viernes, 10 de febrero de 2012

Cómo se escribe un poema. Carlos Levy.

Ayer agregaba al blog un poema de Carlos Levy, una oración, del estilo de Génesis, el primer poema que leí de él. Hoy agrego otro poema, para mí también hermoso. Este poema tuvo más éxito que el anterior entre mis amigos lectores, aunque el anterior, a mí, me ha hecho lagrimear.


Génesis de un poema de amor

Escribo tu nombre
y tengo el comienzo del poema
Le agrego tal vez la palabra aire
entonces digo
«tu nombre y el aire»
Pero acaso puede haber
un poma con tu nombre
donde no navegue un barco?
Es claro, lo que quiero decir es que,
«tu nombre navega
en el aire como un barco».
Sin embargo 
hay que aceptar
que los barcos del crepúsculo son tristes,
y que el poema
ya no es el que fuera.
Leo:
«tu nombre navega como un barco
triste en el crepúsculo».
Y me niego
«No quiero que tu nombre
navegue como un barco
triste en el crepúsculo».
Reflexiono. Demasiado breve.
Afuera el otoño crece en el amarillo de la melancolía.
«No quiero que tu nombre
navegue como un barco
triste en el crepúsculo
aunque el otoño te empuje
con el viento de las melancolías».
Pero, caramba, se me ha filtrado la palabra viento, 
y, el viento es un pájaro de aire, ay.
«No quiero que tu nombre
navegue como un barco
triste en el crepúsculo
aunque el otoño te empuje
con el viento de las melancolías
te prefiero volando como un pájaro de aire».
Además, hay algo más; 
debo confesarte que te imagino,
girando,
en un sistema de risas, por eso,
«No quiero que tu nombre
navegue como un barco
triste en el crepúsculo
aunque el otoño te empuje
con el viento de las melancolías.
Te prefiero volado
como un pájaro de aire,
te prefiero girando
como un sistema de risas,
volando, 
             girando,
                         volando».
Ya ves,
no escribí tu nombre, todavía,
y ya tengo
el comienzo del poema…

*



Buenas noches.

DELIMITACIÓN DE RESPONSABILIDAD: Todas las afirmaciones de este blog son libres interpretaciones mías, sujetas a posibles, abruptos y arbitrarios cambios de opinión sin aviso previo.

jueves, 9 de febrero de 2012

Otro poema de Carlos Levy.

Por algún motivo me conmueve este escritor como no puedo explicar.

Quiero compartir otro de sus poemas:

Oración un 31 de diciembre


Oh Dios de los ateos
de los locos y los suicidas,
de los marineros sin mar
y de los que se navegan por dentro,
vos que no hiciste ni el cielo ni la tierra
ni el sol
ni el bien
ni el mal
que estás en el viento y en la lluvia
y alterás tu ruta ante los templos;

Dios silente que fundaste la palabra soledad
y nos diste los puntos cardinales

Dios Señor de los manicomios
de los mapas húmedos y olvidados
en la oscura dimensión de las postales;
Dios de Artaud y Dios de Whitman
de Erdosain y de Fijman
del Lucio que tenía cada vez más fantasmas
y de aquella,
Marylin que se murió de estar tan sola.


A esta hora de la tristeza
Dios que estás en nosotros
no nos olvides ahora.

Hoy 31 de diciembre de este siglo pavoroso
danos a nosotros un poco menos de cordura
quítanos los límites humanos
y desata las cuerdas de nuestros cuerpos
no nos dejes caer en la tentación del letargo
no nos prives del viento, tu palabra
no nos abandones mientras estemos vivos
que el día de nuestra muerte
prometemos olvidarte


                                  Amén
Buenos días.


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miércoles, 8 de febrero de 2012

Manifiesto contra el trabajo 3.

