martes, 15 de febrero de 2011

De la vida de los personajes II

Conseguí el cuento "Personajes" de Fontanarrosa, recomendado por Le Turk.

Es genial, como no podía ser de otro modo. Francamente hilarante y sin desperdicio. Qué tipo, éste. Lástima que se fue tan pronto.

Me gustó todo. Pero me pareció que Froilán era el papá de mi novio, cuando lo escuché y vi en este diálogo:

-Borges decía que siempre se escribe el mismo libro.
-¿Borges dijo eso?
-Creo.
-¿Y entonces por qué no escriben uno solo y se dejan de hinchar las pelotas?

Y qué homenaje más cariñoso al "Ciego Mayor Señor de los Laberintos" es para mí. No hay mejor homenaje a un artista que ha cultivado el humor y la ironía, devolverle la humanidad y sacudirle la solemnidad.


Buenos días.


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lunes, 14 de febrero de 2011

Vender el alma al diablo

¿Hay alguna forma de no vender el alma al diablo? Cuando vi "El abogado del diablo" más allá de algunos ardides cinematográficos que me parecieron excesivos por lo explícitos, la idea central de la falta de escapatoria, me quedó picando. Como en el cuento sufí (que transcribo por ser muy corto)*:

El discípulo: Vengo a ti con nada en mis manos
El maestro: Entonces suéltalo enseguida
El discípulo: Pero, ¿cómo voy a soltarlo si es nada?
El maestro Entonces llévatelo contigo.

Este cuentito, o diálogo mejor dicho, es exactamente lo que ilustra la película. No hay forma de evitar la vanidad. La vanidad de ganar por medios y la vanidad de perder por convicciones. Ambas sirven. La vanidad de estar despojado (por qué sino, el discípulo anunciaría que llega con nada en sus manos) como un valor para ser aceptado como discípulo.

La respuesta que yo le habría dado sería: "Volvé cuando sientas que no tenés nada que perder". Esa es la auténtica nada, la ausencia aún de la nada misma.

Pero, ¿para qué esta introducción, que hace gala de tamaña estupidez?.

Porque hoy leyendo a Thoreau y arriesgándome aún antes de haberlo leído todo y habiendo omitido el artículo que anticipa su estilo y sus convicciones escritos por Elizabeth Witherell y la introducción cuyo autor ignoro, quisiera ir empezando a dejar por escrito qué me va pasando con estos textos. Pero es que ya no me alcanza repetir lo que otros me dicen que otros más dijeron o hicieron.

En la facultad ya he experimentado una y mil veces el dichoso teléfono descompuesto que se juega muy seriamente por falaces cuestiones de tiempo y una necesidad vil de nosotros (los docentes y cultores del pensamiento**) de imprimir nuestra autoría a algún pensamiento más o menos original o ni siquiera eso: la interpretación de la interpretación de otros intépretes ad infinitum.

Así que basta de "las empresas schumpetearanas" que leímos en las fotocopias y que escuchamos de más de un docente o bien en palabras de otros autores que sí leímos. Yo no leí jamás a Schumpeter hablar de las empresas y por eso me compré "Capitalismo, socialismo y democracia" y espero no traicionarme invocando a Schumpeter y "sus empresas" hasta que no haya leído "algo" escrito por él.

Por eso, salteé la introducción y el breve artículo "La obra de Thoreau" y salté directamente a "Una vida sin principios". Esperaba, sí,  el estilo panfletario habida cuenta de que los etiquetados como anarquistas son rezongones y siempre parecen enojados, libertarios y algo caóticos cuando se los lee (más allá de cuán consistentes sean o no sus ideas).

En particular, cuando comencé en la lectura me identifiqué con un par de frases y con algunas observaciones respecto de la sociedad que siguen tan vigentes en el 2011 como en 1848.

Antes de continuar, debo aclarar de que es poco probable que aquel que lea estas líneas sepa quien fue Thoreau pues hasta donde sé, no se estudia en la facultad ni en el colegio (métanse en el link anterior y en éste y en los links a partir de éste). Yo me topé con él cuando decidí seleccionar autores cultores del liberalismo, del comunismo y del anarquismo (y otras líneas de pensamiento, precursoras o derivadas) para leer de "primera mano" y no predigeridamente en función de preconceptos ajenos. Como dice el fiósofo oriental (jé) Roberto Musso "yo quiero elegir con qué veneno envenenarme".

