lunes, 17 de diciembre de 2012

Marita Verón, Fuenteovejuna y la violencia organizada I.

Sí, a mí también me enseñaron a repudiar las manifestaciones de violencia. Aprendí muy bien el libreto, porque soy de buena familia, humilde y trabajadora. Y porque me enseñaron que hablando se entiende la gente. Y porque también me enseñaron que la violencia engendra más violencia (y es muy cierto pero no en el sentido que se me enseñó: lo vemos más adelante), y que la gente civilizada no destruye los bienes de la comunidad o de los otros y que rompiendo cosas no se resuelve nada. Muchas cosas más.

En el colegio (religioso), además, que ante una ofensa hay que ofrecer la otra mejilla.

El miedo además, no ha dejado de aconsejar: "no te metas". Y la gente no ha dejado de justificarlo con: "a vos te hicieron algo? entonces por qué saltás?". O aún peor: "por algo será".

Disparates, todos.

Lo que yo aprendí es que el poder, a lo largo de los milenios no ha disminuido los abusos sino que ha construido instrumentos cada vez más sutiles y sofisticados. Como todos los argumentos de más arriba. Mecanismos de autosometimiento, de aceptación y naturalización del abuso. Mecanismos de autocomplacencia ante la inacción, de justificación de la aceptación del abuso so pretexto de una convivencia pacífica y civilizada.
No hay tal convivencia pacífica. Hay una violencia muda y creciente a lo largo de los milenios. Ejercida en virtud del autosometimiento voluntario, sostenido por engaños y por la violencia explícita cada vez que alguien se sale de su carril y reacciona, levanta la cabeza, o como correspondería decir "se resiste". Esa violencia explícita sirve como aleccionador y justificado como "restituyente de la paz social", como "garantía de civilidad", apelando a la resolución vía la "justicia".

Cuando ocurre un abuso, las familias que habían confiado en la justicia, que habían condenado los disturbios en las marchas, los piquetes, los cortes de ruta, de repente empiezan a ver, empiezan a entender de qué se trataba todo eso. Con el tiempo.

Cuando esto ocurre, a la familia se le desmorona el mundo. Todas las estructuras de orden empiezan a verlas como mentirosas y algunos más tarde y otros más temprano, empiezan a entender la trama de autosometimiento inducido que hace posible todos estos abusos.

¿Es necesario esperar a que nos toquen a un ser querido para reaccionar? Después de una provocación tras otra, ¿no es de esperar que la gente se violente? Romper algunas vidrieras, algún basurero, escribir paredes, formas de expresión de esa violencia ejercida contra la comunidad acumulada a fuerza de engaños, ¿puede compararse con la violencia organizada, ejercida y coadyuvada con las instancias de poder?

Si me dan a elegir entre la violación de una de las jóvenes de mi familia y que me quemen en auto, me quedo con que me quemen el auto. Rezongaré un poco, lo sentiré injusto, me complicará la vida porque hago lo que hago en parte porque cuento con el auto, sí, pero no voy a dejar de ver que lo que hay en el fondo es un esfuerzo por poner al descubierto o incluso parar algo mucho más grave.

Estoy hablando de los disturbios por el caso de Marita Verón. Estoy hablando de Fuenteovejuna. Estoy hablando de Jesús expulsando a los mercaderes del templo. Y de tantos ejemplos de la ficción por no citar los de la realidad. Fuenteovejuna. De Lopez de Vega.

Siempre hubo abusos. En la Edad Media hubo una ley que permitía matar a los gitanos previa violación de sus mujeres. Existía el derecho de pernada. No era que la gente (como nos quieren hacer creer hoy en día) estaba habituada, le resultaba natural, o nadie se lo cuestionaba. Se lo cuestionaba sí, la gente se indignaba, sí.

En el colegio hacían leer Fuenteovejuna. Jamás leí en ningún libro una condena hacia el tema de Fuenteovejuna. En Fuenteovejuna se trata el derecho de pernada y cómo lo sentía la gente. En Fuenteovejuna se trata el tema del autosometimiento voluntario al poder. Trata el tema de la dignidad de las mujeres. Trata el tema de la justicia, de la unidad, de la autodefensa.