En el primer post acerca de este artículo mencioné mis resistencias a abordar este tipo de lecturas. Luego avancé intentando enmarcar el artículo en su año y la realidad, afirmada en la literatura universitaria respecto de la cada vez más decreciente necesidad de la fuerza de trabajo humana.

En en segundo post me referí al estar dentro y fuera del sistema y a esa necesidad que se nos genera o crea de pertenecer. Lo que no aclaré es que permanecer fuera del sistema tiene su costo y es el de la propia subsistencia, que para aquel que ha pertenecido siempre y de repente se encuentra del lado de afuera, no sabe cómo procurársela. El tema de estar dentro o fuera del sistema da para otro post: no sólo referir algunos textos de Tedesco y otros autores sino también toda la cuestión del registro, de la creciente centralización de la información y sus connotaciones, la cuestión de la indocumentación, la ilegalidad pero por sobre todo la idea de la indocumentación como algo atroz y señal de padecer una grave contaminación maléfica de dejadez o indolencia.

Pero quiero continuar con el artículo y referirme a algunas otras ideas que subrayé.

Un par de frases que subrayé tienen que ver con algo que escribí en los posts sobre el Trabajo como valor, y es lo siguiente (recordemos que el estilo de este tipo de literatura es panfletaria):

"Hasta en los poros de lo cotidiano y en las interioridades de la psiquis, el trabajo determina el pensar y el obrar."

A veces he llegado a pensar que la gente se enoja con los que no trabajan porque no quieren ser los "únicos giles que laburan" y que si ellos sacrifican sus mejores horas de sus mejores días de sus mejores años para conseguir poco y nada, lo que menos quieren es que venga un vago a enrostrarle lo giles que fueron.

Señores, no había ningún contrato que alguien haya firmado de que todos trabajarían para que nadie se sientiera un estúpido de dar una contraprestación por el derecho de vivir. En todo caso será un "contrato de buena fe" (el contrato social de Rousseau y de Lilita Carrió), tácito y por lo tácito imposible de hacer cumplir en donde la gente por anticipado sacrifica sus mejores horas con la esperanza de la retribución posterior mientras otros "gozan ahora y pagan después" (el famoso pagadiós), si los encuentran...

Nos enseñaron que el trabajo dignifica, que la pereza es la madre de todos los vicios, que al que madruga Dios lo ayuda, que uno se realiza en su profesión y un montón de consignas de lavado de cerebro que dan un resultado increíble, al punto de mirar espantados a aquellos que se atreven a cuestionarlo o simplemente a hacerse los "sotas".

Ojo, que en el límite, también yo reacciono así, lo que no quita que entienda que se trata de una postura muy parcial y muy doctrinaria.

Sigamos. Algunos renglones más abajo agregan: "Y la frase: "sería mejor tener 'cualquier' trabajo que no tener ninguno" se convierte en profesión de fe exigida de modo general".

Es verdad. Yo he escuchado a abuelas/os, tías/os, madres/padres, maestras/os repitiendo eso de "mejor cualquier trabajo que ninguno" o el suspensivo "y... mejor que nada, es". Y las eternas quejas acerca de que "no quieren trabajar", "encima que les dan un trabajo", "muerden la mano que les da de comer". Como si además tuvieran que agradecer la humillación y el maltrato por un mendrugo. Todas cosas dichas con tono de "habrase visto tamaña impertinencia" y asumiendo que esa gente debería pedir perdón por haber venido al mundo y pretender comer con dignidad.

Es que alguna gente "caritativa" se ha acostumbrado a esperar un agradecimiento servil a cambio de la humillación de la dependencia, en lugar de avergonzarse por someter al otro a una situación tan deshonrosa. Negarles ese agradecimiento es negarles esa tranquilidad de conciencia por sostener y ser parte (voluntaria o involuntariamente) de tamaña disparidad de oportunidades.

