viernes, 29 de octubre de 2010

El trabajo como valor III: recorriendo la historia del concepto

En la búsqueda de la objetividad, actitud que llega a su máxima expresión con el positivismo, el Hombre intenta tomar distancia de los hechos, hacerse ajeno a fin de desinvolucrarse y poder observar y seleccionar las variables, evaluar, sopesar, compararlos y sacar conclusiones con la menor injerencia posible de emociones.

Una ilusión de objetividad pero un muy buen intento.

Por eso no nos entendemos. No es que el mundo se divida en dos, en aquellos que sí pueden tomar distancia y en los que no. Sino que, según de qué se trate y cuánto podamos salir de escena, podremos analizar más fría o más emocionalmente. Y muchas veces pasa que nos encontramos con el que tomó una distancia distinta a la nuestra y ve más borroso por demasiado cerca o pierde los detalles por demasiado lejos.

Entre esta gente que mira de lejos (no sé si tan de lejos) están los economistas, los filósofos, los historiadores, los psicólogos, los sociólogos y todos aquellos que logran salir, en virtud de la ciencia o del arte, del caso particular a alguna clase de generalidad. Así es que me pareció una buena de indagar un poco sobre el trabajo y descubrir qué pienso, el recorrer los libros y la web en busca de las ideas de otros sobre el tema y tratar de dejar a un lado mi propia experiencia o la de mis allegados.

Ya en mis primeras búsquedas pude encontrar respuestas a mis inquietudes y confirmar que otros antes que yo se han sentido incomodados o perturbados por las creencias populares y políticas acerca del trabajo y se han sentido llamados a aclarar, explicar y profundizar.

Mi primera invitación es a leer los cinco artículos de

El primero de ellos, "El trabajo a través de la historia", escrito por Javier Alvarez Dorronsoro, en 1999, ordena algunas de las ideas que caóticamente surgieron en los distintos posts de este tema y en este blog.

Los invito especialmente a leer esta breve historia del trabajo, que no tiene desperdicio. Luego, podremos juntarnos a discutirlo. Sobre todo lo que respecta al cambio de mirada del TIEMPO y al valor económico del tiempo.

Lujurioso.



Buenos días.


Artículo del Nro. 9 de la revista "Cuaderno de Materiales"
Número: http://www.filosofia.net/materiales/num/numero9.htm
Revista: http://www.filosofia.net/materiales/index.html


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jueves, 28 de octubre de 2010

El trabajo como valor II: la cultura del trabajo

Yo también he repetido esta frase "la cultura del trabajo" como algo loable, como la causa del crecimiento, de las buenas costumbres, de una sociedad solidaria, justa, limpia de métodos e intenciones.

La solución a todos los problemas.

"La cultura del trabajo se perdió". "Con la industria del despido se perdió la cultura del trabajo". "Hoy en día tenemos chicos que nunca vieron trabajar a sus padres ni a sus abuelos". "Muchos jóvenes hoy en día no se cuestionan si deberían trabajar para solventarse, no lo ven como alternativa".

Y antes que éstas: "El trabajo dignifica". "Antes la gente pasaba toda la vida en el mismo empleo". "En los ferrocarriles los ingleses empleaban a la familia para que a la hora de la cena, hablaran del trabajo". "Un trabajo digno". "Hace tres meses (un año, dos años) que no consigo trabajo, no tengo fuerzas ni para levantarme".

Está el que se mata trabajando, que trabaja como un burro, ejemplo de esfuerzo y rectitud, que se enorgullece de su eficacia o eficiencia. 

Pero también he escuchado: "yo cambio mi tiempo por dinero", "somos mercenarios".

El trabajo se convirtió en varias cosas:
-una medida de valor social, estar incluido o no que no te valoren en lo que podés/sabés hacer
-la "elección" que diferencia a la gente honesta de los vagos
-algo que hacer durante el día, la semana, para darle sentido a la existencia
-un canje de tiempo por dinero, estable, sin riesgos

El trabajo en la moral cotidiana se opone al delito y a las avivadas. Vos trabajás para obtener. El ladrón  te asalta y te saca lo tuyo por la fuerza. El estafador te engaña y se apropia de lo tuyo mediante ardides y mentiras.

La Doctrina Social de la Iglesia a través de distintas encíclicas papales, principalmente, va normando las condiciones de un trabajo digno y señala que es digno en tanto es ejecutado por hombres. Su dignidad proviene de ella.

Hasta ahora ninguna visión de ningún economista. La voz de la calle. Esto irá viniendo en próximos posts.

Por lo pronto, yo adhiero a Oscar Wilde cuando dice: "El trabajo es el refugio de los que no tienen nada que hacer.


Buenas noches.


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El trabajo como valor I: introducción

En un post anterior "Subir el techo para dar lugar a que suba el piso" mencioné que "el trabajo como valor" daba para otro post. En realidad da para más de un post y no sé en qué terminará esto, pero es posible que tire por la borda varias de las introspecciones que componen este blog.

Un primer borrador echaba mano a algunos recuerdos aislados pero no alcanzaban a explicar mi esquizofrénica relación con el trabajo. Debo reconocer que fui educada con la idea del trabajo como uno de los primeros valores, y con frases alusivas que la reforzaron durante décadas.

Hasta que escuché dos cosas: una, que la idea del trabajo como algo indiscutible en la vida de una persona decente, aparece recién en la Edad Media, cuando empieza a transformarse la sociedad alrededor de los artesanos y su actividad. Y que incluía cuestiones como la libertad acerca del tiempo de trabajo, la dedicación y la especialización durante toda una vida, el orgullo, el discipulado, la templanza del oficio. A partir de allí, la volví a escuchar varias veces. En mi curso de Didáctica, cuando vimos el origen de la "escuela" y su meta funcional a la sociedad industrial, en la "Postdata sobre las sociedades de control" de Gilles Deleuze en donde explícítamente ejemplifica (a raíz de las sociedades disciplinarias) las fábricas: "Es la prisión la que sirve de modelo analógico: la heroína de Europa 51 puede exclamar, cuando ve a unos obreros: “me pareció ver a unos condenados...”. "

Si esto tiene en comienzo, se cae de la categoría de "ley natural"... pensé

La segunda, un conjunto de ideas que se resumen en "en Uruguay la gente (que es menos consumista) se da permisos para hacer otras cosas y estar sin trabajar durante ciertos períodos, o bien que habiendo poco trabajo la gente no se desespera tanto si no lo tiene, o bien que la gente trabaja como algo que puede hacer para vivir". Juntas parecen aberrantes, pero originalmente no eran afirmaciones chocantes sino llamadas de atención a ciertas actitudes medio enfermizas que trataban de neutralizar. Así las escuché y así quisiera que se lean.

Estas ideas estaban en mi cabeza cuando escribí que el tema daba para un post aparte.

Pero ya habían germinado otras, las expresadas acerca del abuso laboral, del empleador, los síndromes laborales, el stress laboral, la OMS y mi propia sensación de que preferiría estar haciendo otra cosa en lugar de trabajar, cada vez más frecuentemente.