Así que apenas avanzadas unas tentadoras páginas en donde postula (en coincidencia conmigo) que la gente prefiere un trabajo predecible a un trabajo bien hecho o preciso, y que sería más beneficioso llamar a quien haga un trabajo que disfrute en vez de uno que lo haga rápido (y otras en la misma línea), continuó por una senda que no comparto (tal vez porque pasó más de un siglo y medio y somos de naciones de tradición cultural occidental pero distinta).

En particular, el religioso, que no sé si tengo interés en desarrollar. Pero sí quisiera compartir con mi lector un par de párrafos para no cansar demasiado (el contexto se los debo).

El primero tiene que ver con el trabajo, OBVIAMENTE:  "La mayoría de los hombres se sentirían insultados si se les empleara en tirar piedras por encima de un muro y después volver a lanzarlas al otro lado, con el único fin de ganarse el sueldo. Pero hay muchos individuos empleados ahora mismo en cosas menos provechosas aún."

Y el segundo, indirectamente con el conocimiento, COMO ES DE ESPERARSE. Y tal vez mi problema con repetir las interpretaciones encadenadas de muchos otros acerca de lo que dijeron los fundadores o pilares de las esculeas de pensamiento, no puedo menos que sentirme identificada con su forma de pensar con respecto a la insustanciabilidad del discurso: "Se agruparon en una camarilla como de costumbre: unos se apoyaban en otros y todos juntos en nada. Del mismo modo los indús*** colocan el mundo sobre un elefante, el elefante sobre una tortuga y la tortuga sobre una serpiente y no tienen nada que que poner bajo la serpiente. [...] Así de vacía e ineficaz es nuestra conversación cotidiana. Lo superficial lleva a lo superficial. [...] Es difícil conocer a un hombre que te cuente una noticia que no haya aparececido en un periódico o que no se la haya contado un vecino y, la mayoría de las  veces, la única diferencia entre nosotros y nuestro amigo es que él ha leído el periódico o salido a tomar el té y nosotros no." Dice muchas más cosas acerca de la "castidad" del pensamiento, de la necesidad de omitir las noticias superfluas e intrascendentes por la difícultad de olvidar lo que es inútil conservar en la memoria, etc.

De destacar es el tratamiento de dos temas en boga en la época: la esclavitud y la búsqueda de oro. Ambos desde una perspectiva moral muy estricta, netamente religiosa (aunque no protestante) aunque no se deduzcan de los párrafos transcriptos.

Respecto del primer tema, dice en algunos párrafos: "¡pero pensad lo que supone dictar las normas para producir esclavos o exportar tabaco! [...] El teniente Herndon, enviado por nuestro gobierno a explorar el Amazonas y según parece, a extender el área de escalvitud, adviritió que allí hacía falta "una población laboriosa y activa que conozca las comoididades de la vida y que tenga NECESIDADES ARTIFICIALES que le induzcan a extraer el país sus múltiples recursos."" Pero además de la esclavitud en Virigina, el intento del Amazonas, también habla de los navíos para importar "nueces y pasas" y la esclavización de los marineros.

Acerca del segundo, él tiene una visión muy dura respecto a esta actividad que califica como innecesaria y viciosa, comparándola con el juego: "¡Que tantos esperen vivir de la suerte y así tener el modo de encargar el trabajo a otros menos afortunados y todo ello sin aportar nada a la sociedad! [...]El buscador de oro en los barrancos es tan jugador como su colega de los casinos de San Francisco. [...] Si ganas, la sociedad pierde. [...] Yo no sabía que la humanidad padeciera por falta de oro. Yo lo he visto en pequeña cantidad. Sé que es muy maleable, pro no tan maleable como el ingenio. Un grano de oro puede dorar una gran superficie, pero no tanto como un grano de buen juicio. [...] No es suficiente que me digas que trabajaste mucho para conseguir el oro. También el diablo trabaja intensamente. "

Thoreau advierte de dos formas (y esto es una arriesgada aventura mía) de vender el alma al diablo: atendiendo a noticias superfluas que no podremos olvidar ocupando nuestra vida de trivialidades, profanando nuestra mente y repitiendo argumentos sin fundamento (apreciación que comparto) y en malgastar nuestros días en trabajos inútiles, superficiales, abusivos, esclavizantes o degradantes, en vez de obtener el sustento en base a un trabajo edificante y bien realizado.

Es que para él, igual que para mí, malgastar la vida tiene categoría de pecado. Y advierte: "Requiere más de un día de atención conocer y poseer el valor de un día." Casi una conseja "new-age" :D

Pero además, esta rebeldía acérrima, ¿no será también una forma de vender el alma al diablo? ¿Diferenciarse de los demás congéneres, colocarse por encima, negarse a compartir su destino, señalar lo que los otros, ciegos o corruptos, no quieren ver, no será venderse al diablo por vanidad?

