lunes, 31 de enero de 2011

El trabajo como valor VII: el avance tecnológico y la naturalización de lo nuevo

A nadie se le escapa a esta altura que los avances tecnológicos afectan y mucho al trabajo. Para ser estrictos, y en función a las distintas reseñas históricas que hay disponibles acerca de la evolución del concepto, podemos hablar de "trabajo", estrictamente y como lo conocemos hoy en día, recién desde la Revolución Industrial.

Es con la revolución industrial que deja de valer el talento y la experiencia para dejar paso a la disciplina y la regularidad. Con el tiempo, aparece la escuela cuyo fin primordial era disciplinar a los futuros trabajadores para cumplir con sus tareas de acuerdo a las necesidades de los talleres y luego, de la línea de producción en serie.

En todos lados nos encontramos con el concepto de sociedades disciplinarias de Foucault que surgen con el establecimiento de los estados-nación, y contemporáneamente a los talleres y las escuelas. Y tal como dice Bob Black, nacemos el entorno disciplinario de la familia, luego vamos a la escuela durante toda la infancia y adolescencia y salimos convertidos, como en The Wall, en una suerte de carne picada, que desagrega las diferencias y amasa seres uniformes "todo-uso y servicio", con matices simpáticos (más magros, menos magros).

Tal vez suene exagerado. Esto es porque lo vemos natural y no nos parece tan grave pero la realidad es que desde la cuna nos dan letra y nos tocan la misma música para que bailemos todos el mismo minué y terminamos escuchándolo afinado. Yo también soy hamburguesa de la misma picadora.

Es natural y no podemos concebir otra cosa.

Tampoco yo.

(En otra oportunidad trataré de trabajar un poco las ideas de las "sociedad afluentes originales" y el achatamiento de las organizaciones, de dónde proviene y qué consecuencias trae. Pero por ahora me limitaré a reforzar lo que produce esta idea de naturalización.)

Todo lo que vivimos como natural es sin embargo inculcado. Es algo en lo que creo fervientemente y ha aparecido ya en otros posts acerca de la información y el conocimiento. Los seres humanos somos productores y productos de nuestra cultura y salimos más o menos de acuerdo a un molde, temporal, que va variando, pero armoniosamente a lo largo de las décadas. Norbert Elías lo desarrolla muy claramente y nos deja manifiesto que cada detalle de nuestra "buena" educación, era impensada en otro momento.

Los motores, la máquina a vapor, la electricidad, las comunicaciones, la electrónica y la informática ahora, cada una ha ido imprimiendo nuevas formas de pensar, nuevas naturalizaciones. Cambios en el "sentido común" social.

Aquellos que caen en la transición, que reciben el golpe ya de grandes, son los que van quedando afuera o por lo menos varios escalones más abajo. Del mismo modo aquellos que son educados muy estrictamente según los conceptos y visión del mundo de la generación anterior. En este punto, los más rebeldes corren con ventaja en esta carrera de la adaptación. Y hay que admitir que la resistencia no ha logrado jamás revertir el estado de cosas que se impone con las innovaciones tecnológicas.

Todo el tiempo escuchamos "¿y cómo hacíamos cuando no había teléfono?", "¿y cómo hacíamos cuando no había celular?", "¿y cómo hacíamos cuando no había Internet?". Si hoy, muchos adultos adaptados no conciben la vida sin un GPS, el LCD, el celular, el wifi, cuánto más los jóvenes y mucho más aún, cuando esos jóvenes ingresan al mercado laboral y empiezan a ocupar las gerencias. En donde todos estos adelantos y los cambios en la forma de concebir el mundo, son "naturales".

Es la ley de la selva. Siempre lo es. La fuerza física y la violencia ha dejado paso al conocimiento y la capacidad de adaptación y desapego.

Tedesco (que empieza muy bien su trabajo pero luego me parece que patina) dice en "Educar en la Sociedad del Conocimiento": "Mientras en el modelo capitalista tradicional la pobreza o la condición asalariada podían ser pecibidas como consecuencias de un orden social injusto, en el nuevo capitalismo tienden a asociarse a la naturaleza de las cosas y, en última instancia, a la responsabilidad personal."

Los que quedan afuera entonces, son los culpables de haber quedado afuera.


Buenas noches.

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El mundo de las ideas

La pucha que es jodido el mundo de las ideas. Tengo que aprender que en el mundo de las ideas no hay inocentes.

Ojo, podés quedar pegado en cualquier momento a cualquier cosa.

Buenos días.

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viernes, 28 de enero de 2011

El trabajo como valor VII: alejando la zanahoria

En cuanto leí el ensayo de Bob Black noté que en mi post "El trabajo como valor VII: el avance tecnológico (Rifkin y otros)", había una afirmación poco clara.
Mi afirmación es "Y por más que nuestros docentes insistieran de que no era estrictamente cierto que esos empleados tuvieran motivos para temer, la realidad es que sí los tienen y en muchos casos, los temores se hacen realidad tarde o temprano."

Tanto Bob Black como otros observan que no es cierto que cada vez haya menos trabajo sino más. Y puede ser cierto según el enfoque. ¿Por qué entonces, esos temores se hacen realidad tarde o temprano?

Cuando se implementa una aplicación de software, un robot, o se automatizan tareas, o incluso se implementan procedimientos que atacan la discrecionalidad, la arbitrariedad y el uso del poder, en realidad lo que se hace es sofisticar los requerimientos sobre los trabajadores.

No siempre el trabajador está en condiciones de asumir sus nuevas tareas o ser reconvertido a otros puestos y no siempre que esto es posible, el trabajador lo acepta. Algunas veces (y bastante frecuentemente negado insistentemente hasta que hace eclosión) esto se percibe como un "alejamiento de la zanahoria". Cada vez es más difícil hacer valer la experiencia por una cuestión de obsolescencia. Las nuevas tareas (en el mismo puesto u otro) requieren conocimientos previos que no se tienen o bien habilidades cada vez más sutiles que ese individuo no desarrolló porque se comoditizaron mucho después.

La realidad es que el mercado requiere cada vez mayor calificación para el mismo "tipo" de tareas. Y cada vez hay más gente que queda afuera tarde o temprano. Porque tampoco se reconoce el derecho de no querer entrar en el vórtice de la recapacitación eterna, que implica muchas veces sacrificar el tiempo libre.

Atención, muy pocos son capacitados en horario laboral y menos aún aquellos a los que dicha capacitación les alcanza. No sólo la capacitación "in company" no es suficiente para "aprender" sino que tampoco está dirigida a todos los que la necesitan. Dichas capacitaciones son exitosas si el individuo cuenta con conocimientos previos suficientes para dar este nuevo paso. Es una cuestión elemental de "teoría del aprendizaje" totalmente ignorada por los capacitadores, por carencias en el terreno didáctico o bien por falta de tiempo y metodología. Habituados a los resultados de los tests diseñados para ser respondidos exitosamente aún sin comprensión, estos capacitadores muchas veces ni siquiera perciben que estos empleados no están aprendiendo. Y´aquellos que no alcanzan a transformar internamente estas estructuras de conocimiento, intentarán replicar lo que ven que hacen otros, imitar, y tarde o temprano será notorio que no hay una falta de comprensión en sus acciones (resultante de la copia y no del aprendizaje genuino) cuando alguna condición de contexto al variar, los deje en evidencia.

Esta sofisticación conduce además a una mayor burocratización que resulta en una desensibilización de la lógica original de las actividades, pues ésta queda reemplazada por otra lógica: la de la seguridad, el control, el orden, como nuevos valores. Por lo que aquellos que fundaban su autoestima en la realización de una tarea, hoy se sienten perdidos porque su conocimiento se pierde en una miríada de exigencias que no alcanzan a valorar.