Porque si bien muchas veces encuentro placer en el trabajo y antes ésta era una situación permanente, hoy en día deseo hacer otras cosas y el trabajo se convirtió, en el medio que me permite solventarlas y aquello que me roba mis mejores horas, energías y voluntad, simultáneamente.

Entonces cuando decidí escribir sobre el trabajo como valor pensé: "voy a pensar un poco en el tema para saber qué es lo que realmente pienso del trabajo".

Entonces recordé a Ignatius O'Reilly, personaje de "La Conjura de los necios" de John Kennedy Toole, y su idealización de la vida y pensamiento medievales que esgrime como justificación a su abandono y pereza crónicos, y plasmándolos como un manifiesto en su "Diario de un chico trabajador".

Y también vino a mi memoria el ensayo "¿Por qué trabajamos?" de Jean Fourastié, que hube de leer a mitad de la secundaria y cuyas ideas ignoro si hicieron nido en mi cerebro.

Y finalmente y como frutilla del postre la voz de Dios diciendo "ganarás el pan con el sudor de tu frente" y ahí nomás "parirás con dolor".

Castigos divinos. ¿Por qué entonces pasó de ser el precio a pagar para recuperar el paraíso perdido a un valor, una actividad dignificante que da sentido a la propia vida?

En el próximo post (éste ya se puso demasiado largo), seguiré atando cabos (frases, hechos) relacionados con el trabajo. Más adelante incluiré un ensayo muy polémico al que llegué buscando el de Jean Fourastié (que hasta hace poco seguía en casa) y un libro que compré y estoy leyendo, muy oscurantista, reivindicatorio (como Ignatius Reilly) del pensamiento y forma de vida medieval. Por ahora no daré nombres.

¿Casualidades?

Buenas noches.



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martes, 26 de octubre de 2010

Hace mucho que estoy lejos

Hace mucho que estoy lejos de los partidos políticos. Hace mucho que me cuesta votar, pero aún así voy y voto. E intento privilegiar algo: una idea, un plan, intentar corregir un rumbo, balancear el poder, no sé, cada elección es un desafío para mí y tengo que hacer un esfuerzo para encontrarle la vuelta. Y desde hace años no voto ganadores. Y las veces que he votado ganadores, tampoco he pensado que ahí terminaba la cosa.

Pero eso no hace que deje de sumar. Critico o cuestiono,  sí, lo que me parece que está mal. Pero no creo que impedir sea la forma de corregir la mayoría de los problemas. Y tampoco creo que imponer mi idea sea lo mejor. El mundo va hacia algún lugar. Y ese lugar es aquel al que empuja la mayoría. Y va ir igual aunque yo empuje para el otro lado, o me siente encaprichada.

Diré mi idea, intentaré entender otras ideas, intentaré influir de buena fe, sumar voluntades o sumarme alguna otra, pero seré cuidadosa al intentar torcer un rumbo. Porque hay muchas cosas que veo, pero hay muchas más que no veo, muchas realidades que no conozco, muchas situaciones que pesan más que la de mi pequeño mundo.

Porque yo estoy aquí sentada mientras suceden millones de situaciones a tan sólo unos pocos kilómetros a la redonda, algunas de ellas definitivas y otras intrascendentes. Y no me estoy enterando. O me entero de algunas y las juzgo muy personalmente.

Tal vez mi visión aporte algo, tal vez lo que veo ayude a otros a ver algo que no ven. Acuerden o no. Intento mirar y escuchar lo que pasa a mi alrededor. Y si alguien opina, escucho. Tal vez empiece a ver algo que no vi hasta ese momento.

A veces estoy más dispuesta y a veces un poco menos.

Pero no está mal que haya gente que haga cosas, aunque no sea las que yo considero importantes. Siempre se puede mejorar y aprovechar lo que otros hacen. Siempre se puede enriquecer. Siempre se puede concluir, poner de manifiesto, observar, sorprenderse.

Yo veo cómo la gente que me rodea, cada vez más, refuerza y estrecha su campo de visión. No miran para los lados, no quieren confundirse, piensan que son estafados, que los demás los van a tomar por tontos. Entonces me pongo las orejeras, miro para adelante y abajo y sigo mi camino.

¿Tan grave es equivocarse? La mayoría de las cosas que hacemos y decimos no tienen la menor trascendencia, mientras que la mayoría son bastante solucionables. Si el error es nuestro gran maestro... ¿De dónde aprendemos sino? ¿De reforzar nuestras creencias repitiéndolas frente al espejo? ¿O de mirar alrededor y ver cuán aplicables siguen siendo nuestras ideas? ¿Tanto miedo tenemos a no haber acertado y no tenemos miedo de no cambiar a tiempo?

¿No es acaso la diversidad, el alcance y la profundidad lo que hace sólida una idea? Si mi idea vale sólo para mí y para mi día, ¿qué derecho tengo a imponerla? (Particularmente yo creo que las ideas se comparten -o no-, nunca se imponen. Y no hay dos personas que tengan la misma versión de una supuesta misma idea).

¿Alguna vez nos detuvimos a pensar todas las veces que afirmamos algo que luego la realidad demostró que no era así? ¿O también nos autoconvencimos de que tampoco era eso lo que queríamos decir? ¿O simplemente decidimos olvidarlas... o recordarlas de otro modo?

¿Tan difícil es pensar que cuando opinamos aquella vez, había dos o tres cosas que no sabíamos o que no tomamos en cuenta o que pensábamos que pesaban menos o más?

Yo sé que entre los hechos y yo hay un montón de ruido y de intenciones (de todo tipo) que interfieren. Y a eso además, lo miro con mi propio colador enfrente. Con mi propio ojo de cerradura. Yo sé que aquello que me cuenta ese libro es mi interpretación de lo que interpretó el autor. Y no sólo eso, sino que también mi interpretación incluye lo que el autor omitió. Y también tengo mi interpretación de por qué ocurre que el autor omita o yo, en mi interpretación, lo haga. Sus intenciones y las mías.

Ni qué decir cuando alguien habla...

Pero igual hay que vivir y vivir implica tomar decisiones. Y saber algo es mejor que no saber nada porque también puedo concluir sobre lo que no está, o comparar lo que está con lo que veo y lo que escucho y aún así sacar conclusiones.

Yo no creo que sea mejor decir "prefiero no enterarme porque es una gran mentira". Conocer esa mentira también me dice acerca de qué me están mintiendo, qué es aquello tan importante y adónde lleva.

Y pienso y vuelvo a pensar y descubro que ya no estoy de acuerdo, o bien que recién ahora empiezo a entender o a atisbar algo que ni sospechaba.

¿Es mejor no saber? ¿Es mejor no participar? ¿Es mejor no hacer?

¿Me voy a dejar conducir sin intentar influir para sentirme manada al cabo de mi vida?


Buenos días.


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miércoles, 20 de octubre de 2010

Expulsados y autoexiliados

Autoexiliados. Fuera de la naturaleza.

El problema con compararnos o comparar nuestros comportamientos con la Naturaleza tiene un problema muy serio hoy en día. El Hombre ya no es parte de la Naturaleza. No sólo no tenemos predadores en ella sino que tampoco tenemos instintos. Y ambas cosas nos hacen extremadamente peligrosos. (No olvidar que éstas son introspecciones, no "teorías", ni "leyes").