Hay un linchamiento en Fuenteovejuna. Jamás escuché un docente ni leí en un libro de literatura, condenando el linchamiento. ¿Mayor violencia que esa? Cuando uno leía Fuenteovejuna sentía la violencia crecer en mí. Cuando cualquiera lee Fuenteovejuna siente que el linchamiento es un acto de justicia. Un acto de justicia ilegal. Fuera de la ley. Única forma de parar la violencia acumulada. La violencia del autosometimiento incluso.

¿Qué pasó en la Casa de la Provincia de Tucumán? Pedradas. Forcejeos. ¿Y las miles de mujeres, niñas y niños abusadas y sometidas por años, no es grave?

Entendamos una cosa. No se trata de un duelo de caballeros. De este lado, la buena gente podrá creer que hay reglas de juego. Pero no, del otro lado no hay caballeros, del otro lado, "todo vale". Y si nos ponemos gentiles, más fácil para los otros perpetrar los abusos.
 
¿Quién mató al Comendador? 
Fuenteovejuna, Señor
¿Quién es Fuenteovejuna?
Todo el pueblo, Señor
 
Y fue una mujer quien lo llevó a cabo. "[...]
el personaje de esta joven novia, raptada en la puerta de la iglesia, salvajemente violada y maltratada, que regresa con palabras de fuego en la boca y no se priva de apostrofar a los varones de su lugar- incluído su propio padre- como "hilanderas", "maricones" , "gallinas" y otras lindezas. Y en su época, que asombra más. Pero, claro, la indignacion del ultraje la ha desprovisto de frenos en la expresión. Así que ella solita consigue levantar contra el tirano a todo un pueblo".
Ahora sí, los invito a leer brevemente el post de la FOB: http://www.fob.org.ar/content/los-violentos-son-los-jueces-y-las-instituciones

Yo no estoy a favor de la violencia. La entiendo nomás. Pero sobre el tema de la violencia acumulada que se traduce en resistencia hay bastante más para agregar (en futuros posts).
 
Buenos días. 
 

DELIMITACIÓN DE RESPONSABILIDAD: Todas las afirmaciones de este blog son libres interpretaciones mías, sujetas a posibles, abruptos y arbitrarios cambios de opinión sin aviso previo.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Flujos y acumulación.

Hace rato quería escribir sobre este tema que aún no tengo muy claro, y finalmente voy a tratar de volcar aquí algo de todo lo que tuve en mi cabeza hará cosa de 3 semanas atrás y que por falta de tiempo no pude hacer. Se trata de una... no diría contradicción, pero casi, en cuanto a la acumulación a nivel social y a nivel individual. Digo que no es necesariamente una contradicción porque creo que el ámbito del individuo tiene lógicas distintas al ámbito de la comunidad, sea ésta la sociedad, o sea una organización.

Fue cuando a raíz de la clase de Información en las Organizaciones de la FIUBA. Hablábamos del capital inmovilizado.

El capital inmovilizado produce un cierto horror en las empresas. Cualquier sugerencia de "stockear" la empresa requiere un sinnúmero de justificaciones porque el NO de Finanzas está asegurado. Es como la supuesta presunción de inocencia en la ley, pero al revés (o no, en realidad). O sea, en principio, nada que implique comprometer activos monetarios se ve bien. El dinero, en cualquiera de sus variantes es una mercancía muy valiosa, mucho más que su valor nominal. Tiene un valor, para las empresas y las personas por lo que potencialmente podría hacer realidad. Mientras no se gasta, tiene un valor mucho mayor que el mejor uso al que se le podría destinar. A ver si soy más clara. Si tengo $200 y me quiero comprar un par de zapatos, puedo comprarlos o bien decir: "con esos $200 podría comprar 4 cajas de 800g de leche en polvo, o un pantalón económico, o un conjunto de ropa interior, o dos remeras básicas o una un poco más canchera, o una cena para dos personas sin vino, o una salida gasolera al cine, o... o... o...". O sea, mientras no los gasto, esos $200 son la posibilidad de un montón de equivalentes, y no importa que sólo una sea posible. El hecho de no realizar el gasto, le otorga una oportunidad a un montón de alternativas valiosas para mí (la de abrir un montón de puertas) y por ende tiene el valor de todas ellas sumadas.