La instrucción previa del trabajador si fue lo suficientemente conceptual como para permitirle una actualización no traumática, hará de clasificador, y podrá abrirle puertas accediendo a sueldos similares o aún mayores si logra una reconversión exitosa en estos espacios cada vez más reducidos o, en caso contrario lo expulsará hacia abajo. El trabajador promovido, como resultado, tendrá más trabajo aún que antes.

Yo veo permanentemente cómo muchísimos empleados (white collar) van cayendo exhaustos en esta lucha de mantenerse actualizados. Mientras que antes se desempeñaban adecuadamente, hoy se sienten superados por permanentes y vertiginosos cambios que no llegan a absorber. Y también he sido testigo de la angustia que les produce observar cómo su calificación disminuye e incluso peligra su posición.


Buenos días.



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El trabajo como valor X: la gente I

Puse una encuesta de una única pregunta acerca del trabajo cuando éste no es necesario para subsistir*. Estará abierta hasta mayo. Sin embargo con sólo 10 votaciones hay un par de resultados interesantes, que habría que ver, en la medida que se acumulen las participaciones, si marcan o no una tendencia.

Estos primeros 10 votos son de conocidos míos a quienes pedí especialmente su participación. ¿Por qué hago un corte aquí siendo tan poca gente? Porque sé quiénes son y puedo hacer un pequeño análisis demográfico de estos votos. Se trata de gente de clase media, media-alta, que mayormente trabajan en empresas grandes (una multinacional y una nacional), que tienen cubiertas sus necesidades básicas y muchas de sus metas aspiracionales, varios de ellos con hijos jóvenes o recién nacidos, casi todos varones. Conversando personalmente con ellos (sin saber qué habían votado), a priori son personas que desean cosechar los frutos de su trabajo manteniendo su actual ritmo de consumo/placer.

Lo interesante es que ninguno manifiesta sentirse presionado por la mirada social (o bien no se entiende la opción, que también es una posibilidad).
Sin embargo la mayor cantidad de votos corresponden a dos categorías: la posibilidad de mantener un ritmo de consumo ligado al bienestar y como medio de realización personal. Ambas son interesantes y van en la línea de las lecturas propuestas en los posts sobre "Trabajo como valor ... etc...".

Hay dos de estas opciones que, recién ahora veo son incompatibles por cómo están redactadas pero que algunos votantes no lo interpretaron así:
Tal vez para tener un ingreso extra, pero sin horario y sin obligaciones
y
Sólo voluntariamente con fines sociales.

Lo interesante de la segunda opción es que me consta que fue votada simultáneamente a la anterior. Sin embargo contiene un "sólo" que a priori excluiría la posibilidad de trabajar por una retribución monetaria.

Esto muestra mi apresuramiento al diseñar la pregunta. La próxima saldrá mejor.

Hay tiempo hasta mayo para participar.

(*) Copio textualmente la encuesta para que, en la medida que pasen los meses y sea reemplazada por otra, pueda referirse el diseño original:
SI TUVIERA ASEGURADA LA SUBSISTENCIA, ¿TRABAJARÍA?

Tal vez para tener un ingreso extra, pero sin horario y sin obligaciones
Tal vez, por las implicancias sociales
Tal vez, para no aburrirme
Sí. El ocio es peligroso/perjudicial
Sí. Es fundamental para mi realización personal/sentirme útil
Sólo voluntariamente con fines sociales
No y no haría nada en su reemplazo
No. Tengo muchos otros proyectos para hacer


Buenas noches.


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jueves, 27 de enero de 2011

Atravesar puertas

Con este tema de la información, el aprendizaje y el conocimiento royéndome el cerebro durante años, es lógico, creo yo, que las cosas se expliquen para mí, en función de la mirada. Cómo miramos los acontecimientos, desde dónde, con qué bagaje de conocimiento previo. Con qué herramientas desmenuzamos los que miramos, aquello sobre lo que posamos nuestra mirada, eso que nos detiene y nos devuelve esa ilusión de que, por un rato, el tiempo no transcurre.


Y depende de lo que hagamos mientras el tiempo sí transcurre.

Yo miro los árboles sobre la tierra, contra el cielo. Y miro la tierra y miro el cielo. Huelo y escucho el viento en las hojas y los pájaros. Camino y escucho mis pasos y las voces de los hombres y las máquinas a mi alrededor y todo eso me habla y me dice montones de cosas. Día a día, cosas semejantes, permanentes, reiterativas.

Otros miran a sus compañeros de trabajo, a su familia, el diario, a vendedores y luego ve el noticiero, y más tarde ve a Tinelli, por ejemplo.

¿Es necesario que diga que miramos distintas cosas? ¿Es necesario que insista en que cuando miremos lo mismo vamos a ver cosas distintas?

Yo veo el árbol y su estar y nosotros pasando a su alrededor. Y luego imagino que el árbol sigue y nosotros nos vamos y vienen otros. Y que de tan rápido que es nuestro pasar, no somos tal vez algo distinto que la brisa. Y que la tierra ve nacer y morir el árbol, y en su lugar ve crecer otro o un arbusto o un edificio. Y tal vez ni se entera de nuestro paso de tan breve que es. E imagino que el sol ve pasar la tierra y consumirse luego y no se entera del árbol y de nosotros de tan pequeños que somos. E imagino que la galaxia ve pasar el sol como un breve suspiro y no se entera de la tierra, del árbol en la tierra y de nosotros pasando minúsculamente viendo o no el árbol.

Y para nosotros el tiempo pasa lentamente y nos da suficiente oportunidad de plantearnos en aprovechar o malgastar nuestra vida.

Y podría seguir.

Pero ni siquiera lo veo así, porque sé que el árbol, la tierra, el sol y la galaxia, ninguno de ellos tiene conciencia de sí mismos o del otro ni son capaces de pensar. Y eso no los hace menos sino distintos. Pensar que el pensar nos hace unas criaturas curiosas y únicas es arrogante y completamente inútil. Nuestro mejor esfuerzo como hombres y como humanidad, no trascenderá. Sólo nosotros en nuestra limitada forma de pensar en términos de antes y después, de bien y mal, de mejor y peor, malgastamos nuestros días en banalidades.

En nuestra soberbia no nos damos cuenta de que estamos atados al tiempo y su caprichosa secuencialidad, y no podemos concebir qué podría haber antes del inicio ni después del fin. No podemos siquiera pensar que algo podría no tener comienzo ni fin. O bien que serían completamente fútiles estos conceptos en otro plano de pensamiento o de algo distinto al pensamiento. Y en vez de sentirnos limitados nos sentimos superiores de ser concientes de algo que creemos superior a todo sólo por el hecho de tenernos atados.

Es como el sueño de José Arcadio Buendía, que abría puertas y transcurría habitaciones hasta que sabía que debía volver y regresaba sobre sus pasos atravesando las mismas puertas hasta cerrar la última y despertar.

Hasta que un día despertó antes de cerrar la última puerta y se volvió loco.

Entonces, luego de estar años yendo y viniendo, abriendo y cerrando las mismas puertas, se llega a este punto en que hay cosas que me enseñaron, que me dejan de servir. Y ya no puedo disfrazarlas de ninguna otra cosa. Les puedo pintar una puerta encima porque sé pintar una puerta. Pero siempre sabré que es un puerta pintada.

Una vez que vemos, no podemos dejar de ver.

Eso es morder la manzana. El fruto del árbol de la sabiduría que Dios sabía que nos acarrearía ingentes pesares y trabajos. La vida no vuelve a ser la misma. Es tomar la píldora roja. Como Neo, como Odiseo, como Hércules, como Prometeo o Pandora, como tantos, tantos imaginarios arquetípicos que supimos elaborar mientras abríamos las puertas y las dejábamos sin cerrar sólo para que otro la encontrara abierta tras de nosotros...

Y con todo esto, ¿qué?.

Que en la secundaria me dijeron "la ética va más allá de la moral. La moral está atada a una época."
Y ya me dejó de servir. No se sirve como respuesta, no me responde las dudas ni me explica el mundo.

Buenos días.