Éste fue un golpe duro para mí pues a mí me gustaba pensar que era un animalito como otros, con la particularidad de que es capaz de pensarse a sí mismo. Pero cuando en mi curso de Didáctica vimos el ejemplo de La Colmena (que tampoco sabía bien cómo funcionaba, y de hecho en uno de mis primeros posts está bastante mal usada como ejemplo) vimos que lo que llamamos cotidianamente como instinto dista mucho del instinto animal. De hecho en el Hombre hay otra cosa que lo reemplaza y se llama "pulsión" según me contó un pajarito con doctorado y todo.

Sinceramente, no me preocupaba demasiado que no existiera el instinto maternal. Siempre me había sonado a verso... habiendo visto de lo que algunas madres son capaces y que ello se dé en número tal y en forma tan variable según pasan los siglos, me era difícil pensar que un instinto pueda fallar y cambiar de esa forma. Que es bonito y emotivo, sí lo es. No cabe duda. A todos se nos inflama el pecho de emoción y ternura pero cuando miramos de más lejos... no es tan así.

Pero sí fue un golpe saber que tampoco existe el instinto de conservación, que fue el tiro de gracia durante esa clase. Eso y saber que el Hombre es el único que puede sacrificarse en pos de un ideal (no de una amenaza a la especie), me hizo un cortocircuito durante varios días. Las sinapsis colapsaban y de a ratos se producía como un vacío, un horror enceguecedor, hasta que cedió y hoy es simplemente una desdichada decepción.

Eso y atarlo con la frase de mi padre "cuando se inventaron las armas de fuego se acabaron los guapos" y sus corolarios, aplicados al Reino Animal ("los animales ya heredan el temor al hombre, desde que se inventaron las armas de fuego"), fueron eslabones lógicos dentro de la cadena que condujo a esa arriesgada afirmación de "el hombre se salió de la Naturaleza".

Eso sin pensar en la clonación, los implantes, aplicaciones de todo tipo, transplantes, etc...

El único predador del Hombre, es el Hombre. Muertos y desafiados los Dioses, el Único Dios, los Tabúes, desprestigiados los rituales, las iniciaciones y a un paso de perecer la "Nacionalidad" en manos de la "Ciudadanía", desmistificados los Ídolos y los Modelos...

¿Qué será de nosotros?

¿Qué será nuestros Custodios, los Saludables Límites?

Somos predadores. Algunos parecemos inofensivos. Pero desde hace siglos los Íncubos, los Súcubos, otros Demonios, Brujas, Magos, Duendes, Trolls, los Grandes Antiguos, los Primordiales, los Aliens, pueblan la imaginería de los artistas anunciando que están agazapadas aún, nuestras monstruosas identidades dictatoriales.

¿Es necesario recordar las atrocidades de las que como género hemos sido capaces?

¿Es necesario recordar las excusas que inventamos para justificarnos y la creatividad con que creamos nuevas excusas?

¿Es necesario reproducir los atropellos y abusos en los que nos hemos perfeccionados, merced a la Política, el Fundamentalismo (de cualquier signo), la Guerra y la Exclusión?

Expulsados del Paraíso y autoexiliados de la Naturaleza, ¿quién nos refugiará de nosotros mismos?

Buenos días.



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Recetas para ir quedándose solo

(Paréntesis de los temas que vengo pensando).

Recetas para ir quedándose solo:

-Ocuparse todo el tiempo de uno mismo
-Ocuparse todo el tiempo de los demás
-Quejarse todo el tiempo
-Mostrarse feliz todo el tiempo
-Hacer propaganda todo el tiempo (política, religión, ideología, etc)
-Destruir mitos y supersticiones ajenos
-Aterrorizarse y tomar precauciones extremas por supersticiones propias
-Tener demasiado tiempo libre
-No tener tiempo libre
-Sentirse en falta todo el tiempo
-No sentirse responsable por nada todo el tiempo
-Estar pendiente de la propia apariencia todo el tiempo
-Desatender totalmente la apariencia todo el tiempo
-Ser dogmático
-No tener opinión
-Superar las expectativas de los otros (todo el tiempo)
-No alcanzar nunca a cubrir las expectativas de los otros
-Dejar todo inconcluso
-Ser incapaz de dejar algo inconcluso
-Ser totalmente fríos
-Ser invariablemente tibios
-Ser explosivo
-Ser dependiente
-Ser autosuficiente
-Exigir demasiado
-No pedir nada

No sé bien qué es la soledad. Sus noticias me llegan como algo permanente e implacable en algunos y sensaciones breves y pulsátiles en otros. Unos últimos la buscan como una redención y yo he militado alguna vez en esas breves huestes.

Es uno de los grandes males de nuestra sociedad, dicen. Imagino que la permanencia la transforma en un mal. No la soledad sino la imposibilidad de finalizarla.

Soledad como sensación. Soledad como falta de compañía. Soledad como falta de comprensión. Soledad como incomunicación. Soledad como enfrentamiento con nosotros mismos.

Soledad como silencio. Tanto al no tener nada que decir como al no haber respuesta. Soledad como ruido: tanto al no poder despegar el mensaje del fondo, como a los obstáculos para llegar al otro o percibirlo como tal. Como aislamiento.

Soledad como quietud, como inacción, como ausencia de motivo. Y soledad como movimiento, como no poder detenerse, y continuar por cualquier camino pero siempre avanzando. Y soledad como andar en círculos, o soledad como quedar detenidos siempre ante la misma puerta. Soledad como impotencia. Soledad como incapacidad.

Soledad como ausencia de respuestas, soledad como falta de entidad. Soledad como abandono, como dejar de estar al lado.

Soledad como agotamiento, como desazón y como decepción.


Soledad como sensación final cuando algo se fue de control. Soledad como pérdida.


Cualquier camino conduce a la soledad. Cualquier actitud puede ser una receta para quedarse solo.


Sentirse solo o quedarse solo. Situaciones distintas que producen sensaciones parecidas. A veces es sólo una cuestión de mirada. A veces, sólo cuestión de no ver.



Buenos días.


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lunes, 18 de octubre de 2010

El stress, el acoso, el abuso y nosotros mismos

Más adelante retomaré el tema del stress laboral (OMS) y otros síndromes laborales ya mencionados, del acoso laboral y del abuso del empleado pues estoy dando vueltas en círculos con este tema y no veo que avance. Pero antes de cerrar este capítulo introspectivo (harto repetitivo), me reiteraré a mí misma una vez más en un punto: tanto aquellas actitudes que asumimos respecto de nuestras responsabilidades, como la predisposición a victimizarnos o la tendencia a avanzar sobre el otro a fin de obtener una ventaja, son todas actitudes que dicen mucho de nosotros, de nuestro entorno formador (familia, escuela, universidad, amigos, etc) y de nuestras circunstancias y las presiones que ejercen sobre nosotros.

No sólo habla de nuestro perfil ético, sino también del lugar que nos damos a nosotros mismos en cada uno de los roles que nos toca ejercer.