Este modelo se ha extendido a las empresas en donde el sueldo se recibe con la misma actitud de la limosna aunque la contraprestación sea más que valiosa. No olvidemos que antiguamente el trabajo era una actividad necesaria pero que sólo se imponía a los esclavos: "el trabajo embrutece, el trabajar no es una acitvidad digna".

Yo sé que suena exagerado. De hecho cuando el trabajo está entretenido se convierte casi en algo lúdico y disfrutable. Pero no puedo ignorar que no todos los trabajos son igualmente disfrutables.

Más adelante seguiré con este artículo. Pero ahora tengo que ir a dormir que mañana me levanto temprano para ir a trabajar.

Buenas noches.












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martes, 7 de febrero de 2012

El hombre es bueno. El hombre es malo.

El dualismo me crispa y me seduce.

Pero el hombre ha ido avanzando binariamente. Luz y Tinieblas. Sí, no. Bien y Mal. Dios y el Diablo. Capitalismo y comunismo. 0 y 1.

Como si no existieran los términos medios, los infinitos términos intermedios.

Antes de la inversión de mi mundo a raíz de los problemas de salud de mi padre yo estaba leyendo, finalmente, algún libro que me orientara acerca de ideologías políticas y económicas. Creo que me voy a morir sin lograr entender qué ha pasado en la mente colectiva de la humanidad en sus distintas versiones de siglo y lugar, ni lograr capturar la esencia de las interrelaciones y los cambios y por qué se han dado.

Pero básicamente me interesó ver cómo nace el capitalismo y el socialismo, o bien como nacen, se contraponen y renacen. O cómo derivan y se oponen o coinciden en distintos puntos. O de qué ideas se nutren. O qué intepretaciones distintas a distintas afirmaciones, prosperaron o pasaron desapercibidas.

Cómo el individualismo da respuestas tan distintas como el anarquismo y el capitalismo y cómo el socialismo da salidas como el anarco-comunismo, el comunismo, o los estados de bienestar.

Pero básicamente cómo el hombre ha tratado de extremar su dualismo en dos postulados fundamentales: el hombre es bueno-el hombre es malo.

Y arbitrariamente digo "bueno" para decir: si ve satisfechas sus necesidades básicas no tendrá apetitos egoístas y pensará en su comunidad confiado en que se beneficia si ésta lo hace. Y también arbitrariamente defino "malo" como: los apetitos egoístas puestos en concurso libremente harán que, en el conjunto social, se autorregulen, por lo que nadie podría acumular en exceso u obtener rendimientos extraordinarios al ser limitados por la competencia.

Y los utópicos piensan que el hombre sólo se pone malo si no puede satisfacer sus necesidades. Y los liberales piensan que nunca se pone bueno, sino limitado.

...

Y cuando comenzó lo de mi padre (que supongo que dará para algún post más) dije: "mejor suspendo esto que es muy denso y leo una novela". Elegí "Abbadón, el Exterminador", que en la contratapa prometía "mundo más fascinante y aterrador de la literatura argentina". Me extrañó. No es que haya leído tanto de Sabato pero no me lo imaginaba un Stephen King.

Y de hecho creo que no es.

Pasé la mitad del libro y aún no aparece ningún mundo fascinante ni aterrador.

Aparecen mis mismos planteamientos. Idénticos. Mis mismas dudas y emociones.

Y no pude salir de mí. De mi mundo de cuestionamientos.

Y entre todos mis cuestionamientos aparecieron multitud de referencias a ideologías: desavenencias en la misma izquierda y una deliciosa e inocente interpretación del anarquismo.

Y me da miedo. Me da miedo pensar que la respuesta esté en estas dos explicaciones, del hombre-bueno y del hombre-malo.

Y también me da miedo pensar que no la esté.

Yo no veo que sea de ninguna de las dos formas. No puedo dejar de pensar en Olaf Stapledon y Hacedor de estrellas (libro que debo releer urgentemente). No puedo dejar de sentir que si seguimos pensando que la realidad ES como un experimento de laboratorio nunca vamos a arrimar lo suficientemente bien a La Respuesta.