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El trabajo como valor IX: Meet Bob Black

Cuando estudiaba Sistemas en Ingeniería tuve un profesor que se autoapelaba "el petizo Carranza" con tonada cordobesa y arrastrando la erre. Entre sus muchos matices tenía uno en particular y era su estilo de presentar los temas en clase. Siempre comenzaba un tema, dando algún ejemplo de una situación errónea manifiestamente exagerada y desprestigiando luego a los supuestos defensores de aquello que estaba "mal". Esto provocaba una cierta molestia en su auditoio porque sonaba algo agresivo o soberbio, arrogante. Cuando veía que no era comprendido decía "es que yo cultivo el estilo "libelo"*".


Reconocí este estilo al comenzar a leer "La abolición del trabajo" (1985) de Bob Black (1951). Y también reconocí mi propio estilo, cuando estoy saturada ante algo que juzgo estúpido o indignante y que supera mis barreras inhibitorias. Reconozco que si no hubiera conocido las citas de su artículo con anterioridad, habría pensado que era un charlatán. El libelo podrá ser un recurso para movilizar el contrargumento y poder combatirlo pero la verdad, es que otros tantos ignorarán al expositor por juzgarlo poco serio. 


En el nombre del autor puse un link a un artículo de Wikipedia que resume las ideas de este abogado anarquista. No sé si con razón o no, los anarquistas han sido estigmatizados desde hace mucho tiempo como "tirabombas", violentos e incluso como un "rejunte de locos" **.


Pero convengamos que la siguiente ironía es digna de aplausos: "El tiempo libre es un eufemismo para la manera peculiar en que el trabajador, como factor de producción, no sólo se transporta a sí mismo, a sus propias expensas, desde y hacia el puesto de trabajo, sino que además asume la responsabilidad por su propio mantenimiento y reparación." 


Me dan ganas de estallar en carcajadas y llorar amargamente, simultáneamente. 


Ya sabíamos desde el primer artículo de Cuaderno de Materiales Nro. 9, que los griegos deploraban el trabajo, como algo indigno de hombres libres que destruía además sus virtudes, según atribuyen Platón y Jenofonte a Sócrates (del artículo de B. Black). 


Cuando Black explica con distintos ejemplos cómo hace 3 siglos atrás la gente trabajaba entre la mitad y las 3/4 partes del año, si es verdad lo que dice, entonces hicimos una pésima adquisición en la Revolución Industrial. 


Acentúa sus ejemplos poniendo en duda el estado de violencia y precariedad en que vivía el hombre primitivo. Hoy en día, después de haber descubierto que hemos estado sometidos a ingentes campañas de "miente, miente que algo queda", me pregunto si no estará acercándose a la realidad cuando dice "todo eso era una proyección  de los miedos ante el colapso de la autoridad del gobierno sobre comunidades que no estaban acostumbradas a vivir sin él". Esto me pone suspicaz y conspirativa pues me remite a las primeras formas de control, el disciplinamiento por la fe y la autoridad divina, con el miedo como instrumento de imposición. 


O tal vez vi mucho cine y leí muchos péndulos de Foucault y rencillas de poder memorables en la historia del catolicismo.


Cita un interesante trabajo de un antropólogo en donde muestra una sociedad básica real en donde el trabajo es mínimo y parecido al juego***.


Amén de estas pocas notas, este artículo es controvertido por donde se lo lea. Carga contra Darwin, contra Maslow y contra todo lo estatuido como científico por la universidad, contra todas las versiones oficiales de quienes sufrían más en la guerra de Secesión y otros acontecimientos históricos.


Dar por cierto lo que dice Black nos conduce a "1984"**** en donde la historia se reescribía continuamente, o a tomar la pastillita roja como en Matrix y enterarse de la conspiración del Arquitecto y la Pitonisa y descubrir que la Historia Oficial del Mundo ha sido reescrita todo el tiempo. Y tal como dice Eduardo Mignona en "Quien quiere oir, que oiga" (Ópera Evita): "si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia".


Tenebroso. No soy tan conspirativa y desconfío de ambas versiones, la oficial y ésta.


Aún así, coincido con dos apreciaciones, al menos en lo aparente. Por un lado, mi permanente preocupación acerca del consumo conspicuo de la Economía de Consumo (que ilustra muy bien Zygmunt Bauman) que obedece, a la necesidad imperiosa de continuar creciendo, para lo cual hay que aprender a desechar la producción que sobra y queda obsoleta vertiginosamente y sin pena ni culpa, ya que no le sirve a nadie (convengamos que al que le falta lo básico, no le hace falta un sofistado Led TV). Black dice que trabajando menos, la producción disminuiría a lo realmente necesario. Si no hubiera una exigencia externa a trabajar a nadie le preocuparía que no hubiera trabajo suficiente para que todos trabajen 8x5 semanales.


El segundo punto está relacionado con el primero y es asombroso. Bueno, no tanto. Aquel que ha leído o al menos asistido a alguna clase de Administración sabrá qué es un costo de transacción. Básicamente es todo lo que se agrega por hacer una transacción: papeleos, traslados, CONTROLES, etc. Costos que no integran el producto o servicio pero que no pueden ser omitidos. Black escribe que algunos autores afirman que más del 90% del trabajo en la actualidad son costo de transacción. 


Es verdad. Me consta.


También menciona el crecimiento de la relevancia de las tareas administrativas en comparación con las tareas productivas. 


Black pinta luego un cuadro de soluciones a un montón de problemas sociales, incluso algunos de aquellos que son considerados de género. 


Voy a dejar para otro momento (porque es lo mío y ya no tengo fuerzas ni voluntad de argumentar), los párrafos dedicados al trabajo de informática y tecnología.


Yo no sé si el panorama es tan conspirativo como lo pinta Black. Sí sé que a veces los mecanismos sociales operan como lavados de cerebro y nos autoconvencemos, naturalizando lo antinatural hasta dejar de notarlo. También sé que más de una vez me he planteado e incluso imaginado los beneficios de un mundo sin tanto sometimiento al trabajo, con más tiempo libre, menor consumo y menor concentración de poder. Pero también me asusta lo que dice Hannah Arendt: "puesto que se trata de una sociedad de trabajadores que está a punto de ser liberada de las trabas del trabajo y dicha sociedad desconoce esas otras actividades más elevadas y significativas por cuya causa merecería ganarse la libertad.""


Buenas noches.


(*) Libelo:  Escrito en que se denigra o infama a alguien o algo.
(**) En "El agente secreto" de Joseph Conrad se explica esta creencia de la época de auge del Anarquismo acerca de adolecer de una ideología común. Además de esta novela, mis otras referencias son "La Patagonia Rebelde", "La Fuga", "La estrategia del caracol". Menos que básica :S
(***) Marshall Sahlins, "La Sociedad Afluente Original". Las únicas citas en Internet a este título son los extraídos textualmente del artículo de Bob Black, a excepción de Mundo Laberinto en donde se amplía esta historia. 
(****) George Orwell

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miércoles, 26 de enero de 2011

El trabajo como valor VIII: un recreo antes de seguir

Siento un paralelismo entre:
"Israelitas, cristianos y musulmanes profesan la inmortalidad, pero la veneración que tributan al primer siglo prueba que sólo creen en él, ya que destinan todos los demás, en número infinito, a premiarlo o a castigarlo."

y

"Curiosamente -- o quizás no -- todas las viejas ideologías son conservadoras porque creen en el trabajo. Algunas de ellas, como el Marxismo y la mayoría de las ramas del anarquismo, creen en el trabajo aún mas fieramente porque no creen en casi ninguna otra cosa."

El primer párrafo pertenece a Jorge Luis Borges, de su cuento "El Inmortal" del libro "El Aleph".

El segundo corresponde a "Abolición del trabajo" de Bob Black.

Buenos días.