También dice dónde están nuestros puntos débiles, por dónde aceptamos presiones y por dónde las rechazamos. Qué personas, personalidades, caracteres tiene real poder sobre nosotros, entendiendo por poder aquello que logra que hagamos cosas o que dejemos de hacer otras: como dejar de lado expectativas, afectos o enfrentarnos a la autoridad, autosometernos y dejarnos para lo último, o desafiar normas y avanzar más allá lo de políticamente correcto.

Y todo esto tanto como empleados como empleadores, o como tercero ejerciendo una presión o sufriendo la desatención de alguien más. Porque no sólo somos nosotros quienes sufren acoso, stress o ejercen abuso, sino que a veces son nuestros padres, parejas, hijos, otros familiares y amigos, y entonces pasamos a ser terceros. Los terceros que ejercien presión y demandas sobre alguien más, con mayor o menor éxito.

Esta información que brindamos en estas situaciones está ahí y puede ser interpretada de muchas formas posibles. Esa interpretación es lo que convierte esa información que brindamos en conocimiento, conocimiento acerca de nosotros mismos. Y no manejamos esa interpretación que hacen los demás. Por ende no manejamos ese conocimiento.

Una personalidad obsesiva puede ser útil para perseverar en una solución a un problema difícil y también puede ser un problema en sí cuando se requiere una solución expeditiva.

Una personalidad generalista puede ser excelente para encuadrar un problema y ubicar los aspectos claves y pésima para llevar adelante los detalles del éxito (el diablo está en los detalles).

Un personalidad prolija y ordenada puede ser de gran ayuda para mantener bajo control un proyecto pero un estorbo a la hora de improvisar una salida creativa o una solución de compromiso.

Esa información está ahí como un halo, la revelamos en cada palabra y en cada gesto.

¿Tiene sentido decir cuáles son mis fortalezas y debilidades si ellas los serán circunstancialmente?

Y estas situaciones límites, una vez superadas, dan información a mucha gente acerca de nosotros mismos, de las empresas, de la situación laboral en general, del gremio, de la sociedad (argentina en este caso, o Buenos Aires, para ser más exacta), de las leyes nacionales, municipales, del estado del arte de la empleabilidad, del bienestar laboral.

Pero todo eso pasa a segundo plano a la hora de pensar en lo que nos dice acerca de nosotros mismos, de nuestras necesidades y de nuestros esfuerzos por balancear nuestra búsqueda de la subsistencia y de la felicidad. Que no siempre coinciden.

Saber que decidimos. Saber que tenemos el control de más aspectos de los que pensamos. Saber que nuestras decisiones están encuadradas en factores ajenos a nuestro control. Todo, a partir de este punto, nos ayuda a pensar las cosas de otro modo. A conocer nuestras limitaciones (puedo o no puedo lidiar con esto) y a buscar alternativas posibles para nuestro bienestar sin dejar de ser útiles.

Una cosa es huir ante una dificultad como un cobarde y otra muy distinta elegir otro camino como un valiente. La diferencia es la actitud, de "escapar" a "ir en busca de". Esto nos para de otra forma frente a los avatares que nos encontramos o que nos creamos.

Y esto también es información, para los demás y para nosotros mismos.

Buenos días.




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sábado, 16 de octubre de 2010

Elegir, siempre elegir (es nuestro destino) II

Yo soy obsesiva con algunos textos, películas, creencias. Lo reconozco, pero como es natural, todo lo que elijo hacer y leer me amplía la visión dentro de ese eje rector. Correcciones hay, sin duda y bienvenidas sean.

Uno de esos textos es el episodio del Gato de Cheshire de Alicia en el País de las Maravillas, que nunca vi lo suficientemente explotado en las versiones cinematográficas. Se podría hacer algo mejor con eso. En ese episodio Alicia experimenta algo que le llama la atención, una voz cuyo cuerpo no ubica primero, y luego un gato que habla para más tarde presenciar cómo su cuerpo se desvanece y queda la sonrisa (¿buena disposición? ¿sorna? ¿burla?).

Pero lo que importa es el diálogo. Alicia está en un lugar en donde ocurren cosas extrañas que para los demás son naturales. Esto es lo primero que la seduce y espanta. Lo segundo es que no puede lidiar con tantos cambios (¿crecer?) y quiere detenerse en algún lugar concreto, en algún destino cierto.

Entonces le pregunta al gato (a cualquiera) por dónde seguir. El gato, genialmente le responde: "depende de a dónde desees ir".

Primera parada.

En varios posts insistí que uno ve lo que puede ver en función de lo que trae: lo que conoce, las inquietudes, las elecciones que lo hacen detenerse o ignorar lo que tenemos enfrente pero por sobre todas las cosas, el enfoque que le daremos. Es nuestra formación (en la que con mayor o menor conciencia somos artífices) la que nos marca el camino, y el ángulo en que extendemos nuestra visión.

¿Cualquier camino le sirve a Alicia? ¿Le da lo mismo una cueva, sola, un palacio con una corta, su casa con su familia? ¿Dónde quiere estar?

"No importa dónde. Sólo quiero salir de aquí." O algo así, responde Alicia.

"Entonces no importa qué camino tomes". Responde nuevamente el Gato con su genialidad.

Segunda parada.

Hay muchos caminos para salir de ahí, algunos la conducirán a lugares agradables y confortables, emocionantes y desafiantes, curiosos y maravillosos, tediosos, pervesos, tristes, y otros tantos darán un recorrido circular y la dejarán en el punto de partida.

Si no le importa adónde ir, o sea, acepta cualquier cosa que la vida le ofrezca, cualquier camino estará bien.

Salvo por un detalle que pasó por alto el Gato de Cheshire. Hay varios caminos que la conducirán al mismo lugar en que está ahora que es donde no quiere estar.

¿Está equivocado o la equivocada soy yo?

Tal vez después de caminar toda una vuelta y experimentar otros paisajes, encontrarse con otros personajes, ella prefiera ese lugar a ningún otro o bien ese lugar aparezca como totalmente distinto porque lo ve con otros ojos.

Bien, entonces, si Alicia camina sin aprender nada, en círculos, el Gato está equivocado.

Pero tal vez el Gato sabe que Alicia no dará un paso sin verse modificada. De hecho comió un pastel y bebió una poción, y creció y se redujo, todo para seguir avanzando.

Sí, tal vez el Gato vio en ella la marca de Caín (ver Demián) y sabe que cualquier destino será otro lugar para ella.

Sigamos andando, como Alicia...

Otra de mis fijaciones tiene que ver con la idea central de otra película que no recuerdo si me la contaron o escuché de refilón una parte. La película se llama "Di que sí" (acabo de buscarla) y la protagoniza Jim Carrey.
La verdad es que no la vi entera y no sé tampoco si la veré, pero esa idea me quedó haciendo ruido y eso significa que viene anunciando malón.