Buenos días.



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lunes, 6 de febrero de 2012

Demencias.

Dijo el Dr. D'Auria: "para mí las demencias son parte de la evolución natural del ser humano, habida cuenta de que las padecen el 90% de los mayores de 80 años".

Era algo que hasta hace unas décadas la gente no conocía salvo como un trastorno ocasional en aquellos gerontes de temprana (para este siglo) edad que excepcionalmente la padecían. Para mí fue algo sorpresivo, un mundo paralelo que no conocía que me salió al cruce y me sorprendió sin lanza para atacarlos.

Entendí a Alonso Quijano arremetiendo contra los molinos, entendí a los protagonistas de La Dimensión Desconocida, entendí a los personajes de Historias Asombrosas... Todos ellos padecieron el no entender ese repentino desorden del universo, esa abrupta visión de otra realidad invisible a las vidas ordenadas de los oficinistas y las amas de casa.

Comencé a pensar la crueldad de la medicina que prolonga la utilidad de un corazón emparchado olvidándose de hacer mantenimiento a la cabeza. U otros casos, tal vez inversos. Y como no soy de callarme, mucha gente que sí lo hace y padeció antes que yo el mismo tránsito por la pesadilla, me dijo al escucharme: "no sabés cómo te entiendo, nadie lo puede entender si no lo ha padecido".

Y es real. Es tratar de mantener el pie ingresando de a ratos en las pesadillas de nuestros padecientes mayores dementes. Vivir esa realidad es dura, vivir las dos es devastadora. Pero además, es épico enfrentar a todo un sistema que se resiste a aceptar que un adulto mayor demente es un costo infinito que ninguna persona con un trabajo normal puede contener con dignidad.

Y me pregunté, ¿por qué no hay una asociación civil que contenga a los familiares de la gente que ingresa en esta etapa? ¿Por qué no se informa a la gente lo que es muy probable que le espere a partir de los 80 años? ¿Por qué los medicos no piden exámenes cognitivos a partir de cierta edad para paliar, frenar o contener este terrible mal? ¿Por qué en las escuelas no se comienza a inculcar las previsiones a tomar para llegar a esa edad un poco mejor, o para detectar las alertas y buscar contención a tiempo?

Y después de que la gente que se iba enterando desahogara sus dolorosas culpas conmigo, tratando de explicar que no era por maldad ni por comodidad desear que todo terminara, ni por desamor el enojarse porque se les hubiera prolongado tanto la vida a esos padres atravesados con sondas, perforados por traquetomías y demás, yo también me enojé porque pensé: los médicos disfrutan de su pericia de ganarle a la muerte, gozan con sus ingeniosos trucos para que el riñón mejore, el corazón bombee, el estómago digiera, pero se olvidan de esa persona, que completamente descompensada, está atrapada por un corazón que late y una cabeza que deriva en ríos tumultuosos cada vez más rápida y oscuramente.

Se sienten gimnastas, pienso.

Se sienten héroes. Salvando de la muerte a indefensos que quieren irse, como si la muerte fuera más terrible.

Y es peor la pesadilla ilógica que los arrastra de cuarto en cuarto en un laberinto infernal sin poder aferrarse a ninguno y sin jamás encontrar la salida.

Agotamiento. Y sin poder despertar nunca más.

Es mucho más cruel sobrevivir, tras infecciones encadenadas, caídas, retenciones, males habilitados por un cerebro que se deteriora sin remedio. Y pasar de sentirse abandonado a estar rodeado de gente, conocidos del pasado, desconocidos del presente, invadiendo sus horas, entrometiéndose en sus conversaciones. Atándolos, manoseándolos, llenándolos de químicos.

Pobres padres, pobres abuelos, los que son retenidos por una vida que les depara sólo sueños cortos y pesadillas largas.

Buenas tardes.




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