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El trabajo como valor VII: el avance tecnológico (Rifkin y otros) - las otras medidas

Ante todo, como he visto que por algún motivo este tema es muy convocante, debo advertir que estos posts son de "entre casa", para un ejercicio de introspección, para arriesgar conclusiones o ensayar argumentos y contrargumentos. Se decepcionarán si buscan un artículo que hable específicamente sobre Rifkin o Buchanan y sus teorías o ideas.

En la serie de posts sobre "El trabajo como valor" he estado releyendo, atando distintas lecturas, buscando nuevas y fue así que me topé con un número de la revista Cuaderno de Materiales, el nro. 9, que trata en 5 artículos, el tema del Trabajo.

En este último artículo, el llamado "Ante la crisis del trabajo" de Antonio Antón, hay varias ideas y conceptos. En un post anterior me explayé sobre el tema del impacto de la tecnología relacionándolo con mi propia experiencia y agregando un extenso párrafo de Tedesco acerca de la influencia de la tecnología en el trabajo.

En éste me interesa destacar otro aspecto del artículo: el tema del reparto de la renta y del trabajo.

Muchas veces me prometí buscar datos acerca del PBI per capita mundial y la concentración de riqueza por región. En el libro de Tedesco, "Educar en la sociedad del conocimiento" se compara la distribución antes y después del despliegue de la tecnología en países de distinto grado de desarrollo*. E interpreta que la distribución del ingreso en los países más desarrollados muestra una tendencia cada vez más acentuada a la desigualdad**.

En este tema hago agua por todos lados, no sé cuál es la solución. No sé nada de socialismo y comunismo, y lo que sé del capitalismo es lo que he experimentado, aquí, en el Rabo del Mundo (como me gusta decir). Así que más que repetir lo creo haber leído, no puedo y no puedo tampoco elaborar una opinión que considere propia.

No sé si por prejuicios, por la marca de fuego del miedo de la dictadura, del "merecido" castigo que aguardaba a quienes se interesaban por las ideologías de izquierda, pero me parece que la solución no anda por ahí. Hay muchas medidas que provienen del socialismo que comparto, pero otras que no.

El capitalismo me parece que está haciendo mucho daño, no sólo al planeta, no sólo a las sociedades, sino también al Hombre y su expresión más genuina, su Cultura. Tal vez equivocadamente, no lo sé, pero yo no puedo privilegiar un orden nacional, regional o local que sacrifique el bienestar del hombre.

Yo no sé si hay o no otra vida, después de ésta, pero yo voy sobre seguro y prefiero vivir como si no la hubiera. Y vivir de este modo hace inaceptable el sufrimiento, el padecimiento, y la postergación en ésta. Sobre todo porque con esta idea no hay nada que una pueda llevarse, ningún mérito por acumular, ningún resarcimiento posterior.

Por eso me autodefino como "humanista" aunque no sé si existe tal cosa. Aún no he buscado nada al respecto y no quisiera tampoco ser "abducida" por ideologías ajenas que porten el mismo nombre.

Ser humanista para mí no es ser hedonista. Si fuera hedonista abogaría por el mérito, porque he tenido las oportunidades necesarias para formarme y tener un buen empleo y podría aspirar a mejores posiciones incluso. Y la verdad, pensar en un mundo movido por el mérito, cuyos bienes se paguen con ingenio, deja fuera de la fiesta a la mayoría. La mayoría que no le interesa competir o bien que no puede.

Tengo que recordar nuevamente las presentaciones del Dr. Albino y su explicación del desigual desarrollo cerebral en niños subnutridos y sin estímulo versus niños "normales". Menciona además la importancia de tener un buen "cableado" para desarrollar la inteligencia. Estos son los que no podrían competir en una sociedad meritoria.

Pero aunque resolviéramos este problema tampoco hay lugar para todos aquí. La estructura del poder siempre fue piramidal. La cumbre está reservada a unos pocos. Los más meritorios. No discutiremos aquí qué méritos son esos, pero sin duda hay algo que hacen mejor ellos que nosotros los que estamos más abajo, algo que la mayoría de nosotros no logrará jamás.

Por eso y por esta idea (loca o no) de que ésta es nuestra última oportunidad de aprovechar la vida, me parece que debería alguna forma mejor de repartir lo que hay y disfrutar todos y sin culpa ni remordimientos de lo que gozamos.

Sin duda no esperaba haber sido la única en pensar esto. Y en artículo se analizan tres de ellas con algunas variantes y discusiones.

Una es la de la distribución de la Renta Básica (RB). No es nada nuevo. Por el Rabo del Mundo, sabemos de qué se trata: un beneficio universal... o no, pero sí beneficio, subsidio, ayuda, etc. No importa cuán universal sea, hay muchas discusiones al respecto además de las que constan en el artículo. Pero en el Rabo del Mundo sabemos que produce efectos secundarios nocivos para la sociedad, pues disminuye cada vez más la porción productiva de la misma y este efecto se acentúa generación tras generación. No quiero meterme con cuestiones morales porque no es la idea volver sobre mis pasos y reflotar argumentos puritanos. Pero sí el argumento humanista que le sale al cruce y que dice que "La participación en el proceso social de producción es un factor esencial de socialización y de pertenencia a comunidades y grupos formalizados".

El otro punto es la distribución del trabajo y la necesidad (o no) de resolver la existencia de trabajo para todos. Discute detalladamente este tema y me parece que por momentos es descuidado, un poco reiterativo o poco claro al establecer diferencias (pero también puede ser la hora).

Lamentablemente para mí, el autor desestima el ocio como alternativa (¡lástima!).

Sí, estoy de acuerdo con la afirmación "es saludable criticar y tomar distancias contra este desarrollismo económico y la mercantilización del ocio".

Tal vez a esta altura de mi vida, y en enero (fundamentalmente) estoy más relajada respecto de mi relación con el ocio y no siento esa necesidad estigmática de realizarme a través del trabajo. Pero aún este mandato puritano rige en el imaginario social. Y si no fuera válido como de hecho ya ocurre en algunas sectores excluidos, la sociedad atribuye igualmente a ésta, muchas conductas que se observan en dichos grupos.

No estoy segura del estado de estas discusiones en la actualidad. De la jornada laboral, ya hemos sabido en los dos últimos años, de inciativas en Europa en sentido contrario. Respecto de las rentas básicas, no son novedad: universales o segmentadas, temporarias o casi-permanentes.

Habría que ver si hay algo nuevo en estas iniciativas.

Buenas noches.

(*) No quiero transcribir esta tabla porque yo NO sé leerlas, no logro ver lo que el autor ve, tal vez porque no tengo suficiente base teórica o no le dediqué suficiente tiempo o bien estoy leyendo la interpretación apresuradamente (no sería nada raro). Me prometo intentar entender esas tablas más adelante.

(**) Aquí también tengo problemas pues mi cerebro se resiste a ver "tendencias" con sólo comparar 1960 contra 1990.

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martes, 25 de enero de 2011

El trabajo como valor VII: el avance tecnológico (Rifkin y otros) epílogo

Al releer y corregir un poco la sintaxis del post anterior, vi lo duro que era. Me conmocionó tal vez la forma en que están expresadas algunas ideas pero debo agregar algo que dará un poco de alivio ante la "amenaza" tecnológica.

Ser eficiente requiere mucho estudio y compromiso. Muchos (gran parte) de los estudiantes, no afrontan su estudio con esta responsabilidad y se limitan a aprender muy bien los mecanismos que los conducirán al título. O sea, reproducir viejas recetas despojadas del contexto original que les dio sentido. Esto hace que desde el arranque, partamos con una base débil en esto de apropiarse del conocimiento del otro.

Las organizaciones grandes, cada vez más burocráticas y paranoicas, son cada vez menos eficientes, lo cual produce un "achanchamiento" de sus profesionales. De protestar por los obstáculos, pasan a convertirse en obstáculos ellos mismos, hasta que llegan al punto de olvidar cómo era eso de ser eficientes.

Esto hace que por más aplicaciones de software que hagamos, la cantidad de recursos humanos que quedan fuera del circuito es mucho menor de la que potencialmente podría ser excluida.