Lo que no es real. Pero ahí reside, creo yo, su seducción. Mientras tengo el dinero tengo todas esas alternativas potencialmente realizables. Una ilusión, sin duda. Retener la posibilidad de todas ellas, o sea, la oportunidad de que cualquiera de ellas se haga realidad con sólo decidir deshacerme del dinero.

Las empresas no son tan soñadoras. Las empresas dicen, en vez de 200.000 en mercadería en stock que me genera gastos de personal para registrarlos, trasladarlos, custodiarlos, seguros, acondicionamiento del depósito, tal vez incluso alquiler de un depósito (costos de transacción), o incluso, en vez de tener eso ahí almacenado y no disponer de ese espacio para otro producto (costo de oportunidad), lo invierto, compro un bien de uso, compro activos financieros, publicidad, desarrollo una marca, cualquier otra cosa que me genere algún beneficio adicional, un incremento del valor. Si Ventas considera que de no invertir en stock, perderé market share, presencia, satisfacción al cliente o perder la inversión en una campaña publicitaria (e imagen por ende) por no poder afrontar ventas comprometidas, será Ventas quien deba “vender” su caso a Finanzas y previo cálculo y recálculo (tal vez demasiado tardíos o demasiado sofisticados), tal vez se elija el "stockearse" “realizando” una de las múltiples promesas de los $200.000.

Las empresas odian acumular. Acumular mercadería, acumular saldo bancario (tiene que haber liquidez, o inversiones, apalancamiento, cualquier cosa, menos dinero o mercadería sin circular). Si circula es bueno, si está quieto es malo. Aquí reside la diferencia de lógicas. La empresa es una comunidad, es una organización y en la organización no se permite el estancamiento. Ninguna organización que desee sobrevivir se permite el estancamiento. Aunque algunas sean más conservadoras y otras más inescrupulosas, y entre ambos extremos, toda una gama de grises, ninguna organización que quede congelada en el tiempo sobrevive.

Igualmente hay una parte que se acumula. La ley prevee un mínimo para evitar que algunas empresas queden sin respaldo y estipula reservas, previsiones, provisiones. Además hay stocks en la mayoría, saldos, créditos de clientes, el resto es capital de trabajo y circula. Una parte se sale del circuito, en la forma de salarios, honorarios, dividendos, bonos, premios. Irán a respectivos stocks personales cuyos titulares son particulares.

Hace unos años atrás, se consideraba que ni siquiera era conveniente que las empresas tuvieran inmuebles. Todo alquilado, instalaciones, bienes de uso. Lo menos posible inmovilizado. El prestigio de una empresa, en definitiva está en los stocks personales que genera.

Los stocks personales, en cambio, están bien vistos. Dan prestigio, dan status, son símbolos y señales de éxito, de inteligencia o incluso de audacia. Supongo que se entiende a qué me refiero con stocks personales: casas, autos, tecnología, joyas, obras de arte, exhibiciones de prosperidad como viajes, cenas, eventos, consumos de categoría (colegios, clubes, suscripciones, membresías, etc). Hábitos y hobbies sofisticados. Bienes, servicios y señales.

La lógica es extraer de la riqueza generada por la comunidad a los stocks personales. La organización, la comunidad como generadora de prosperidad y el individuo como apropiador.

Dos lógicas distintas.

Y una lógica más, unificadora: la de la transferencia de esa riqueza a los stocks personales, cuyas reglas son cuestionadas sistemáticamente por los que no se ven beneficiados en el balance de cuánto entrega ese individuo a la producción de riqueza y cuánto retira y acumula de ella.

Cuando la comunidad no es la empresa sino la sociedad es aún más complejo. Porque las empresas pueden (cada vez menos pero aún pueden) no cuantificar los costos sociales, anímicos o las contribuciones a la riqueza de la empresa de activos personales como la colaboración, la buena voluntad, el conocimiento, la experiencia y la creatividad, lo que sería algo así como “bienes públicos” y “externalidades” positivas o negativas en el caso de costos no computados, al interior de la empresa.