Yo, estoy a salvo.

Del mismo modo que en Peter Pan o en la Historia sin Fin, yo creo que no hay mejor forma de matar al Diablo que ignorarlo. Con lo que... "no hay trato".


Buenas noches.

*Pausa y aclaración I:
Para ser consistente con lo dicho en mi post "La estupidez femenina III finale" debo admitir que acabo de cometer una estupidez, la que se origina en por lo menos una extrapolación mal hecha. Pero aún así insistiré para enriquecer mi estúpida actitud adicionándole un pizca de necedad en virtud de la insistencia :D, pues 
si bien no hay excusas para la estupidez, debo reconocer que es otra de las tentaciones demoníacas en la que más placentera e inadvertidamente caemos ;)
Pausa y aclaración II:
Ese cuento sufí será muy sabio para los musulmanes pero adolece de los mismos defectos que la denuncia de "Pausa y aclaración I". Y que es jugar con la extrapolación del contexto para dejar algo irracional como sabio, confundiendo algo inmaterial (como la nada) con algo material (que pueda soltarse).
(Aquí cometo estupidez por literalidad pues se entiende adónde apunta el cuento.)
Es que hoy estoy muy ilustrativa :)
Pausa y aclaración III:
Abuso de notación (emoticones) :P
Pero...
retomemos y salvemos el honor del cuentito sufí, luego de la ácida e injustificada crítica por eliminación del contexto.

** paaaaaaaaaaahhh!! ¿No tenés miedo de caerte del caballo?

*** Dicen que dicen... que los hindúes son quienes practican la religión tradicional, el budismo, mientras que los indios son los nacidos allí, sean hindúes o musulmanes. Pero los "indús" a los que apeló el transcriptor o traductor, me tomaron por sorpresa.

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viernes, 11 de febrero de 2011

De la vida de los personajes

Hace unos años atrás quise saber hasta dónde me podía extender en mis descripciones sin aburrirme. Tenía muchas imágenes y sensaciones que quería compartir, como descubrimientos necesarios, pero me había limitado pensando que nadie estaría interesado. Entonces me volcaba a la lectura y trataba de determinar qué sentíamos los lectores, ante las descripciones de los ambientes, los personajes y las situaciones y pensé:


"Yo nunca voy a poder escribir una novela".

Cómo podría hacer para pensar como cada personaje y cómo podría desarrollar uno que sea distinto a mí, se expresey piense de otra forma, que haya vivido otras situaciones, cultivado otros oficios. ¿Cómo se puede escribir de aquello que no se ha vivido? No estaba de acuerdo con esa moda de los actores que engordan, se drogan o se sumergen en algún submundo para explorar un personaje. ¿Debería tener dentro aquello de lo que voy a escribir? ¿O debería interrogar qué hay detrás de esta anécdota y concentrarme en las cinco o seis cosas que nos pasan a todos como especie?

Entonces empecé a tomar notas de los posibles argumentos para futuros cuentos. Pero me era imposible abordar un cuento, hilar la secuencia, delinear personajes.

Era una pregunta tan horrorosa como el principio del universo y la quería evitar a toda costa. Cada vez que leía una novela o un cuento magistral, volvía en partes, amputada. ¿Cómo concibe, cómo gesta un personaje? ¿Cómo le da su personalidad? ¿Cómo lo respeta, cómo lo deja crecer y adquirir forma propia? Cuando leí "El agente secreto", la pregunta se hizo puñal. ¿Cómo puede pensar como cada uno de ellos?

Recordaba que cada tanto había escuchado decir a algún autor que los personajes tenían vida propia. Y no se sentían, en cierta forma, responsables de lo que hacían o pensaban.

Pero si nosotros, como lectores, a veces nos enojamos con los autores por lo que adivinamos de ellos a través de sus personajes. ¿Es una falacia? ¿Es una postura extravagante de los autores?

Hasta que apareció Marisa. Un personaje con mucho de mí, que avanzó por los días de su existencia robándome algunos enfoques de la vida y copiando también matices de otros, muy a mi pesar. Y cuando yo no pude avanzar más en mi vida, ella también se empantanó.

Y fui a visitar a una amiga y al ver a una pareja que llamó mi atención, aparecieron Matías y Alexa. Y al pasar por la pescadería me salió al cruce el pescador de surubíes, y a raíz de un cumpleaños al que asistió un personaje ligado a la farándula, hizo su aparición el escritor, y otro día, vaya a saber por qué, la mucama y la enfermera. Y ahí sí, no pude reconocer nada de mí misma. Y empecé a escribir y sabía lo que debían hacer los personajes, pero cuando llegaba el momento no lo hacían. No supe cómo continuar, sabía cuál debería haber sido el final pero no sabía cómo llegar a él. Los personajes, caprichosos, me cambiaban la historia, se resistían al destino que yo les había designado. Y ayer volvió a pasar con Isabel y Darío.