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El trabajo como valor VII: el avance tecnológico (Rifkin y otros)

Continuando con la lectura del número 9 de Cuaderno de Materiales, hoy estamos con el último artículo llamado "Ante la crisis del trabajo" de Antonio Antón.

Tal vez quien llegue a estos posts se desilusionen porque yo no estoy desarrollando temas, sino investigando cuestionándome, arriesgando conclusiones, preliminares, intermedias, finales, buenas, malas, retrocediendo y volviendo a avanzar. Este blog es el devenir de mi pensamiento. No pretendo aquí dar cátedra de nada sino leerme y descubrir qué pienso, revisar creencias, explicar aprendizajes, discutir, comparar, rememorar.

Con estos artículos tal vez me detengo en algunos puntos o me extiendo en algo que rememoré y que tal vez no se relaciona directamente. Me disculpo si algún lector esperaba otra cosa, como sospecho que ocurrió con los posts que mencionan a Buchanan. Lamento que aquellos que vinieron en busca de algún conocimiento se hayan ido con mis preguntas en lugar de sus respuestas.

Comencemos con el ejercicio de introspección.

Respecto de esta nota (que da para varios posts), pienso ir comentando las ideas que me surgen durante su lectura y traer lecturas o ideas ajenas al artículo que contribuyan a ampliar su contenido.

En este artículo mi primer alto tiene que ver con esta afirmación acerca de que en épocas de desempleo, el avance tecnológico tiene un mayor efecto.

Cuando estudiaba en la facultad debíamos aprender uno de los temas más sencillos de entender y más difíciles de enfrentar en la vida real: la resistencia al cambio. Supongo que ahora que sale al ruedo el tema, lo desarrollaré más adelante, para rumiar lo que sé y lo que he vivido al respecto. Nuestros profesores en distntas materias, profesionales entre 30 y 50 años, tal vez con un poco de soberbia (pienso ahora), repetían una y otra vez que la forma de trabajar sobre la resistencia al cambio es entendiendo que no es cierto que los sistemas hagan peligrar puestos de trabajo, y que no tiene por qué ser así.

La realidad, señores, es que, en general sí es así.

Digo en general porque hay dos condiciones (ahora se me ocurren 2 pero podrían ser más) en virtud de las cuales esto no sería así: la primera es que si la tecnología viene a levantar los límites que actualmente frenan el crecimiento de una organización, habiendo espacio para reacomodar al personal existente en otras tareas sin expulsión y la segunda es que este personal acepte ser reconvertido.

La realidad es que estos dos puntos no siempre se dan, es más, no se dan casi nunca, creo yo. También principalmente por dos motivos: el primero es que cuando una empresa adquiere tecnología, la mayoría del personal existente no está en condiciones de acompañar el crecimiento pues su calificación no se lo permite. Algunos de ellos serán capacitados pero no todos. De estos que quedan fuera, algunos se autoexcluirán, otros simplemente no tienen los conocimientos previos necesarios o la habilidad para ello y unos últimos serán excluidos por la misma empresa. La segunda es que generalmente se persigue reducir costos y por más que se desmienta, el recorte de recursos humanos está a la cabeza de la lista.

La ley sale al cruce de estas situaciones con mejor o peor resultado.

Pero la realidad es que aún dándose estos casos, la situación para el personal, cuando arriba la tecnología, es fundadamente inquietante.

En particular, en mi carrera, nosotros debíamos creer fuertemente en esto porque nosotros como analistas de sistemas íbamos a ser los artefactos de apropiación del conocimiento de esos empleados de futuro incierto. Ellos tienen el conocimiento y nosotros necesitamos ese conocimiento para hacer nuestro trabajo. En nuestro caso, las aplicaciones de software. Y por más que nuestros docentes insistieran de que no era estrictamente cierto que esos empleados tuvieran motivos para temer, la realidad es que sí los tienen y en muchos casos, los temores se hacen realidad tarde o temprano.

Antón escribe lo siguiente: "Rifkin expone la idea de que después de siglos de valorar al ser humano en términos productivos, ahora los trabajadores se quedan sin autodefinición o función social y por tanto se produce una crisis de identidad, de valores y de estatus. Reconoce la dimensión histórica de la crisis del trabajo como fundamentación de la vida social pero tras este sugerente diagnóstico la cuestión es cómo se llena ese vacío, y no entra en los problemas para la conformación de una nueva identidad colectiva."

Según Antón, Rifkin reconoce la crisis de identidad (que por otro lado, está también desarrollado en el post sobre el trabajo como valor VI, acerca del artículo anterior de la misma revista) que padece el hombre que queda fuera de su círculo laboral y de las dificultades de la resignificación de sí mismo que debe atravesar el que queda fuera.

En este artículo se asegura que Rifkin se desentiende de esto, da privilegio a la lógica del mercado y a la competitidad por sobre el hombre. Mientras que nosotros los analistas de hace una década atrás, éramos iniciados en un "pacto de silencio" en donde se adornaba con eufemismos la realidad que se escondía tras nuestro trabajo.

El autor cita a Rifkin diciendo textualmente: "Rifkin expone la idea de que después de siglos de valorar al ser humano en términos productivos, ahora los trabajadores se quedan sin autodefinición o función social y por tanto se produce una crisis de identidad, de valores y de estatus. Reconoce la dimensión histórica de la crisis del trabajo como fundamentación de la vida social pero tras este sugerente diagnóstico la cuestión es cómo se llena ese vacío, y no entra en los problemas para la conformación de una nueva identidad colectiva."

Esta gente que queda fuera del mercado de trabajo, que han perdido su identidad y que han sido despojados de su conocimiento en beneficio de aquel que lo excluye da por resultado un simple resentimiento.

Si bien la tecnología no empieza y termina en la informática, hoy en día es indiscutible que se ha convertido en la preocupación más frecuente y pesada que pesa sobre los "analfabetos y cuasi-analfabetos informáticos".

Desde esta perspectiva, no quiero dejar de citar  a "Juan Carlos Tedesco" en "Educar en la sociedad del conocimiento". Tedesco dice a raíz de la desigualdad social: "en las sociedades que estan utilizando más intensivamente la informacion y los conocimientos en sus actividades productivas, está aumentando significativamente la desigualdad social. Crecimiento económico y aumento d ela desigualdad han comenzado a ser concomitantes. Si bien existe consenso en reconocer la complejidad de estos procesos, también se admite que uno de los factores fundamentales asociado al aumento de la desigualdad es la transformación de la organización del trabajo. Al respecto, las informaciones disponibles permiten apreciar que la incorporación de nuevas tecnologías al proceso productivo está asociada a la eliminación de numerosos puestos de trabajo. -En este contexto, la mayor parte de los nuevos puesos de trabajo no se crean en los sectores tecnológicamente más avanzzados, sino en los sevidios donde el costo del trabajo representa una proporción importante dle precio del producto. Esta diferencia en el ritmo de creación de puestos de trabajo está asociada a diferencias en los salarios. Mientras que los sectores de alta productividad puedn tener políticas salariales generosas, los sectores de servicios. donde el vínculo entre salarios y empleo es muy alto, están obligados a aumentar muy moderadamente los salarios si quieren que crezca el empleo. Esta dinámica, donde el empleo disminuye en los sectores que pueden pagar buenos salarios y aumenta en aquellos que pagan salarios modestos, explica las razones por las cuales la recoposición del empleo en función de la evolución tecnológica auenta la desigualdad."

Yo creo que este párrafo (y los que siguen y que compartiré más adelante) han impedido que avance en la lectura. Porque fue la respuesta a esto que me pasaba en la facultad con los eufemismos y medias mentiras acerca de la resistencia al cambio.