Pero en la sociedad es mucho más complejo. Aquí son los habitantes o visitantes y no los empleados (y no hay selección que valga), son las personas que habitan o transitan por los lugares que establece la sociedad los que se apropian en distinta medida y suerte dispar, de la riqueza social. Y ésta está compuesta no sólo por los stocks personales acumulados vía transferencia desde las comunidades empresarias sino también por los flujos (circulante) desde las transferencias del estado vía servicios públicos, servicios previsionales, de salud, de educación, de seguridad, recreativas y políticas, más los flujos de los consumos y de las contribuciones de otras y otras organizaciones de la sociedad con o sin fines de lucro, más todo el valor generado por las transacciones comerciales o no comerciales entre particulares, grupos de afinidad, y otras manifestaciones culturales como tradiciones, arte, ciencia. Conocimiento y valores. Aquí es también donde se acumulan los costos negados de las empresas, vía efluentes contaminantes, vía stress, desocupación, enfermedades profesionales, síndromes laborales, sobreocupación, etc. Esos costos existen y si no se computan al interior de las empresas, deben computarse en la sociedad en la que están inmersas si la sociedad permite su externalización. Y de hecho es así y es lo que genera el lucro.

Es lo que habitualmente escuchamos como reparto o distribución de la riqueza. Ésta es una lógica muy compleja porque intervienen no sólo el concepto de propiedad y los alcances de los derechos de la propiedad (que no son naturales hemos sido habituados a creer, sino creados por la ley), y también alguna teoría sobre el mérito, teoría implícita o explícita, que tampoco es simple porque juegan los derechos naturales del ser humano reconocidos o no, las contribuciones a la generación de la riqueza, el valor reconocido de esas contribuciones y también la negación de muchos aportes, no cuantificables en la lógica imperante. El valor negado y los costos negados.

Son los alcances del derecho de la propiedad los que operan externalizando los costos negados. Son estos derechos los que le permiten a los propietarios desentenderse de los costos e imputarlos a la sociedad posibilitando la creación de lucro y la acumulación de stocks personales.

En la sociedad hay también stocks que son los bienes sociales, en nuestro régimen político, bienes del estado en todas sus versiones. Algunos intangibles fuera del estado, como las obras de arte, el conocimiento científico, las expresiones culturales de distinto tipo. Pero la mayoría creo yo son flujos, servicios y transacciones entre todas las instituciones y particulares que la conforman.

Me parece que la lógica aquí es qué significado tienen esos stocks y en qué medida pueden ser monopolizados por el estado. Creo que poca de esa riqueza no circulante queda en organizaciones de la sociedad civil o en los individuos. En este momento no veo cómo los bienes sociales (no comerciales) pueden ser apropiados y acumulados por individuos particulares.

A priori me da la impresión que esta lógica de acumulaciones es muy clara desde las empresas a los particulares vía los derechos de la propiedad y la legitimización de esa propiedad a través de la ley a partir de criterios arbitrarios. En un segundo término el monopolio de la gestión de la mayoría de los los bienes sociales por parte del estado y la diferencia entre los flujos que se verifican en las empresas y en la sociedad, uno posibilitando sacar del circulante aquellos bienes destinados a la acumulación y el otro formado principalmente por intangibles y servicios públicos destinados casi totalmente a la circulación.


Buenos días. 



DELIMITACIÓN DE RESPONSABILIDAD: Todas las afirmaciones de este blog son libres interpretaciones mías, sujetas a posibles, abruptos y arbitrarios cambios de opinión sin aviso previo.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

La eficiencia y sus falacias I.

Yo sé que lo que voy a decir suena retrógrado pero sólo desde la perspectiva desde la que hemos sido adoctrinados desde chicos. Porque desde chicos nos han enseñado que debíamos aspirar a la eficiencia.

Hay muchas definiciones de eficiencia pero yo comparto una de ellas. Empecemos por la eficacia. Eficacia es la capacidad de lograr una meta u obtener un resultado. O sea, eficaz es una acción que fue pensada para obtener un resultado y lo obtiene.