En la película, el protagonista sale de una reunión tipo de autoayuda pero algo compulsiva (como en algunas religiones o de tipo venta multinivel) en donde la norma es decir que sí a todo. A todo. Absolutamente a todo. Lo bueno y lo malo. Así que, sintiéndose obligado, al salir de la reunión, lleva a un ¿mendigo? ¿indigente? a su casa en el auto, éste le pide cosas y él, no puede decir que no, así que a todo le dice que sí. Se siente el más idiota cuando el hombre le confiesa "me va muy bien en ese lugar, todos los que salen me dicen que sí a todo". Termina en un lugar oscuro, apartado, solo y es víctima de algún tipo de asalto. A partir de ahí su vida empieza a cambiar.

¿Para bien? ¿Para mal? Ningún resultado es definitivo, todo depende lo que hagamos con eso. Hay un cuentito muy simpático al respecto, que viene en distintas versiones, y estoy segura de que hay otra mucho más larga con más avatares.

El punto, es que él sale de su camino aceptando hacer algo distinto a lo que su lógica le indicaría. Por propia decisión. Algo distinto para que algo cambie.

Decir que sí para salir del camino que veníamos sosteniendo.

Pero volvamos con Alicia.

Entonces decide ser más precisa y pregunta por dos caminos que ya ve marcados (podría inventar otro nuevo también). Ambos conducen al encuentro con un loco: la liebre de marzo o el sombrerero loco.

Tercera parada.

La liebre de marzo está loca por una cuestión de la naturaleza: las libres, en el hemisferio norte, entran en celo en marzo y se ponen "locas". Lewis Carroll se vale del refrán común allí "loco como libre de marzo".

El sombrerero está loco en virtud de su oficio. El hidrargirismo que sufrían los sombrereros era común en esa época aunque luego fue corregido.

Ella elige nuevamente y visita a la liebre de marzo. Pero hay algo fuera de su control. Con ella está también el sombrerero loco.

Si hubiera elegido visitar al sombrerero, ¿se habría encontrado con el lugar vacío? Aquí entramos ya en terrenos aún más farragosos. Sigamos por donde veníamos.

Ella observa cómo se conduce la relación y decide entrar en el juego. Acepta y mantiene distancia simultáneamente. Acepta porque ella es una buscadora. Mantiene distancia porque está limitada por sus conceptos de lo normal, de la educación y otras cuestiones que rigen su comportamiento.

Si ella hubiera sido una niña de la calle, ¿cómo se habría conducido en esa tertulia?

Final del recorrido.

Alicia es una buscadora, "se mete" en un agujero, peligroso. Cae, cae, por un pozo hasta que toca fondo. Decide crecer, decide replegarse. Decide creer lo increíble, lo imposible y lidiar con eso. Decide preguntarse por el camino. Decide salir de donde está. Decide seguir avanzando y ver qué le depara el camino. Decide seguir sin norte. Elige el camino de la locura y acepta, expectante, el juego.

...

Ya había crecido cuando salió a la venta la serie "Elige tu propia historia". Lástima.

No podemos negar nuestra naturaleza exploradora. Hay otros caminos. Seguir la receta lleva a repetir el pastel. La innovación y el progreso, requieren aceptar los riesgos.

¿Pero cuándo deberíamos repetir o seguir y cuándo innovar o arriesgarnos?

Buenos días.



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viernes, 15 de octubre de 2010

Elegir, siempre elegir (es nuestro destino)

Gran parte de lo que nos pasa es lo que elegimos. Pocas son las cosas que no elegimos y simplemente nos ocurren. El problema es sólo que no lo sabemos, muchos hemos oído de padres, maestros, amigos, parientes y jefes: es el destino, la culpa es de... (otro), si no hubiera sido por él/ella, entonces... Aprendimos a que el mundo nos arrastra, las circunstancias nos dominan, y que es muy poco lo que podemos manejar.

No es tan así.

Es cierto que hay cosas que no podemos manejar. Presenciar un accidente no es siempre algo que podamos evitar. Y eso que vemos nos impacta, nos golpea, nos imprime imágenes, sensaciones, pensamientos, emociones. Vemos lo que ocurre alrededor, nuestra actitud, la de otros, los medios, las víctimas, los victimarios. Todo eso vemos. No elegimos estar allí, pero desde que llegamos allí hacemos de por sí elecciones. Elegimos qué mirar, observamos o desviamos la vista. Lo que queremos ver, lo que nos interesa, o estimula nuestra curiosidad o nuestra morbosidad, o lo que nos espanta, aterra y evitamos, incluso imprudentemente, aceptando correr riesgos. Eso también elegimos. Elegimos ser presa del pánico también y hacer algo imprudente por evitar ver, evitar tocar o evitar participar. Estamos de acuerdo en que en esa situación no somos concientes, pero nos entrenamos durante años para elegir automáticamente eso que estamos haciendo aunque no podamos predecirlo. Como en "perdiendo el control" (esa idea es realmente genial): un control remoto inteligente que adelanta, saltea o hace pausas en nuestra vida y aprende de nuestras decisiones hasta que decide por nosotros. Eso es lo que nos pasa. Elegimos una vez no mirar. Elegimos otra vez no mirar y elegimos correr un riesgo. Salió bien. Tal vez alguien nos socorrió, nos mimó. El punto es que salió bien y tal vez mejor de lo que esperábamos. Repetimos y salió bien otra vez. Finalmente, con el tiempo, perdemos memoria de las elecciones, pero ya nos programamos para reaccionar así, tal vez, corriendo riesgos, soltando objetos, corriendo sin mirar, u otros descuidos porque en nuestros ensayos salió bien.

Y salir bien no es necesariamente que no haya habido otros accidentes que provocáramos, sino que tal vez, se apiadaron de nosotros, nos perdonaron, nos tuvieron lástima (poooobre, no lo puede manejar) y las consecuencias fueron más mimos, más premios, por la debilidad que por mantener el control. Y otra hubiera sido la cuestión si las reacciones de los otros hubieran sido otras, o si hubiéramos provocado algún accidente que nos afectara realmente, por nuestra acción.

Lo que hacen los demás no es algo que esté totalmente dentro de nuestro control. Pero sí está dentro de nuestro control estimular que pongan distancia, que nos presten atención, o que nos ignoren, que nos cuiden, que nos protejan, o nos dejen solos. Nuestros intentos, sí están dentro de nuestro control, con mayor o placer o rechazo, es algo que decidimos nosotros. La respuesta del otro a nuestra actitud es algo que no está dentro de nuestro control, sino del control del otro.

Pero lo que decidimos hacer con esa respuesta del otro está nuevamente bajo nuestro control. Incluso la sensación de no poder manejarlo es algo propio que construimos con nuestros ensayos de situaciones previas. Nuestra sensación de éxito, de fracaso, de peligro y de seguridad tiene que ver con situaciones que elegimos vivir y por reacciones que elegimos tener de aquellas situaciones que no elegimos.

Esos ensayos nos hicieron aprender. Si me desmayo, la gente tendrá mayor cuidado conmigo. Si no quiero esta situación exploto y pierdo el control y eso frenará a los demás. Si alguien se interpone me pongo violento. Si me repliego evito discusiones. Yo me voy a salir con la mía. Ojalá sea una persona razonable.

Todos lemas que nos rigen y que nos marcan el camino. Todos lemas propios que construimos aún sin saber.