Demasiado para este post. En un par de días, en otro post, transcribiré otros párrafos de Tedesco que explican el fenómeno de exclusión y lo diferencian del de explotación. En el próximo avanzaré sobre otros temas que toca el artículo de Antón: la remuneración básica, el tercer sector, y el pleno empleo. Temas que incluyen cuestiones que me parece que han quedado en el olvido como la reducción de la jornada laboral (la tendencia en el mundo hoy en inversa) y que refuerzan los puntos que se han venido tocando alrededor del vínculo entre trabajo y, en cierto modo, "autoestima", "identificación" y "pertenencia".

Buenos días

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jueves, 20 de enero de 2011

El trabajo como valor V: la identidad y los males

El tercer artículo de la revista "Cuaderno de Materiales" Nro. 9 de 1999 luego de hacer una breve cronología de la mutación y diversificación del concepto de trabajo, trata en particular de las diferencias que los cambios sociales, han impreso al trabajo obrero.

Desarrolla el tema de la identidad alrededor del trabajo obrero. Cómo éste da origen al movimiento obrero, y fundamentalmente al "ser obrero" y todas sus derivaciones, un montón de connotaciones culturales que se comienzan a diluir a partir de ciertos cambios sociales.

Menciona, por ejemplo, lo geográfico, la proximidad con el lugar de trabajo y con sus compañeros. Otro aspecto es el uso del tiempo libre, que anteriormente estaba relacionado con sus compañeros y hoy es más autónomo. Y finalmente una última anotación, la identificación con valores en forma vertical (atravesando distintas clases sociales) en reemplazo o adición a la identificación horizontal (en la misma clase, e incluso fábrica).

Estos tres aspectos se evidenciaban como "aglutinadores", brindando un marco de referencia, un grupo de pertenencia. Pareciera que hoy los significados de la vida son más autónomos del trabajo y están relacionándose más a otros asuntos, más lábiles, de lazos más suaves.

Este cambio produce una mella en la identidad obrera.

Este debilitamiento se acentúa con los progresos tecnológicos. Hay ahora distintas categorías de obreros, una estratificación (leer la nota al respecto), y no todos están en la misma posición. Y aún más al sumar la división internacional del trabajo. Ya no hay una "clase obrera". Algunos obreros trabajan más cómodamente que otros, algunos ya no realizan esfuerzos físicos relevantes. En Arg. tendríamos algunos puntos más, como la cobertura social, el trabajo en negro, además de lo pesado o no que sea el trabajo.

El artículo habla de la identidad y menciona estos 4 puntos como disgregadores de la identidad. Pero, ¿podría estar operando más profundamente? Viendo lo que ha ido significando el trabajo, desde castigo divino a razón de ser, ¿no podrá estar pasando, además, que las transformaciones sociales y la consecuente pérdida de identidad, creen cierta sensación de orfandad?

No quisiera dejar de resaltar una nota que incluye el autor en su artículo y que dice textualmente acerca del mito del trabajo como medio de realización y de expansión de la personalidad: "[...] toma de conciencia sobre los males que acarrea el trabajo, toma de conciencia que, debido a la ambivalencia del fenómeno, ha encontrado tradicionalmente grandes dificultades para expresarse. [...] Seguramente, esa dificultad guarda relación con las limitaciones educativas, pero también con el contraste entre el valor asignado al trabajo y su reconocimiento social, de un lado, y su lado perverso, de otro, esto es, las penalidades de todo orden que acompañan al trabajo, los males físicos y síquicos que causa. Merecería la pena detenerse en este último aspecto, pero no es este el momento. No me resisto a mencionar el
apasionante trabajo sobre los perjudiciales efectos de la intensificación del trabajo resultante de la introducción de las nuevas tecnologías realizado por Michel Gollac y Serge Volkoff, ACitius, altius, fortius@, Actes de la Recherche en Sciences Sociales, n1 114, sept. De 1996, pp. 54-67." (*)

Creo que esta cita es muy importante porque se menciona al trabajo como ocasionador de males físicos y psíquicos. No es algo que se nos escape, pero, como se ha dicho anteriormente en este blog, lo tenemos "NATURALIZADO". Los males psíquicos son de distinta naturaleza. Buscaré información al respecto, es una promesa. Pero para empezar, notemos que las dificultades para expresar todo lo que implica el trabajo para una persona, la negación por parte de los médicos de este fenómeno, el tratamiento que la OMS hace al respecto (citado en algunos posts anteriores) y profundizado por las leyes en lo que respecto al maltrato laboral, todo esto, nos dice que el trabajo es mucho más en nuestra vida y en la sociedad, de lo que querríamos admitir.

¿Cuán diferentes seríamos si no nos sintiéramos obligados a hacerlo?

Buenos días.



(*) Dejé "la cita de la cita" porque tal vez es interesante acceder a dicho material para indagar más profundamente.



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miércoles, 19 de enero de 2011

El trabajo como valor IV: mercancía de poco valor

En octubre hice un borrador de "El trabajo como valor III" en donde reemplacé las definiciones por una artículo de la revista "Cuaderno de Materiales" que en su número 9 de 1999 trata el tema desde distintos ángulos. En el post III invitaba a leer el primero de los artículos y hoy los invito a leer el segundo artículo "Neoliberalismo y mercado de trabajo".

Recuerdo que cuando se puso de moda el neoliberalismo, algo en las entrañas me decía que no era nada bueno. La gente a mi alrededor estaba fascinada, pero yo veía que detrás de las estadísticas que entusiasmaban al 10% más rico de la población, había un 90% perdiéndose en la desnutrición y que daría origen a una siguiente generación malograda.

Estos artículos son escritos hacia el final de la década de auge del neoliberalismo, cuando abundaban los "ejemplos a seguir" con argumentos por primera vez explicitados y repetidos con certeza científica por los legos. Hoy en día la mayoría de estos legos no han logrado replantear la cientificidad de dichos postulados.
La primera afirmación que anoté es la naturalización de ciertas prácticas originariamente antinaturales. La segunda es una tendencia al individualismo muy marcada, abonada por el miedo. La última es la transformación del trabajo en una mercancía de cambio de valor cada vez menor.

La lógica del neoliberalismo es seductora. Es todo tan lógico, tan determinista, cierra hasta con un moño. Lástima que no ocurra. O que no ocurra en lo profundo y tal vez sólo ocurra en la superficie y temporariamente. O que se base en afirmaciones formuladas con matiz matemático, sin serlo. O que se base en suposiciones en vez de certezas.

Quiero resaltar algo respecto del párrafo (supongo que han leído el artículo):
"La cuestión de los costes se convierte, por lo tanto, en uno de los problemas clave de discusión. Por mi parte, creo que hay dos aspectos centrales. El primero es que resulta evidente que en este proceso hay ganadores y perdedores, y que estos últimos no sólo son determinados grupos sociales y países, sino áreas geográficas enteras como el África subsahariana -los informes de la UNCTAD (Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) permiten ver el alcance de algunas de estas  dinámicas-. Sin embargo, en los análisis oficiales se sostiene que la lógica del mercado tenderá a resolver esos "costes de transición". Costes que recordémoslo hacen referencia a bolsas de pobreza, a desempleo, marginación y exclusión social; que generan sufrimiento humano y de los que no se sabe cuantos años durarán."

Yo ya en esa época sospechaba que la desnutrición estaba haciendo estragos y en forma irreversible. Luego, las conferencias e informes del Doctor Albino (encontrarán varios links pero atender especialmente a éste entre minuto 6 y 7:10 y entre 8:13 y 9:00), terminaron de brindarme mayor información al respecto. No digo que esto no ocurriera antes del neoliberalismo y tampoco digo que hoy no pase o que no empeore con el tiempo. Sólo que sabiéndolo, no poder seguir ignorándolo.

Algunos daños son muy difíciles de revertir: si una parte importante o creciente de una generación, padece de desnutrición y falta de estímulo, sus cerebros no se desarrollarán y su capacidad de aprendizaje se limitará más que considerablemente. No podrán desarrollar, ni padres ni hijos, la trama neuronal necesaria para "prosperar", aprender, desarrollar el "sentido común", ni convertirse en trabajadores capacitados. Cada vez más capacitados como requiere hoy el mercado. Luego hablaremos del tema del trabajo y la Economía del Conocimiento.