Eficiencia, en cambio, es un término cuyo significado familiar y profesional tiene distintos matices. La Real Academia la define como la capacidad de obtener los MEDIOS (alguien o algo) para obtener un resultado,

Sin embargo intuitivamente uno coincide con la definición que me enseñaron hace más de 15 años en la facu: eficiencia es eficacia con economía de medios. O sea, algo es eficiencia, si además de eficaz, lo hace con el mínimo de recursos. O sea optimizar el uso de recursos (materias primas, insumos, y otros recursos como los recursos "humanos", definición que me crispa un poco -hay un post sobre este tema-).

Parece muy buena la eficiencia. De hecho, si uno piensa en la "oficina sin papeles" (una de las metas que podríamos llamar eficientista de los '90), el hecho de evitar imprimir dismunuiría el consumo social de papel y esto implica un uso más racional de los recursos naturales como el forestal.

¿Pero por qué digo que hay falacias?

Porque el problema es que en ese recorte de costos, de materias primas, de insumos, de recursos humanos, hay consecuencias. En los '90 la mayoría de los monitores de PC eran aún de rayos catódicos, con las conocidas consecuencias para la salud que tenían, por ejemplo. Pero también el hecho de mostrar grandes cantidades de información por pantalla, en lugar del papel, representó un problema aún no superado: el hecho de tener a la vista una globalidad contextual no significante que en el cerebro humano opera como información de contexto no del conocimiento en sí, sino de un metaconocimiento, el de la búsqueda de información. O sea. en una pantalla pierdo referencias como el volumen de hojas que quedan a derecha e izquierda (información contextual), otros títulos, anotaciones en la hoja (fuera del foco de visión), ubicación en la hoja, "dibujo" o "diseño" del texto en la hoja. Todas ayudas visuales que hacen a la eficiencia de la búsqueda, ya no de la operación, sino de la herramienta de búsqueda contextual que opera intuitivamente cuando uno trabaja con un texto.

"Es cuestión de acostumbrarse". Sí, uno se acostumbra, pero sólo mediante la represión de ese mecanismo de búsqueda contextual, anulándolo, que es una amputación de la inteligencia. Porque cuando uno deja de usar un recurso natural del hombre por restricciones impuestas, es como perder un dedo o una mano: aunque ganemos una nueva capacidad que la reemplace, perdemos una capacidad en la que se apoyan otras que también perdemos, otras que no son inmediatamente identificables. No sólo eso, sino que además hay que aprender otra forma de hacer la cosas, con el esfuerzo y disposición que esto implica. Adenás de lo que representa siempre un cmabio.

Y hay además otras consecuencias. Por ejemplo, antes emitía un listado y podía prescindir de la computadora. Las que pueden entrar en "ahorro de energía". Algo que alguna vez escribí cuando escribía sobre teletrabajo es acerca de las emisiones de dióxido de carbono de las PCs, en realida de todo artefacto eléctrico, Pero también del consumo de electricidad para el funcionamiento de las PCs y el desgaste de las baterías (en caso de notebooks) u otras consecuencias en las que no se piensa. Jamás cuantificadas para comparar. Claro hay algunos de estos costos (como resistencia al cambio o la pérdida de la posibilidad de usar recursos contextuales) que no se encontró la forma de cuantificarlas con justicia. En parte porque hemos aprendido a ocultar y reprimir lo que nos produce ciertos cambios que ya ni nos atrevemos a pensar como arbitrarios.

Parece una pavada pero es un ejemplo de las consecuencias que se producen por cambiar una forma de hacer algo.

Pero ahora vayamos a un caso más general. Cuando yo analizamos cualquier actividad para hacerla más eficientes, eliminamos un montón de movimientos cuyas consecuencias no están bien evaluadas porque son meta-actividades, o sea actividades no específcas del tema que estamos analizando pero que, por el nivel en que se ubican, tienen consecuencias y que no se evalúan. Estas actividades que intuitivamente nuestro organismo por ejemplo, dedica al descanso o recuperación de energía, o al uso de recursos contextuales que de por sí tienden a utilizar el contexto como información relevante para la confección de heurísticas en forma intuitiva, cosa que impedimos tienen otros fines, aprendizajes más generales que colaboran pero que por ser tan intuitivos no se presentan en foco, sino ocultos. La charla, el contacto visual con el otro, el trato social, en algunos procedimientos administrativos que tienden a aislar para evitar distracciones por ejemplo. Es indiscutible que las operaciones riesgosas requieren atención y que una charla inoportuna puede colaborar en la ocurrencia de un accidente, sin embargo creo que esto se evita mejor de otras formas.

