jueves, 11 de septiembre de 2008

Medusa

Antes de ayer, cuando estaba por dormirme tuve una imagen. El hecho es que ese día iba yo divagando, según mi costumbre, y como, debido a mi distracción natural, tenía 2 horas libres, fui caminando de Económicas a Ingeniería y, ya frente a la puerta, no pude resistirme a entrar en la Librería Norte.

Yo tengo las librerías prohibidas. Podría renunciar a muchas cosas por comprarme un libro. El muchacho que atiende es muy hábil para sumergirte en el hambre de lectura, te indaga y encuentra lo que podrías desear, si lo hubieras sabido antes... Y te lo hace saber. Entrar allí e irme con 4 libros es lo que mínimo que me puede pasar. Por eso nunca franqueo esa puerta.
Así que entré por lectura liviana: "Los hombres las prefieren malas", "Gente Tóxica" pero terminé en un vértigo cerebral a velocidades mayores que la luz entre Bourdieu, Adorno, Deleuze y mi muy admirado Borges.

De Borges compré Ficciones para obsequiar a una amiga (porque sí), el "Libro de los animales fantásticos" y "Otras inquisiciones" (a instancias de ese vendedor tan vendedor).
Crucé a la facultad, y di mi clase fuera de control: relacioné la teoría de cuerdas, versión malva gris (o sea cualquier otra cosa, menos la teoría de cuerdas), con la informática (interfaces) y los circuitos administrativos (tema de mi clase), deliré un poco con la información y su rol en este mundo y tomé conciencia de que estaba llegando a un punto sin retorno...

Terminé mi clase y regresé a mi casa en colectivo. Leí las páginas que me recomendó mi vendedor. Cuando estoy en ese estado no puedo leer más de un párrafo sin ser abducida por las lides de las correlaciones imposibles y termino postulando cualquier cosa. Convencida. Evidente, nadie podría refutarlo.

Así que una vez en casa y vuelta transitoriamente a la realidad (saludo uno, saludo dos) al quedar a solas en el umbral del sueño volvieron las bestias fantásticas y su embrujo.
Hay quienes dicen que somos y tenemos sosías en distintos universos y vivimos distintas vidas sin anoticiarnos de ello. Yo no sé si es así, pero esa fue una de las ideas que tuve.
Y la segunda idea fue que tal vez mi cerebro, que estaba aún algo vertiginoso, no respondía a mi comando y era un ente independiente cuyos pensamientos salían de mi cabeza y se perdían vaya a saber dónde. O tal vez no.

Entonces recordé a Medusa. Pobre Medusa con sus serpientes como cabellera como larvas de sabiduría malograda. Una cabeza con mil cabezas. Con mil ideas cuya mirada puede petrificarte. Una mujer con ideas atrapantes, perseguidoras, con vida propia.

Una idea te sorprende, mil de golpe pueden matarte.

Buenas noches.

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