Y veníamos de una historia en donde era el trabajo era castigo, mal necesario, actividad del mantenimiento de vida, seguro contra el ocio, un medio de realización, una forma de pasar el tiempo... y ahora... una mercancía de poco valor ... y cada vez menor...


Buenos días.


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sábado, 15 de enero de 2011

Poemas de hace mucho

En la página "Y yo quién soy" (en este blog) se encuentra el link al pdf "Poemas de hace mucho" correspondiente a mi primera recopilación de poemas escritos entre 1980 y 1990 aproximadamente.

Buenas noches.

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jueves, 13 de enero de 2011

Conocimiento: La creencia como condicionamiento

Continúo postergando los posts sobre Trabajo, pero no me olvido. Sin embargo, lo que siempre subyace en casi todos los posts, es el tema del conocimiento y la información. Temas que tal vez no están explícitamente tratados pero que aportan el "cristal" a través del cual miro cada tema que me ocupa.

Estos últimos días incursioné brevemente en el tema de la Fe y la Religión porque hubo un acontecimiento que me mantuvo en discusiones (pacíficas) respecto de este tema... y necesitaba hacer alguna catarsis. Y tanto la Fe, como la Religión tienen que ver con el Conocimiento y la Información. También con el Aprendizaje.

Alguna vez hablé acerca de cómo lo que sabemos nos condiciona y a la vez nos abre puertas. Resumiendo, aquello que sé, eso que conozco, me brinda herramientas de análisis, me da un punto de vista de los muchos que puedo aplicar y también me permite profundizar en esos temas que han dominado mi formación (abriéndome puertas, facilitándome el acceso). Pero simultáneamente descarta aspectos, resta importancia u oculta otros aspectos que no se relacionan con eso que conozco bien.

No está mal el recorte. La realidad completa es inabarcable, la complejidad extrema de la realidad más simple, es inabarcable. Y son inabarcables todas las derivaciones posibles de ella, aún, parcializándola.

Por eso hacemos modelos.

Algunos más y otros menos, todos hacemos modelos para poder diseccionar la realidad y "aprehenderla". Este proceso es el que habitualmente se llama de "asimilación" en el proceso de aprendizaje. Miramos de acuerdo a nuestras estructuras de pensamiento y estructuramos nuestro pensamiento de acuerdo a lo que aprendemos. No quisiera dejar pasar este párrafo sin aclarar que aún aquellos que critican razonablemente a la psicogénesis, no pueden dejar de aceptar que el modelo de aprendizaje que desarrolló Piaget continúa vigente, aún tomando los aportes de Vigotsky, constituyendo un buen cimiento para el enfoque constructivista.

Hasta aquí, hablamos de conocimientos previos. Pero, ¿qué ocurre con las creencias y qué ocurre con la diferenciación entre unos y otras?

Las creencias podrían ser vistas también como un tipo de conocimiento. No es conocimiento científico, en su forma más elemental, sino que se parece más a los preconceptos y a las teorías del mundo que nos formamos primitivamente de niños, antes de corregirlo, depurarlo y refinarlo, fundamentadamente y acceder por esta vía, en algunos campos, al conocimiento científico.

En todos aquellos campos en los que no nos especializamos, nos seguimos manejando con nuestra "teoría del mundo" previa, conformada mayormente por creencias, algunas de ellas, muy cercanas a lo infantil, poco coherente, infundamentado e incluso, irracional, otras levemente mejoradas.

Los dogmas están basados en numerosas premisas, entendiendo como premisas a aquellas afirmaciones incuestionables e indemostrables, que se constituyen en cimientos de todo un cuerpo de conocimiento.

Las religiones están conformadas por dogmas, cuerpos de creencias, a veces mal coordinadas, que en virtud de la Fe (la materia prima de la Creencia), son incuestionables. En estos casos, ante una contradiccón, aparece lo "Desconocido" y el "Misterio", a cubrir la brecha.

El problema es que al toparnos con aquello que contradice la realidad o la ciencia, se produce una alerta: si se avanza más allá de cierto límite, se cuestionan las premisas y cualquier conclusión queda automáticamente fuera del dogma. No avanzar produce una pérdida de oportunidad de descubrir y aprender otras connotaciones o bien imaginar cómo sería nuestra teoría del mundo prescindiendo de esa creencia.

Cuestionar algunas premisas o creencias, ha dado lugar en la historia, a algunos cismas o transformaciones de la religión canónica. Por ejemplo, en la Iglesia Católica, cuestionar la Trinidad, la virginidad de María, la existencia de los ángeles, la Resurrección, por nombrar sólo algunos puntos, nos expulsa directamente fuera del dogma. Más allá de que podamos seguir creyendo con o sin fundamento en otras premisas y creencias de la misma religión, estamos fuera del dogma canónico e incluso podemos incurrir en Herejía. Atadas a estas creencias, hay muchas otras conclusiones. Si éstas no son ciertas, muchas otras afirmaciones pueden ser cuestionadas, y todo el dogma sufre un golpe mortal. Esta amenaza de expulsión obra como límite que puede impedir nuestros avances en esos temas.

Estas creencias hacen que aceptemos nuevos hechos que se desprenden de él, mientras que descartan de plano muchos otros que destruirían la misma creencia, y en un efecto dominó, todas aquellas fundamentadas en ella.

Este efecto que produce la creencia, de adición de nuevas creencias o de descarte de fundamentos científicos produce un condicionamiento. Establece un marco que delimita el pensamiento permitido, una frontera.

Como de hecho, nunca alcanzamos el mismo grado de conocimiento en todo lo que nos rodea, considero que no es necesario someterse a la presión de ser racionales al evaluar toda la información que nos llega, salvo que ésta afecte a decisiones trascendentes o pueda ocasionar algún daño a nosotros mismos o a terceros.

También me parece sano separar aquello que proviene de la Fe de aquello que constituye pensamiento racional y mantener una diferenciación clara. Esto nos ayudará a entender en base a qué estamos tomando decisiones y cuáles son las limitaciones que operan sobre ellas.

Muchos movimientos eclécticos de matiz religioso, filosófico o bien metafísico-new age, aprovechan la debilidad dogmática de los feligreses, su escaso bagaje de conocimiento previo y de mecanismos de razonamiento lógico (desde la perspectiva científica), para reclutar nuevos adeptos. Algunos creen no haber abandonado su religión original sino haberla "enriquecido" o ampliado. Otros repiten afirmaciones que parecen razonamientos por su forma pero son falaces e inválidos, basados incluso en premisas falsas. Muchos de ellos invocan "sabidurías" presuntamente ancentrales pero revalorizadas o actualizadas a la luz de algunas teorías científicas (tergiversadas). Algunos de estos grupos son sectas y absolutamente todos persiguen fines económicos, políticos o de concentración de poder. Es fundamental estar atentos a este punto a fin de no ser manipulados.


Por último creo que es importante aceptar que por más racionales y escépticos que nos consideremos, en algunos temas actuamos y pensamos de acuerdo a creencias e incluso a algún tipo de Fe y que es importante intentar tomar de conciencia de ello, relajadamente y estar dispuestos a reconsiderarlas en caso de ser necesario.


Buenos días.



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miércoles, 12 de enero de 2011

La marca en la oreja

"¿Vos son católica o judía?", me preguntó en un recreo una compañerita, en cuarto grado. Sabía que no era judía. Conocía la palabra porque en el barrio hay una Sinagoga cerca y viven muchos judíos en las proximidades, un par de ellos, amigos de juventud de mi papá. Y también porque mi mamá, contaba divertida, que otra vez más la habían parado en la calle, hablándole en idische, y ella disculpándose por no entender. "Por la nariz será", decía luego. Con lo que seguramente, de muy chica, posiblemente creía que el ser judío tenía que ver con el tipo de nariz. Judío o aguileño.

