del horno, luego de que fuera roto por exigencia de los funcionarios.

En el debate, el realizador del documental, indicó que en general en los asentamientos son las mujeres quienes llevan adelante este tipo de emprendimientos, protestas y reclamos. No recuerdo si alguien lo dijo o lo pensé yo, que podía tener que ver con esto del prestigio que mencionaba el estudiante de mi clase. Tal vez no pueden ponerse en situación de igualdad con sus mujeres y si son ellas quienes toman la iniciativa, ya no pueden incorporarse. Tal vez no pueden participar en asambleas en donde todas las opiniones tienen igual peso, a excepción de su significado o sus implicancias. Tal vez hay una creencia que el cuidado de los niños es una responsabilidad ajena a los hombres. Tal vez los hombres en un asentamiento han perdido su autoestima por no poder llevar adelante su hogar de otra forma y prefieren no enfrentarse con una situación en las que las mujeres son las que aportan las soluciones. O tal vez son las mismas mujeres quienes, muy sutilmente, encuentran medios de conservar ese espacio para ellas.

En el caso del asentamiento de la vía en San Miguel de Tucumán (en torno al cual se desarrolla el documental "El Horno"), el inicio de este cambio se produce a partir de la llegada de unos estudiantes a ofrecer apoyo escolar para los niños del asentamiento. Habiendo extendido la invitación a las madres, éstas aceptan y empiezan a estudiar. Varias de ellas hoy tienen secundaria completa, cuando al inicio tenían sólo primaria.

Hay cambios importantes en ellas: terminar la secundaria, empezar a tener voz, tener participación en las decisiones, establecer estrategias para la obtención de beneficios, la construcción y la puesta en marcha de un proyecto, la relativización de las observaciones del compañero. Cambios que las transforman en mujeres más valiosas ante ellas mismas.

El realizador mencionó que tanto los estudiantes como él habían notado celos por parte de los hombres. Llegaban hombres de afuera, que compiten con ellos en la atención de sus mujeres, que las estimulan a participar en actividades que les roban su tiempo. El resultado es que los hombres, no se acercaron a colaborar.

Sean cuales fueren los motivos, parece ser un hecho que los hombres (según comentaron varios) suelen estar bastante ausentes en gran parte de estos emprendimientos.

En el documental los hombres estaban ausentes. En los comentarios, parecía ser que no se trataba de una omisión a partir del enfoque.

Pero parece ser así nomás, recordemos los comedores, los famosos comedores de Mónica Carranza, Margarita Barrientos, entre los más conocidos. En general, los hombres son generalmente de "afuera", militantes, estudiantes.

¿No habrá que trabajar en la autoestima de esos hombres?

Buenos días.





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