Borges, cuando lee el Golem, dice que así como Dios mira a su Rabino, el Rabino miraba a su Golem y el poeta mira a sus obras. Con una mezcla de ardor y resignación.

Uno concibe una obra pero no le sale tal como desea. Hay algo que se le escapa al poeta, al Rabino y a Dios. Y a mí también.

Tal vez el libre albedrío no es prerrogativa del hombre, o sí, y no puede dejar de imprimirlo en todo lo que concibe.

Buenos días.


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jueves, 10 de febrero de 2011

La economía pirata

Mientras nos tomamos tiempo para continuar con las lecturas acerca del Trabajo, saltemos nuevamente hacia el Conocimiento.
Creo que estamos un poco acostumbrados al discurso oficial, el del lado de los "buenos". Robin Hood fue perseguido por la ley, pero la gente simpatiza con él y con cualquiera que se enfrenta con el poder económico y beneficia a aquellos que tradicionalmente quedan fuera.

Yo estoy a favor de la ley. No porque sea buena, sino porque estamos habituados a pensar en términos de permitido/prohibido, bueno/malo, santo/diabólico, moral/inmoral y mientras no lleguemos a la adultez (como sociedad) que nos sacuda de encima el polvillo del maniqueísmo, necesitamos de su mano. Tampoco hay garantías de que el crecimiento como sociedad vaya a llevarnos por un camino más razonable que el de la ley. Pero por ahora, la ley ha sido una herramienta muy útil para mantener las cosas bajo un cierto control. Lo que sí es necesario, es empezar a cambiar las leyes, hasta que podamos vivir sin ellas, de modo que no sean tan funcionales a los mismos "afortunados" de siempre.

Cambiar las leyes tampoco es algo tan fácil. Antes deberíamos ponernos de acuerdo.

Pero no es el punto. El punto es que las empresas por más que no les alcance, tienen la ley de su lado. La ley protege sus intereses, sus ganancias y todos aquellos que vulneran el orden legal, son perseguidos, penalizados y estigmatizados.

Los individuos, a veces, también tenemos la ley de nuestro lado, cuando la cosa llega a las manos de jueces que piensan más allá del libreto maniqueísta y pone las cosas en relación a alguna cuestión de derecho por encima de los intereses.

Pero tampoco es tan frecuente.

Ahora vamos al segundo paso de mi razonamiento. El segundo paso es que, al igual que en las empresas, seguir el procedimiento a rajatablas es el medio más seguro de fracasar en cualquier empresa (esto se estudia en la facultad, siempre es necesaria la concurrencia de voluntades), del mismo modo, la economía necesita de lo que está en el borde exterior de la ley. Digo borde para diferenciarlo de aquellas actividades muy lucrativas que especulan con la salud, la libertad y la integridad de las personas y sus bienes. Con borde exterior me refiero a cierta forma liviana de piratería.

Lamentablemente no tengo estadísticas y estaría muy bueno hacer un proyecto wiki de investigación en donde todo el mundo aportara en este sentido. Apuesto a que los resultados serían sorprendentes.

Mi teoría (y tercer paso) es que sin la economía de borde exterior, la economía crecería mucho más lentamente, disminuiría el consumo, y no se contaría con el conocimiento suficiente para que las empresas consigan sus fines.

El derrame de la economía de borde exterior es tan importante y tan difícil de medir que sería mejor ser cuidadosos a la hora de perseguir algunas de estas iniciativas, "en serio". Tal vez mantenerlas a raya, evitar abusos, pero las empresas deberían calcular en sus planes de negocio este porcentaje de piratería (sin fines de lucho o sólo con fines de subsistencia), permitirlo bajo ciertos límites y no reprimirlo con severidad.

Una amiga de la Maestría en Administración hizo una tesis excelente acerca de los perjuicios de las falsificaciones y la piratería.

Indiscutibles.

Pero, ¿se hicieron esfuerzos serios en medir las externalidades positivas de la economía de borde exterior?

Podríamos empezar con unas preguntas sencillas:

-Aquellos que aprendieron un segundo idioma, ¿usaron fotocopias? ¿copiaron el audio para práctica? ¿copiaron videos didácticos? ¿software de e-learning? ¿copiaron libros o utilizaron una copia no adquirida comercialmente por ellos mismos? Recordemos que el copyright no sólo aplica a la copia sino también al PRÉSTAMO y a la ejecución pública (por ejemplo, en un instituto de enseñanza, escuela, etc).