La gran diferencia es que pensar que las circunstancias nos dominan y que no podemos hacer nada para cambiarlas nos marca un camino, un camino por el cual me dejo llevar por las decisiones de los demás.

Si en cambio pienso que esta decisión es un ensayo más y puedo ver que pasa y repetir o bien cambiar algo, es algo mucho más potente que me marca otro camino: el camino en el que yo propongo las decisiones y acepto o me retiro del juego sin sentirme arrastrado por las circunstancias.

Pero esto ocurre todo el tiempo y la mayor parte del tiempo elegimos qué hacer, dónde estar y qué vivir, con qué gente tratar y qué trato recibir.

Elegimos la carrera que estudiamos. Elegimos a nuestros amigos. Elegimos el deporte que vamos a practicar. Elegimos pintar un cuadro o encender la tele. Elegimos la instrospección o el pasatiempo. Elegimos leer el libro o el apunte. Elegimos adivinar, memorizar o razonar. Elegimos hacer un esfuerzo o ensayar estrategias que nos ahorren esfuerzos. Elegimos el esfuerzo o la comodidad.

Porque muy adentro esperamos algo de todo eso.

Y eso es totalmente nuestro. Por elección.

Elegimos creer lo que nos dicen o buscar la corroboración o la refutación.

Elegimos que nos alcance o buscar más.

Elegimos cuándo estudiar, elegimos cúando abandonar una carrera porque elegimos qué privilegiar cuando no podemos con todo o bien porque elegimos aceptar que eso no nos gusta. Elegimos cuándo privilegiar el trabajo a la familia. Elegimos privilegiar a la familia en función del estudio. Elegimos una universidad por la prolijidad de los horarios u otra por la libertad de pensamiento.

Elegimos perder algo cuando decidimos. Elegimos decidir o que decidan otros. Elegimos dejarnos seducir por una u otra idea.

Elegimos poner límites. Y elegimos dejarnos avasallar.

Elegimos escuchar a un docente o ignorarlo. Elegimos detenernos en algún concepto o saltearlo. Elegimos desarrollar una destreza. Elegimos postergar. Elegimos profundizar pese a que no era necesario o incluso nos restaba tiempo. Elegimos el placer o la obligación.

Elegimos seguir un poco más o detenernos. Elegimos ver o mirar para el costado. Elegimos enfrentar algo que no anda bien o naufragar en la sensación de que todo está mal.

Elegimos cortar un problema en pedacitos o mezclar todo.

Elegimos probar algo con lo mejor de nosotros para que funcione, o con lo mínimo para que falle y poder decirle al mundo "¿viste que no iba a funcionar?".

Elegimos limitados. A veces más. A veces menos. Pero siempre, siempre, elegimos.

Elegimos según lo que le dejamos al otro hacer con nosotros. Elegimos romper con gente que no nos deja elección y elegimos romper con gente que nos dice que podemos elegir y no lo hacemos.

Elegimos lo mejor y elegimos lo que pensamos que es menos peor. Elegimos para ver y elegimos para sacarnos algo de encima.

Acertamos y nos equivocamos.

Buenos días.


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jueves, 14 de octubre de 2010

Romper los círculos viciosos

Hace un par de años atrás estuve bastante tiempo pensando en este tema, pero no vi entonces ninguna solución.

Los círculos viciosos no son la contracara de los círculos virtuosos. Los círculos virtuosos son altamente inestables, como estructuras resonantes de esas que estudiábamos en química en el colegio. Cualquier cosa los rompe, los corrompe, los hace hilachas y pedazos de hilachas.

En cambio los círculos viciosos son sólidos, estables, se refuerzan constantemente.

¿Por qué? Porque es más fácil crear y creer en una excusa, por una cuestión de comodidad, que buscar y sostener la verdad. Es más trabajo. Requiere mayor esfuerzo y mayores resistencias, de todos los que, en su posición de comodidad o beneficio, intentarán transformar ese círculo virtuoso en vicioso para que estemos más cómodos, todos.

Intentarán... estemos... Ellos... nosotros. Todos estamos instalados en montones de círculos viciosos, a sabiendas o ignorantes de ello.

Algunas frases que hemos oído seguramente (o tal vez dicho) que tienen que ver con los círculos viciosos:

"Yo no voy a pagar impuestos para que los funcionarios se los roben, para eso me quedo yo con la plata y la gasto bien"
"Se roban toda la plata de los impuestos, qué voy a declarar bienes personales o ganancias. Hay que ser estúpido."
"¿Para qué? Yo me rompo el lomo laburando y viene un vago que no quiere trabajar y le dan plata para que no trabaje".
"Para qué vas a pagar, después viene una moratoria".
"Yo con mi plata hago lo que quiero, si quiero acumular deuda de impuestos es problema mío."
"Yo no pago nada de ganancias, yo declaro a mis padres y a mis hijos y mi marido me declara a mí, a mis padres y a mis hijos. Pongo los gastos del auto, el seguro de vida, el seguro del auto, y todo lo que puedo. ¿A ellos les voy a dar la plata? Si igual no tienen ningún control."
"Yo no voy a hacer el único gil que no robe, si acá todos salen hechos de su función. Yo me llevo mi tajada."
"¿Qué vas a hacer? ¿Vas a denunciar? Si todos están prendidos. El fiscal, el juez, el comisario, el funcionario, el periodista. Si tu caso no es negocio para alguien, vas a ser el chivo expiatorio. Mejor abrite."
"Cómo no vas a poder seguir con el negocio, arreglás un par de inspectores, comprás IVA. Todo el mundo lo hace, sino no podés."
"Si hacés las DDJJ te llenás de inspectores".
"Si laburás en negro, ningún inspector te toca la puerta. Yo tengo todo en regla y las inspecciones me tienen loco. En cambio a dos puertas de acá hay un taller trucho, 100% negro, no existe. Todos lo saben pero como no está registrado no va ningún inspector."
"A la gente le tenés que dar lo mínimo. Si le das más, igual te hacen juicio".
"Vos le tenés que decir X, total la gente no sabe y tampoco se molestan. Si alguno llega a saber, negociás."
"Acá llamó el periodista Y amenazando que si no le daban $X sacaba tal noticia. Y me da bronca porque es mentira pero una vez que sale el daño ya está hecho."

Estas suenan a estrategias en juegos. Me refiero a lo que la Teoría de Juegos menciona como estrategias que no son más que decisiones con miras a obtener un beneficio o mitigar un riesgo (real o imaginario, adecuado o improcedente).

(Sería interesante ahondar en algún otro post, más adelante sobre la relación existente entre el pago de impuestos, compensaciones, subsidios y la teoría de juegos, pero no será en éste. En este post la idea es más general.)

¿Cómo se rompe un círculo vicioso?

Ese es el problema. Si ninguno ve el beneficio de romperlo ni percibe el riesgo de continuarlo, el círculo vicioso no se romperá. La impunidad social se asegura porque estas prácticas están tan difundidas y naturalizadas que no existe un escarmiento social real. Los individuos repiten argumentos políticamente correctos pero en mayor o menor medida refuerzan estas prácticas. Al ser en alguna medida "cómplices" y "co-autores", en última instancia, son pocos los que hacen algo por romper el círculo vicioso.

