miércoles, 30 de abril de 2014

Primero de mayo.

Cuando la gente empieza a sentir que no quedarse después de hora para terminar un trabajo está mal, cuando la gente siente que si se va en hora está en falta, cuando la gente convalida que la empresa o los jefes te miren mal por respetar tu horario, o por pedir mejores condiciones de trabajo, cuando los compañeros dicen "por tu culpa ahora tenemos que trabajar más", o "por tu culpa ahora perdimos esto o aquello" o cosas similares, me acuerdo de los mártires de Chicago.


Yo lo he hecho, aún me dejo confundir porque los mecanismos son diversos y están en todos lados. Demasiado frecuentemente. Yo fui educada en la cultura del trabajo.

¿Y por qué recuerdo a los mártires de Chicago?

No es que la única sangre vertida haya sido la de los mártires de Chicago. Ni siquiera que la sangre derramada por y para el trabajo (y lo que éste posibilita, el lucro), haya comenzado a serlo a partir de la Revolución Industrial. Ni siquiera. El trabajo disciplinado tal vez, pero el trabajo, el sometimiento a los intereses de otro por haber sido despojado de la autonomía, quién sabe a cuándo se remonta.


Pero es necesario tomar conciencia porque lo poco o mucho logrado ha costado mucha pero mucha sangre.

Y la palabra "logrado" es en sí, una falacia.

Algunas personas creen que han sido "conquistas". O sea algo "ajeno" que fue apropiado por la lucha. Pero en realidad es precisamente al revés. Naturalmente la persona es mucho más que su fuerza de trabajo. Su dignidad no se funda en su capacidad de trabajo, ni su derecho a la subsistencia se funda en su disciplina de trabajo.
La jornada laboral (por limitarme a UN ejemplo) es una figura que "tapa" su esencia: el tiempo y capacidades de una persona. Y "el tiempo y capacidades de una persona" no eran originalmente de la empresa. Era de la persona. ¿Realmente la gente "vende" su tiempo y su capacidad de trabajo, llamada eufemísticamente "fuerza de trabajo"? ¿O es forzada a malvenderla?

Las empresas son las que necesitan de la fuerza de trabajo de las personas, tal como la cosa está planteada. No digo que la sociedad no necesite de un trabajo razonable de las personas. Pero si fuera ese el fin, el trabajo estaría planteado en términos muy pero muy diferentes.

Las leyes han creado moral induciendo a pensar que la contribución de las personas a la sociedad se limita y se justifica en el trabajo asalariado. Las leyes han ido cerrándole las puertas a las personas impidiéndoles valerse por sí mismas para subsistir, quitando de la actividad libre cada vez más actividades para convertirlas en nichos de negocio y ofrecerlas con un montón de condiciones y exigencias a unos pocos. Se ha cercado a las personas hasta reducirlas a una total incapacidad de valerse por sí mismas o en concurso con otras personas con sus mismos intereses con muchas excusas que con tanto bombardeo termina por parecer razonable.
Esos espacios perdidos a la fuerza a lo largo de los siglos luego se han convertido en "derechos", una "concesión" que ha dado la ley a aquello que
ha robado previamente.

Así la gente queda agradecida por ese "otorgamiento", esa "concesión" que no es más que una devolución disfrazada para manipular.

Y ahí no termina la cosa...

Hace unos años, a una cuadra de mi casa, murieron encerradas varias personas, en un taller de costura clandestino. Ese es otro tipo de primero de mayo. El trabajo esclavo. El taller de Luis Viale 1269 se incendió en 2006 y fallecieron Wilfredo, 15 años; Juana, 25; Rodrigo, 4; Harry, 3; Elías, 10 y Luis de 4.

Y no son dos casos, uno en 1886 y otro en 2006.

No es tampoco cuestión de decir: "pero trabajar una hora de más no es comparable con estos casos".

Sin duda.

No se trata de equiparar, se trata de tomar conciencia de que la tolerancia resultante de la naturalización hace que perdamos la capacidad de darnos cuenta. Entonces es un pasito, sobre otro pasito, y cada pasito en un terreno perdido, pequeños avances que hacen que nos sintamos a salvo "porque no es lo mismo". Hasta que perdemos la capacidad de reacción.

Porque no fueron ni son casos aislados. Cuanto más despojada ha sido la persona de su autonomía, más expuesta está a la esclavitud.

Al menos, mañana, hagamos la cuenta de cuántas de las mejores horas de los mejores días, de los mejores años de nuestra vida, malvendemos. Cuán teñidas de sangre están y cuántas, además, regalamos.

Buenas noches.

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