-Aquellos que aprendieron un arte, ¿accedieron a libros, ejecuciones musicales de calidad y renombre, videos de óperas, todos adquiridos por sí mismos en negocios autorizados?

-Aquellos que obtuvieron un título, ¿usaron apuntes, libros, fichas de ejercitación, paquetes office open source, sistemas operativos con licencias originales y propias, cartuchos de tinta o tonner originales, libros, ebooks, presentaciones, videos, siempre con licencias adquiridas a su propio nombre, dentro del circuito formal de la economía?

Hasta acá lo que se juzga indispensable. Todas las empresas contratan personal que "ya sabe" usar un paquete office, un software específico, un CAD, un programa de edición de imágenes o sonido. Y saliendo de la esfera tecnológica, los mismos conocimientos básicos de la secundaria y la facultad. ¿Alquien pregunta si compramos nuestros libros, videos, cintas de audio, discos, licencias de uso?

Pero vamos un poco más allá,.

Hay algo más difícil de medir y es el impacto de la cultura general en el crecimiento social.

Cine, literatura, música, fotografía, pintura, escultura. Tal vez lo más común de pensar es en la música y el cine. Interviene en las conversaciones diarias, se hace parte de los motivos de identificación, excusa para los almuerzos y las reuniones frente a la máquina de café, que las empresas saben el valor que tienen. El capital social. El famoso capital social. Las conexiones. Ni qué decir del conocimiento que difunden, tanto el cine como la música. Nos sorprendemos hablando de cuestiones profundas o filosóficas con una naturalidad que sería impensada en el Siglo X. Porque el cine y la música, a través de movimientos, temas y sus letras o sonoridades, nos envían, desde distintos estímulos, un conjunto de ideas que están determinados por uno o más paradigmas en pugna, vigentes, gestándose o en retirada. Valores, sensaciones compartidas. Percepciones acerca del presente, del futuro, del vínculo, del destino. Al igual que trovadores y troveros, a cargo de la transmisión de las "noticias" y la forma de vida, los valores, la moral, lo condenable, el ejemplo, la gesta, hoy en día el arte es tanto o más que la ciencia, encargada de llevar en forma incontrolada, las ideas de una mente a otra, posibilitando, mediante la difusión voluntaria, una nueva elección de valores, una nueva construcción compartida de las teorías del mundo no científicas que constituyen nuestras creencias.

Si no hubiéramos leído las fotocopias que leímos y nunca hubiéramos escuchado las copias truchas de audio (cursos, conferencias, música), ni visto las películas pirateadas, ni presenciado los covers y las representaciones y versiones libres no autorizadas, nuestra sociedad, ¿qué sociedad sería?


Buenos días.
 
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lunes, 7 de febrero de 2011

Trabajo: organizando las entradas

Estoy armando una especie de índice (está incompleto) con un germen de organización con los posts acerca de "Trabajo".

Es la opción de Menú llamada "Trabajo".

No está completo aún. Próximamente intentaré importar los posts de mi blog de "Teletrabajo" que había iniciado en Clarín (si es que aún están los posts) y los colocaré en su fecha original. Cuando esta tarea esté finalizada, agregaré un post, con un pequeño índice a esas notas.

Buenos días.

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viernes, 4 de febrero de 2011

El trabajo como valor VII: el avance tecnológico y el paso de la confianza a la desconfianza

Desde hace algún tiempo me he visto involucrada en tareas de seguridad informática, siendo que no es ésta mi función ni mi especialidad. Nada que ver con lo técnico, nada de criptografía, hackers, firewalls, virus. No, nada de lo más divertido. Mi función es meramente auxiliar en una serie de cuestiones "suaves" que resultan ser las más duras.

El avance tecnológico ha hecho que algo que siempre fue valioso pero que hoy se hace superlativo (hablo de la información y el conocimiento), se convierta en el Santo Grial: buscados, codiciados, investidos de atributos cuasi mágicos y custodiados con tanto celo que convierte a dichas prácticas en "duras" pese a que son "sociales" y no matemáticas, ni electrónicas. Digo que la tecnología ha transformado las prácticas humanas, sus relaciones y ante todo, la confianza. O viceversa...**

Creo que este post debería estar dividido en tres además de éste. Uno desarrollando uno de mis artículos favoritos, "Posdata sobre las sociedades de control" de Gilles Deleuze y este cambio de las relaciones sociales, mechándolo con un poco de Bauman cuando habla de las relaciones "orientadas a conexión" para luego pasar a desarrollar el vínculo entre esta característica y la "formalización de la desconfianza".