Y además están tan difundidas estas prácticas, que las personas dudan si alguna vez han estado involucrados de alguna forma. Temen entonces revelar o atestiguar por temor a salir perjudicados tangencial o inadvertidamente.

El juego se refuerza por el éxito de las estrategias de sus jugadores.

Y por el silencio precautorio de los testigos.

¿Cómo se rompería un círculo vicioso si no existiera esta resistencia? Por cualquier eslabón, en la primera oportunidad en que un actor del juego decide cambiar su estrategia. Y esto ocurre cuando algo del beneficio o el riesgo percibidos, se modifica.

Cada tanto tenemos noticias de alguien que hizo una "cámara oculta" a un coimero, o alguna catástrofe de las que Buenos Aires nos tiene acostumbrados, saca a la luz, la cadena de círculos viciosos en las que estamos entrampados. Actores, cómplices, testigos y espectadores de los efectos, cada uno, se convierte en un eslabón del círculo, de innumerables círculos que nos atraviesan en una red cuyo efecto final es la sociedad en la que estamos inmersos.

Si hacemos las mismas cosas, reforzamos los mismos círculos.

Buenos días.



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viernes, 8 de octubre de 2010

Sangrar por la herida IV: mal de amores

Mal de amores es otro de los síndromes. En realidad muchos de estos síndromes están relacionados. ¿Podemos hablar de mal de amores sin hablar de adicción al trabajo? No estoy muy segura.


El hecho es que en el caso de mal de amores quien lo sufre experimenta lo mismo que durante un desengaño amoroso. La persona siente que dio todo y le pagan con ingratitud, no es reconocido, no valoran los sacrificios. Trabajar sin horario, viajes, compromisos sociales, cenas y presentaciones de negocios fuera de horario, desgaste familiar, postergación y tal vez pérdida familiar. Fines de semana, noches enteras. Problemas de salud: stress, hipertensión, problemas cardíacos. 


Se sentía orgulloso.  Siendo la empresa  prestigiosa, se sentía orgulloso de "ser parte", "un elegido", por su núcleo social, además, admirado y privilegiado.

La empresa tal vez no pidió explicitamente concesiones, sacrificios... "pruebas de amor", pero el individuo voluntariamente se presta al juego. Entiende la sutileza, lo no dicho, sabe leer entre líneas. Pensando en el futuro, en el premio, o en mantenerse un poco mimado, o bien por temor a las represalias, nunca explicitadas, siempre sospechadas.


O tal vez la empresa sí pidió entrega. Y el individuo, voluntariamente accedió, creyendo en una promesa velada, sugerida, engañosa, de gratitud y reconocimiento, o de ascenso.


Dar todo por seguir siendo elegido.


Y en cambio ser descalificado, descartado, reemplazado.


La víctima no entiende. No entiende qué hizo mal. No entiende qué faltó. No entiende qué pasó. No sabe cómo pasó de ser mimado a ser prescindible. No sabe cuál fue el paso en falso que resultó decisivo.


No entiende cómo se está quedando afuera.


Si además, afuera no hay nada.


Buenas noches.


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jueves, 7 de octubre de 2010

Sangrar por la herida III: los muertos vivos

En el post anterior, que no fue para nada académico, traté de describir qué es lo que pasa con la empresa y con el individuo cuando  se produce la caída del paraíso.Si bien se lee caprichoso y melodramático, en realidad tiene que ver con artículos leídos (por ejemplo:  WHY GRADE 'A' EXECS GET AN 'F' AS PARENTS), anécdotas referidas en el libro de Melamed "Empresas depredadoras", otros artículos y sobre todo, algunos comentarios leídos en las redes sociales como LinkedIn de las propias víctimas, de consultores, gerentes y demás.

Qué pasa luego con la persona depende de ella exclusivamente. En las redes sociales vemos como algunos se reposicionan con mayor o menor éxito, pero, ¿es este el caso de todos? 


Conozco también un caso, muy injusto, de la empresa en que trabajé antes. 


Un empleado que correspondía y era lógico ascender que por motivos que no me quedan claros, fue relegado a un escritorio al fondo del sector a hacer trabajo muy por debajo de su capacidad. En su lugar fue nombrado otro empleado, más inescrupuloso, con un conocimiento mucho menor y también menor efectividad. Convertido ya en amenaza por aquellos que lo relegaron o bien por los que tomaron su lugar, fue siendo trasladado cada vez más al fondo, más al anonimato. Yallí está hoy, aún en "actividad", esperando su jubilación, resignado y dolido. 

Éste es un caso de muerto vivo. 

¿Quiénes son los culpables?

Muchos dirán que este tipo de ascensos son políticos, pero el primero que se le negó no lo era, era un puesto bastante más técnico que finalmente ocupó un novato, que no era una mala persona y en una segunda oportunidad, por un empleado que surgió a la sombra de él, considerado por todos como bastante menos capaz.

La ley mira mal este tipo de cuestiones, sobre todo porque todos saben, no como en otros casos en que hay gente que ignora la situación. Pero hay complicidades, desde el dueño de la empresa hasta los gerentes, pares de aquel que primero lo relegó y puso en su lugar a un novato. 

Los muertos vivos no reaccionan. Quedan resignados, simplemente esperando. Son concientes de su situación. Los afecta pues sin duda han dado mucho a la empresa, aún podían dar mucho más, el puesto que ocupan no llega, por lejos, a desarrollar el total de sus conocimientos. Profesionalmente, es una persona completamente anulada, que dejó de crecer hace años. Hace 10 años, cuando yo dejé esa empresa.

Algunos no alcanzan a discriminar qué parte les toca del problema. Qué podrían haber hecho para evitar esta situación. ¿Qué es lo que hace que estas personas no se vayan? Tiene que ver con ellos y sus motivos más profundos. 

Pero eso no quita que sea un maltrato y que haya intencionalidad de maltratar. Intención de eliminar o neutralizar una amenaza (en este caso, al menos). También hay cómplices que consideran que la empresa (no ya la persona que dio origen a la situación, sino la "empresa") tiene derecho a este maltrato. Y ellos también dan por sentado que no deben actuar y no pueden hacerlo: no les compete, no les conviene, en definitiva, da lo mismo porque si no es uno es otro y la empresa sigue adelante.

Los otros miembros de la gerencia media adolecen de otros males, conozco allí mismo un caso de workaholism (adicción al trabajo), uno o más de burnout, streen y otros síndromes.

¿Por qué? Porque hace 10 años era una PYME, del tipo mediana y hoy es una empresa grande. La empresa en la que hoy trabajo ya era gigante cuando entré y no ha "crecido" de una forma tan notable, los casos allí que puedo observar (desde el llano) son levemente distintos. Yo no soy testigo de lo que ocurre en la gerencia media o alta.

¿Pueden crecer las empresas sin estos sacrificios?

¿Pueden crecer sin dar lugar a inescrupulosos, políticos dispuestos a sacrificar piezas, sacrificar horas de su vida, sacrificar salud?