Pero de "católica" era la primera noticia que tenía.

"No soy nada de eso", le respondí entre espantada y desconfiada, acusada de un crimen atroz. O atajándome de que alguien me pudiera marcar la oreja, durante una yerra mágica e inadvertida.

Puso cara de "por favor, qué decís..." sonriendo socarronamente pero sólo dijo "O sos católica o sos judía".

No entendí por qué.

Mi papá había ido de chico a Nuestra Sra. de los Buenos Aires, había sido monaguillo, miembro de la orden o congregación de San Tarcisio, el niño santo. Probablemente por haber sido pobre y rebelde de niño, no le habían dado su capa, a él y a otro más. Eso le duele hasta hoy con casi 88 años. También había sido miembro de la Acción Católica. Pero odiaba a los curas excepto a uno que había sido amigo de su infancia y que lo había casado, y a un par de curas mediáticos y sólo ocasionalmente.

Pero de católica, nada. Era una palabra que me sonaba a arquitectura. Y nada que ver con narices.

Luego de eso, en algún momento mi prima dijo que ella era "católica apostólica romana". Cuántos títulos nobiliarios parecían ser, sonaba a cosa muy importante. Sin embargo ella no era muy diferente a mí, que no era nada de eso, ni a Primavera, mi "amiga del alma", que sí era judía, pelirroja e hija de un poeta, parapsicólogo y cultor del Esperanto.

No sólo no entendía qué diferencia había entre ser judía y católica sino que tampoco entendía la diferencia entre ser judía y nada, o católica y nada. Los juegos eran los mismos. Los gustos eran los mismos.

Luego conocí la palabra Evangélica y en particular, Evangélica Bautista. Fue la primera vez que me hablaron de Dios. Antes de eso mi prima había mencionado la palabra Diablo y me había asustado diciéndome que si entraba en una iglesia vestida de rojo me iba al Infierno, un lugar horroroso que yo, con mi limitado conocimiento del mundo, imaginaba como el horno de la Pizzería El Ombú, que demarcaba los confines del mundo conocido a pie. Con lo que decidí no entrar a ninguna iglesia y aún más sabiamente, ignorar al Diablo. La verdad es que tengo que agradecer que no me hayan presentado a Dios y al Diablo formalmente, hasta ser bastante crecida.

La palabra católica volvió a aparecer en mi vida días antes de terminar 7mo. grado, pues tenía que elegir la secundaria.

Y luego de eliminar distintos colegios, uno de ellos lamentablemente equivocadamente, la elección recayó sobre un colegio católico apostólico romano a 3 cuadras de casa. El domingo anterior a mi primer día de clase, mi abuela, muy devota ella, me enseñó el Padre Nuestro, el Ave María, el Gloria e intentó enseñarme el Credo y el "Yo, pecador". Sólo aprendí el Credo algún tiempo después pese a que me sentía una mentirosa o una idiota (según el día) recitándolo. El "Yo, pecador" nunca me fue necesario memorizarlo bien dado que nunca alcancé a confesarme y sólo puedo recitar el comienzo y partes sueltas y mezcladas. Y a veces se me cuela en el transcurso del Credo.

Se ve que había resultado ser católica nomás, pues tenía Fe de Bautismo y estaba en la libreta de Familia Cristiana además.

Pero podría haber sido atea, musulmana, taoísta o budista, luterana, evangélica, calvinista, anglicana u ortodoxa. O wicca, espiritista, vudú o umbanda. Hoy conozco muchas palabritas más, variantes de católica y judía.

Pero para mi compañerita de sólo 8 ó 9 años, como muchos adultos toda su vida, el mundo se dividía en dos.

Hoy puedo decir que el mundo está formado por la mezcla, a veces, y la amalgama, otras, de muchos mundos.

Muchas burbujas. Muchos rituales. Muchos dioses y demonios. Demasiadas versiones de los paraísos e infiernos posibles.


Buenos días.


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Gracia, necesidad, ilusión

Yo pasé toda mi infancia en un ámbito familiar mitad agnóstico y mitad ingenuamente creyente. Y como niña necesité creer de vez en cuando, para mitigar los miedos, en alguna protección mágica, ineludible, en quien depositar mis temores. Algunas veces me llegaron los temores infernales de aquellos educados de acuerdo a alguna religión culpógena, pero sólo brevemente recuerdo haber sentido su influencia.

No fue sino hasta la adolescencia que conocí los mecanismos disciplinarios de la fe.

Pero la fe, o mejor dicho la Fe, esa aspiración de los feligreses de cualquier religión, no es un tema menor.

Desde que ingresé a la secundaria comencé a ser inducida al misticismo por clases de catequesis, oficios religiosos, disertaciones, retiros espirituales, rituales carismáticos y otros mecanismos canónicos. No puedo dejar de aceptar que estos rituales son atractivos, potentes y apasionados pero no sé si no son nocivos en algunas personalidades. La Fe es un tema del que se habla pero no se profundiza ni se discute, es algo inherente, no se cuestiona ni se dilucida qué es. No se filosofa.

Hay que tener Fe. La Fe mueve montañas. Hombres de poca Fe.

Deberíamos avergonzarnos si no tenemos Fe. Pero la Fe, al igual que nuestra sexualidad, no son platos que elijamos a la hora de comer, es más parecido al aire que respiramos. Nos toca el que nos toca. Y no podemos evitar el respirar, aunque lo disfracemos de alguna otra cosa.

Así que cuando ingresé al conservatorio y conocí a la hija de un pastor luterano, teólogo él, bastante conocido, no supe o no entendí qué se entendía por Fe. Ella me dijo "La Fe es una Gracia de Dios". Y acto seguido, al ver que aún no comprendía, añadió: "La Gracia es un regalo de Dios".

No se puede pedir la Fe. La Fe es algo que te es otorgado, genético casi.

¿Por qué entonces somos amonestados como "Hombres de poca Fe", como algo vergonzoso? ¿Tiene sentido que nos recomienden "rezar para pedir Fe" si para obtener un milagro o una gracia, es necesario precisamente "tener Fe"?

Es un dilema. Para tener Fe, cuando se carece de ella, es necesario pedir con Fe. Por eso aquel que no tiene Fe, nunca la tendrá, porque no podrá pedir con Fe el tenerla.
Aquel que ya la tiene puede creer. La Fe es entonces una ilusión que permite que acondicionemos la realidad a un dogma. Aquel que tiene Fe, puede aceptar lo que no comprende (los que no la tienen también puedo pero por otros mecanismos, como la resignación o la elección), en virtud de los misterios divinos, los designios secretos cuyo motivo desconocemos pero confiamos en que están allí y son mejores que nuestros deseos. Porque nuestras necesidades no son tales, sino que son aquellas que desconocemos y cuyos designios divinos tienen predestinada y amorosamente cubiertos. El libre albedrío es entonces otra cosa. Aún no sé cuál, pero en este marco, si tengo Fe, debo confiar en que es otra cosa.
También es la Fe las que nos mueve a afirmar que es Amor y no Capricho o pura Dualidad (como Olaf Stapledon en "Hacedor de Estrellas") o como dice Borges en Los Teólogos, como algunos pensaron, arriba también puede ser según es abajo, o su corolario, los dioses son creaciones humanas.

Pero hay gente como yo, que oscila entre la Fe y el Escepticismo (como nueva Fe). Entonces se me ocurre, que dicha Gracia, es una forma de refugiarse en la necesidad permanente de no tomar las riendas de nuestra propia vida, de evitar hacer ejercicio del libre albedrío y asumir sus consecuencias. Y no es más que nuestra necesidad la que crea la Fe. Ese mecanismo que reinterpreta toda la realidad de modo de dejar afuera los motivos de lo que nos pasa. Es muy interesante al respecto ver "El laberinto del Fauno", una bellísima pero fuerte película española.

Y entonces sí, Arriba es según es Abajo.


Buenos días.


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