Otro post debería desarrollar el tema de la desconfianza y su relación con el anonimato, la prescindibilidad de los recursos humanos, el compromiso voluntario por identificación y la gestión del compromiso (tema que odio con todo mi ser) que es algo así como una inducción al compromiso por identificación con retribuciones ficticias, vacías de contenido, totalmente cosméticas.

El tercer post debería desarrollar estos ejemplos que empiezan a medrar y que antes eran "personajes" de literatura de seguridad informática o de cine "catástrofe soft" tipo "La Red" y que hoy empiezan a ser palpables porque le tocan al compañero o a uno mismo.

Es increíble cómo funcionan estas cosas. El Diablo está en los detalles. Es como en "Las Brujas de Eatswick" juntarse a pensar en algo hace que es algo adquiera entidad. Y se hace real. Es como el nuevo postulado que cada vez escucho más frecuentemente "una brujería hace efecto sólo desde el momento en que creés en ella" (el viejo "Las brujas no existen pero que las hay, las hay" reloaded) desarrollado simpáticamente en la película "La llave del mal". La famosa profecía autocumplida.

Como siempre insisto, lo que vemos en las películas y leemos (mucho antes) en los libros, es reflejo de lo que está pasando y alguien, un poco más sensible, mejor antena que otros, levemente paranoico, lo capta y hace un buen argumento que toca la fibra cagona* que todos tenemos mal escondida por algún lado.

El punto aquí es, sea que la tecnología afecta a la sociedad o la sociedad se expresa mediante la tecnología, hoy la desconfianza es un patrón de conducta que viene a mellar aún más la sensación de "seguridad en retirada",en todas las relaciones: las personales, con los compañeros de trabajo, las de la sociedad en su conjunto y las de las empresas con sus empleados respecto a su comportamiento frente a "esa maldición tan deseada" de la información.

Así que, antes de desarrollar estos tres posts (que con éste serían 4, veremos en qué termina), recomiendo la lectura de estos enlaces:

1) Cambios sociales:
"Postdata sobre las sociedades de control" de Gilles Deleuze (siempre releo la traducción de Caparrós pero ahora saltó ésta)

2) Toco y me voy:
"Amor líquido", de Zygmunt Bauman, prólogo. Yo conozco su planteo de "Vida líquida", en donde lo menciona brevemente, pero es en "Amor líquido" en donde lo desarrolla detalladamente. Yo sé que el título es más adecuado para un culebrón que para un libro de un sociólogo, algún diablo marketinero debió haber metido la cola. Pero el contenido de estas ideas es fundamental para explicar muchos de los cambios que se han producido en la sociedad y que están relacionados con el avance tecnológico** y con las sociedades de control desarrollado por Gilles Deleuze. Debo aclarar que el concepto de "liquidez" en Bauman, para aquellos que lo conocen menos que yo, es central en Bauman y justifica toda su teoría.

3) ¿La sociedad que ya vino?
"Leonia" de "Las ciudades invisibles" de Italo Calvino (imperdibles TODAS). Citada como ejemplo en el prólogo de "Amor Líquido". Esta ciudad consta sólo una página y sirve de "paréntesis literario" (marca registrada de Juan Antonio Ramonet y Silvia Ramos. FIUBA,)

4) INSIDERS y la "amenaza del escritorio de al lado": respecto de este tema prometo mejorar la oferta de artículos. He leído mejores artículos que estos y los reemplazaré en este mismo post en cuanto encuentre mejores, ya se me hizo un poco tarde. Pero igualmente introducen al tema de la desconfianza:
"La amenaza del escritorio de al lado"
"Cuando los empleados pasan a ser la mayor amenaza"
"Los malos hábitos de los "insiders" siguen representando una seria amenaza"
"Organizaciones quedan expuestas por sus trabajadores"

No son artículos largos, es posible ir leyéndolos, pues mientras tanto voy a ir desarrollando algún otro post más liviano, antes de encarar el análisis de toda esta información y su relación con el "trabajo como valor" que viene virando de la confianza a la desconfianza. Y de paso darme tiempo a leer Taylor (que es promesa de otro post anterior) que hasta ahora no he podido pasar de la justificación a Roosevelt.

Buenas noches.

*Cagón/cagona: es un adjetivo que ha ido perdiendo de a poco su carácter de mala palabra, aunque aún no está bien visto (informal), muy común en Argentina y aledaños y que significa temeroso/a, miedoso/a, tal vez incluso pusilánime o cobarde.