Mi experiencia no llega a imaginar una respuesta. Del libro de Arie de Geus pareciera que sin el nivel de compromiso que "pide" este tipo de sacrificios, no hay crecimiento posible. Prometo continuar con mis lecturas, mis observaciones (in situ, por comentarios, en charlas informales o en redes, etc) para tratar de llegar a una respuesta.

Si entre los lectores de este post surge algún caso, no deje de escribirme contandome su experiencia indicando "no publicar" en su mensaje (caso contrario, será publicado tras la moderación).

Es importante contribuir y dar a conocer el daño, en las personas, sus familias y compañeros. Es avanzar en el intento de mejorar el ambiente laboral y aprovechar el intercambio para encontrar soluciones. 

A todos nos interesa que esto funcione. Yo salgo a las 7 de la mañana y llego, en promedio a las 18:30 de mi lugar de trabajo. Son casi 12 horas, y muchas veces son más. Paso (y todos pasan, como yo, esas y más horas, muchas más) casi todo el día allí. Si descontamos el tiempo de sueño, de aseo, de preparar bolsos, carteras, de contestar algún llamado, un mail, escribir un post, etc, es casi nada lo que nos queda para "vivir".

¿Se puede pedir a una persona que tiene a lo sumo 3 horas por día para sí mismo que estas cuestiones no los afecten severamente?

Buenos días. 





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miércoles, 6 de octubre de 2010

Sangrar por la herida II: la decisión

Cada tanto se intenta "mejorar" el potencial del área haciendo sesudos enroques o bien se evalúan los resultados y resulta que notan que algún patito se salió de la fila. No califica, no completó sus deberes, se le dio crédito e hizo un desastre, demasiado audaz, demasiado conservador, o le dio otro matiz que a la empresa no le gustó. O bien siempre fue un rebelde, un "innovador", o un "visionario" pero para otro universo, paralelo a éste y fue utilizado a sabiendas y dejado caer luego. Entonces alguien en desgracia.

Estos mismos autores (de Geus, Melamed) reconocen que esta futura víctima no puede ser despedida, por distintos motivos: se trata de un antiguo héroe ("héroe" es una palabra específica de la disciplina administrativa en el tema de cultura organizacional), o bien está investido por sus compañeros con atributos de liderazgo (ver organización informal según Flippo) que cada vez tiene menos que ver con el "liderazgo" académico o pseudoacadémico, de los cursos de management y los artículos de las revistas especializadas.

Si el nominado no puede renunciar, porque tal vez no hay suficiente mercado para él, por edad u otras características (este tema también es espinoso, porque también por este lado entramos en la ilegalidad) y no lo despiden (por más explícitos que sean o mucho que lo cansen) debe quedarse.

¿Qué ocurrirá con este individuo que por su calidad de tal, no puede dividir su historia (su presunto pasado glorioso), sus expectativas (desarrollo o bienestar económico) y sus obligaciones (sustento a su familia)?

Los psicólogos laborales pretenden que el individuo se divida, separe, se desmembre y rompa estas relaciones que lo hacen íntegro (al nivel que haya alcanzado, de newbie a gurú) y haga como que no pasa nada y acepte su nuevo destino de "muerto vivo" sin sufrir ningún síntoma de stress.

Una persona que sacrificó muchas actividades, relaciones y gambeteó responsabilidades familiares y se autoconvenció que delegó su presencia sin mella familiar, se encuentra con que le dieron vuelta la cara de una bofetada. Una novia ingrata, esa empresa. Una perra.

Podrá intentar no darse cuenta, pero de alguna forma sabe, que su apuesta fracasó. Que no vio crecer a sus hijos, o los eclipsó, o los hizo inútiles compensando con bienes y fiestas todos sus caprichos para comprar su afecto o su respeto, y los hizo insaciables en unos casos o apabullados e invadidos de superficialidades en otros. No tiene el respeto de sus compañeros y jefes y tampoco de su familia.

O bien ni siquiera formó una familia, o bien la perdió y ahora está solo y no encuentra ya placer en su trabajo.

Y puede ser que sienta que no le importa a nadie.

Cayó en desgracia y los que creía "amigos" que no eran más que compañeros de éxito, o tal vez más inocentemente, simples compañeros "de manada", que de a poco o abruptamente, lo abandonan a su suerte.

Y el tiempo pasó y si bien puede bajarse de la calesita, es inútil, porque el tiempo ido se llevó consigo las oportunidades.

Esto es muy claro en la película "en el aire", cuando comprueba que el rol que le asigna su familia es formal, distante, sin animosidad pero totalmente al margen. Nadie cuenta con él. Está, pero es prescindible y si sigue estando es como homenaje a algún pasado en el cual el afecto era tangible.

El paso del tiempo es también muy claro en la película "perdiendo el control", en donde el protagonista ni siquiera es conciente de en qué momento fue perdiendo presencia.

Es que la competencia es feroz, a veces no del todo limpia y es difícil sostenerse en la cima, o entre los favoritos, o, como dice de Geus, entre los escasos miembros selectos.

¿Qué hacemos con esta gente?

No los podemos despedir porque la corporación no quiere/puede/acepta pagar lo que debería o bien porque es un héroe caído en desgracia, o porque sabe, o porque era un buen tipo, así que pongámoslo en algún escritorio y que teja y desteja como Penélope hasta que se jubile sin honores. No más cenas ni más decisiones. No más ideas ni opiniones. Nos sale más barato, en todo sentido, pagarle un sueldo y neutralizarlo esperando que no moleste.

(Si sigue siendo un guerrero, sobrevivirá por su propio orgullo).

Perdón, ¿qué orgullo?

Buenos días.



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Sangrar por la herida I: presentación

En post anteriores me he explayado (y reiterado) acerca de qué es ser miembro y qué pasa cuando alguien cae en desgracia y deja de serlo.

Básicamente pasan algunas de las siguientes cosas:
-sangran por la herida
-sufren "mal de amores"
-se convierten en "muertos vivos"

Va a haber uno o más posts por cada uno de estos casos.

Voy a referirme tanto a Arie de Geus como a Alejandro Melamed. Ambos son directivos (o lo fueron), reconocidos, miembros desde que los vieron de lejos.

Arie de Geus es una adalid del aprendizaje organizacional, le importa el conocimiento que se genera en ella y su principal consecuencia, la longevidad de la empresa.

Melamed desarrolla su trabajo en base a su tesis de doctorado y acota sus observaciones y conclusiones a los empleados jerárquicos. Esto no quiere decir que sus observaciones no sean válidas para otros niveles. Pero él, tratándose de un trabajo académico no puede extrapolar livianamente como sí puedo hacerlo yo, generalizando de acuerdo a observaciones sin ningún tipo de rigor científico. Estoy exenta de culpa y cargo pues todos mis posts tienen un descargo de responsabilidad, no por animosidad sino porque éstas son simplemente introspecciones, especulaciones espontáneas y por ende, pueden terminar en equívocos. Y tan es así, que éste es precisamente el título del blog. ¡Qué dudarlo!

En los próximos posts viene la mezcla, la reiteración y el sinsentido.


Buenos días


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