Lo social, como el contacto visual, la charla, proveen una gran cantidad de información contextual que el ser humano usa en forma inadvertida. Impedírselo es amputarlo en su actuar humano. El contacto social (que luego se valorara en distintas versiones del capital social, del capital humano y demás) provee además atajos y bienestar. El trato social relajado produce un bienestar. Bienestar que todo trabajador aprecia habida cuenta de la relevancia que ha tomado el tema de "clima laboral", vínculos, a los que las personas no renuncian si miramos la cantidad de salidas, asados, trucos, futbol u otras juntadas que se siguen organizando.

Por las personas aún no renuncian a disfrutar un poco la vida e intentan recuperar estos espacios perdidos.

Además, cuando hacemos actividades de optimización, tal como dice Michael Porter, trabajamos no sóolo eliminando tareas superfluas  sino también amputando los vínculos entre tareas, los generadores de costos llamados de "transacción", o sea aquellos en los que debemos incurrir para la realización de la tarea pero que no forma parte de ella, y cuya traza no queda incorporada en el producto o servicio. Esto produce una des-significación de la tarea. Recordemos Tiempos Modernos.

O sea, al recortar una tarea, eliminando información contextual, las ayudas de los vínculos y la identificación afectiva, actividades intuitivas no propias de la tarea, achicando el alcance de la tarea, aislando al individuo, reduciendo el significado de la tarea.

Esto es percibido por las personas como violencia. Eso que estudiamos, llamamos y reprimimos, estigmatizándolo, como "resistencia al cambio". Tal resistencia existe, sin duda, porque las personas acumulan un tesoro de prácticas (sociales, instrumentales, de placer) a lo largo de su vida, y en una actividad de optimización son despojadas, sus prácticas, desvaloradas, descalificadas. Como se estigmatiza a aquel que no quiere renunciar a este patrimonio personal, muchos deciden ponerse del lado del crítico, del profesional que optimiza, o bien simplemente renuncia a la lucha.

Esta renuncia, este descrédito, deja mella en la persona.

Pedimos gente creativa y proactiva pero censuramos las formas que las personas encuentran de hacer las cosas.

En este punto, si usted continuaba leyendo, estará pensando: "ah, qué ahora TAMPOCO se puede esperar que haga las cosas mejor?". Sin duda pero el sistema no está dispuesto a esperar que las personas hagan los cambios voluntariamente por comprensión o convencimiento, el único cambio que respeta a la personas. Amén de que la mayoría de las optimizaciones son caprichosas, infundadas y que conducen además a grandes males, como la eliminación de márgenes de adaptibilidad de las estructuras (principal daño de las reingenierías en los '90, además del daño social y anímico que produjeron sus despidos y reconversiones).

Estos son costos, porque la disconformidad, la desvalorización de quién cae en el descrédito disimulado o eufemísticamente "nombrados" de un modo positivo (ya escribiré sobre esto), produce una amputación en las personas. Un sometimiento. Y eso no se cuantifica. A la empresa no le importa porque no se traduce en dinero.

Entonces lo que hace la eficiencia o la optimización no es eliminar costos, sino transferirlos a un ámbito no cuantificable. Con lo que no tienen correlato monetario y produce la ilusión de que ha "desaparecido".

No ha desaparecido sino que ha ingresado en otra dimensión, mucho más dañina que la anterior pero forzadamente invisible por represión de la queja y descrédito de los quejosos.

Habrá una parte II porque aún quedaron cosas en el tintero, que considero importantes dentro de este tema. Sobre todo mostrar por qué considero que aunque parezca una exageración, para mí, no lo es.

Buenos días.

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