**Manuel Castells (citado por Tedesco en "Educar en la Sociedad del Conocimiento") no opina que la tecnología pueda imprimir estos cambios a la sociedad sino más bien a la inversa. Éste también es un lindo tema para analizar y no sólo lindo sino importante. Ya tengo en preparación un post sobre un trabajo de este autor.


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miércoles, 2 de febrero de 2011

El trabajo como valor VII: el avance tecnológico (Ulrich)

Ayer buscando literatura sobre política y economía en la mulita, encontré un artículo de Beck Ulrich. Autor citado en las clases de "Globalización y posmodernidad" a cargo de Martínez Nogueira, un profesor que me presentó un abanico de perspectivas que ignoraba y que tenían que ver mucho más conmigo que otras materias de la misma oferta académica.

"El pleno empleo significaba tener trabajo normal, que cada uno aprendía una profesión que ejercía durante toda su vida quizá cambiando una o dos veces de empleo, una actividad que le proporcionaba la base
de su existencia material. [...] ...el trabajo es desmembrado en sus dimensiones temporales, espaciales y
contractuales: de esta forma cada vez hay más seudoautónomos, empleados a tiempo parcial, contratos basura (en Alemania, empleos de 330 euros, sin seguridad social), trabajos sin contrato, trabajos que se hallan en esa zona gris entre trabajo informal y desempleo." Esta cita corresponde al artículo "LIBERTAD O CAPITALISMO: EL INCIERTO FUTURO DEL TRABAJO" aparecido en el diario El País, el 24 de noviembre del 2002. Han pasado algunos años, pero este panorama no ha cambiado tanto.

Ya he escrito de estas cosas, ¿por qué seguir con lo mismo? Porque al igual que muchos vengo adquiriendo argumentos de otros al punto de haber dejado de reconocer los míos. Conozco ya, a través de la propaganda monopolizante de los '90, los argumentos del liberalismo económico. Alguna vez me escuché argumentar (muy brevemente, por suerte), en ese sentido. Hoy indago en mi pensamiento original y estoy empezando a permitirme explorar otras ideas que hasta ahora rechacé por el miedo que me inculcaron. Creo que todos los hispanoparlantes hemos pasado por experiencias similares. Todos hemos adolecido de gobiernos autoritarios y/o dictatoriales y/o demagógicos y/o populistas. Y no sólo hispanoparlantes, también el resto de Europa los ha padecido, sin seguro de repetición. Basta leer "La misteriosa llama de la Reina Loana" para descubrir en mi educación aún, rastros de la educación en la que se descubre Yambo. Y ni qué decir de la educación de la generación anterior que no logra diferenciar el producto de su educación de sí mismos y lo llevan tatuado no ya en su piel, sino en su carne y en su alma.

Yo entré a Sistemas en los '90. Dejé el magisterio de música en aquella época y recién ahora me percato de que con ello sepulté una fallida historia sentimental (y su entorno), sino que también di vuelta la cara a un montón de valores que me eran estructurales. Salir de la escuela (como maestra), del grupo Mupusipi de "música para los más chicos", de los conciertos didácticos gratuitos y tiempo para componer y arreglar para pasar a los cubículos uniformes de las oficinas, fue un segundo nacimiento a un mundo que desconocía. Aprender sus reglas, adaptarme a sus códigos trajo algunos sacrificios de la mano. De hecho durante años no  escribí poemas. Ingresé en Ingeniería e hice lo mejor que pude mi tarea y me reinserté en el mundo laboral, después de los 30, con un perfil totalmente nuevo. Mucho más duro.

Yo hice la reconversión. Exitosamente. Y me metí en el río turbulento de la capacitación-sin-fin-para-seguir-vigente y ahí sigo, a más de una década, tratando de no caminar hacia un cementerio de elefantes de los muchos que prosperan bajo etiquetas de paraísos laborales.

Beck Ulrich tiene hoy 66 años. Y él, más que yo, con una veintena menos, fue parte de esa camada de gente que pasaba toda su vida prestando servicios en la misma empresa. La empresa era la vida. Una amiga, de Junín, contaba que en su "pueblo" (no por desmerecer, sino por enfatizar los aspectos emocionales que evoca la palabra "pueblo"), los ferrocarriles (ingleses) empleaban a varios de los miembros de la familia. Para que la familia, durante la cena familiar, hablara del trabajo, y compartiera eso que ocupaba la mayor parte de su vida, la mayor parte de las horas de su vigilia. Lograr la identificación, hacerse carne, para naturalizar esa vida, que iba a ser la única.

Volviendo a Ulrich, agrega: "El trabajo se precariza; [...] se programa la pobreza para los jubilados del futuro; los presupuestos exangües de los municipios no pueden financiar el asalto que se produce en requerimiento de sus servicios de asistencia social.[...] La flexibilidad también significa traspasar los riesgos del Estado y las empresas al individuo. Los empleos se hacen más de corto plazo, fácilmente rescindibles, es decir, 'renovables'. Al final, flexibilidad viene a significar que hay que alegrarse de que tus conocimientos y experiencia estén pasados y nadie puede decirte lo que tienes que aprender para que alguien pueda necesitarte."

Y más allá de que él habla de Alemania en el 2002, la descripción de uno de los círculos viciosos que se produce es universal y contemporáneo: "Es meridianamente claro que los Gobiernos, para abrir perspectivas vitales a las personas, deben fomentar lo que se llama producción de mayor valor y que genere mayor salario. Pero precisamente a causa de los elevados costes salariales se ha elevado también el grado de automatización de la economía. Y así nos encontramos en una rara dialéctica: cuanto más elevados son los costes salariales, tanto más procura el empresario introducir máquinas y así emplear a menos personas. Y el Estado incluso le recompensa por ello. Pero si el empresario sustituye trabajadores por máquinas y energía, los impuestos y contribuciones sociales tienden a disminuir. Y si emplea a más gente es castigado por los elevados costes laborales y sociales."

Este juego perverso de bajar los costos a costa de la mano de obra y a caballo de la tecnificación sumado al efecto contraproducente de las cargas sociales que en vez de ser fuente de recursos para el Estado se convierte en recurso punitivo, es lo que acentúa aún más este grave problema.

Vale la pena leer la descripción que hace de la situación alemana. Sin embargo no se limita, sale de sus fronteras para echar un vistazo en otros países y dice: "Saben que el trabajo ya no es lo que era y que su importancia para la creación de valor disminuye. [...] aunque queden asegurados los empleos se reducen las oportunidades de su remuneración.".

Yo recuerdo el discurso habitual en aquella época. Yo conocí la versión de los exitosos más de cerca porque pude insertarme en un sector que era próspero, como el de la informática. Sin embargo no se me escapaban las otras realidades y no pude ni quise ignorar cómo crecían en comparación con la que me tocó en suerte experimentar en carne propia. En este juego de suma cero, lo que perdían los operarios, los maestros, los médicos los ganábamos los administrativos y más que todos juntos, los informáticos.

Pero yo no dejaba de ver ese juego de suma cero en la sociedad y hoy se me presenta más claro que nunca. Señores, la economía es la disciplina que se especializa en el estudio y administración de los recursos "escasos". No hay para todos, uno para vos, dos para mí, diez para el vivo que se vende bien, y ¡qué peeenaaaa! ninguno para aquellos pobres infelices que no se dieron cuenta a tiempo.

Con el tono del resto del artículo no coincido tanto, tal vez por desconocimiento, por ignorancia, por ideología o porque el paso del tiempo ha mostrado otros matices que el autor no llegó a ver o bien desestimó. Hay sin embargo otros temas interesantes y controvertidos para tratar que surgen del artículo, como el envejecimiento de la población y sus consecuencias o la inmigración, pero por ahora no quiero meterme en cuestiones tan sensibles.

Por ahora me quedo con esto y espero poder prepararme para un próximo tema relacionado al trabajo y que tiene que ver con cómo veían al trabajador las escuelas de administración de Taylor y la de Elton Mayo.

Buenos días.


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martes, 1 de febrero de 2011

Notas para mí

En el principio era el caos. Y nada cambió desde entonces. Nuestra aspiración al orden es pura pretensión y arrogancia. Una vocación a ir en contra de nosotros mismos y destruir aquello que es natural e irrenunciable. Así pasamos toda la vida tratando de convertirnos en otra cosa.
La realidad es caótica, no hay un orden en las relaciones, en los sentimientos, en la forma de razonar, en la evolución de la historia, ni en la de los primates.
Nuestro afán de abarcar la realidad hace que hagamos modelos, simplifiquemos y de buena gana ignoremos aquellos aspectos que atacan nuestra aspiración al orden. Y nos creemos nuestro propio mito.
Y así decimos "abajo es como es arriba", nos ponemos bajo el ala más o menos cálida y hedionda de los dioses, luego nos ponemos encima de la creación e imponemos de este modo nuestra imperfecta e inestable noción de orden al resto de la Naturaleza.
Y la Naturaleza hace la suya.
Qué bichos más jodidos que somos.


Buenos días


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