Yo soy muy burra en algunas cuestiones pero además pongo el entusiasmo de los necios en cierta persistencia. Sino cómo se explicaría que temas que me han preocupado toda mi vida y que han hecho que me sintiera a contramano del mundo, devota creyente además de ese otro imposible carril opuesto, hayan sido hasta ahora pensamientos mantenidos al margen como tabúes, por mi certeza de que no podían ser discutidas con nadie más, acostumbrada a las críticas y desacreditaciones.
Y hoy finalmente puedo juntar varias cosas, de estas que siempre me vienen haciendo ruido. Primero las enunciaré en orden.
- ¿Por qué siempre, mi primer lectura de los hechos difiere de la primera lectura que hacen los demás de lo mismo? Si bien todo el mundo acepta que puede haber varias lecturas, esto es sólo en la letra, pues cuando se trata de "ir a los bifes", mi lectura siempre les resulta "traida de los pelos". Como si mis interpretaciones sólo pudieran ser aceptadas en un plano teórico, irreal, y como ejercicio de especulación deductiva.
- Este tema de las interpretaciones, más allá del humor, fue tomado muy bien por Les Luthiers:
"Algunos especialistas opinan que ciertos animales son sensibles a la música, Mastropiero entre ellos... entre los especialistas. El mismo Mastropiero realizó experimentos con una bandada de pájaros tocando al piano su sonata en mi bemol, cada vez que les daba de comer. Después de un tiempo, las aves comenzaron a rechazar todo tipo de alimentos; menos un grupo de mirlos amarillos que, no sólo seguían alimentándose normalmente, sino que además comían lo que los otros pájaros dejaban. Al final del experimento, Mastropiero escribió su artículo: "La influencia de la tonalidad de mi bemol en el engorde del mirlo amarillo". Al mismo tiempo, su colaborador, el ornitólogo Lorenzo Corradi, publicaba un ensayo titulado "Merulus Amarillus o Mirlo Amarillo, el pájaro sordo"."
Las interpretaciones a las que llegamos, tienen que ver con la información con la que contemos, específica y de contexto y también con nuestras expectativas (lo que queremos ver) o el fin que podamos estar persiguiendo (en el caso de los sesgos introducidos).
- El tema de las mediciones en la ciencia y la problemática de las ciencias sociales, fue otro punto que sumó al conflicto. ¿Es todo medible? ¿Qué pasa cuando queremos medir fenómenos sociales? ¿Medimos lo que necesitamos o lo que podemos?
¿Cómo sabemos qué deberíamos medir? Éstas no son cuestiones triviales. El tema de las mediciones se hay popularizado muchísimo y sobre todo en profesionales que parecen no tener criterios muy rigurosos sobre el tema.
Desde las estadísticas de cualquier tipo con fines de mercadeo con criterios diversos (comerciales o políticos), hasta los proyectos de tipo Six Sigma, en donde la manipulación es tan fácil y tan al alcance de cualquiera que las hace inútiles. Se aplica tan escaso juicio crítico que aquellos que leen dichas mediciones y las interpretaciones que se hacen de ellas, en muy contados casos detectan que existe otra interpretación posible, que la muestra no es confiable, que el método no lo es o que se mide algo que no relevante o bien que se omite alguna medición más necesaria. Y entonces, ¿es una medición de tipo CUANTITATIVA más fidedigna que una cualitativa o la falta de una medición? Creo que confiar ciegamente en que medir algo es mejor que no medir nada, es una falacia peligrosa y que justifica conductas totalmente irresponsables de todos los ámbitos, incluso académicos.
- La problemática de las mediciones, los objetivos y la evaluación. No existe la objetividad como tal, es sólo una aspiración. Desde el momento en que la información, que es el medio del que nos valemos para decidir y tomar acción, puede ser visto como un mensaje, que existe un medio que introduce ruido y que el procesador es humano e introduce información anterior y propia a la interpretación de ese mensaje, la cadena de transmisión de la información opera siempre como un "teléfono descompuesto". Cascadas de objetivos, planes y otras herramientas, tendrán, cuanto mayor sea la cadena de operadores de información, un error mayor y un desvío creciente respecto de la intención original que sólo por una cuestión cultural o de creencias, podrá coincidir. Esto afecta a las evaluaciones de desempeño basadas en objetivos, en los exámenes académicos basados en multiple choice o respuestas puntuales (aún de formato libre) y cualquier tipo de evaluación en base a objetivos formales o implícitos.
- El gato de Schrödinger. Leí un comentario de Robert Laughlin acerca de este experimento teórico y dice "interpretó en profundidad lo ABSURDO de la PARADOJA del observador inherente a la teoría y la ejemplificó con sutil IRONÍA mediante el célebre experimento imaginario conocido como 'El gato de Schrödinger'". Más tarde agrega "Es EVIDENTE que la idea es absurda, en particular para quienes hayan visto un gato muerto". Ambas citas corresponden al libro "un universo diferente" del autor citado, traducido por Silvia Jawerbaum y Julieta Barba para Editorial Katz en el 2007. Las mayúsculas son mías. Primero, las palabras ABSURDO, IRONÍA, EVIDENTE, me hacen sentir que me estoy perdiendo de algo. Segundo, me hacen sentir, como siempre, que hay una interpretación válida y que la mía está sospechada de no serlo. Tercero, porque no veo en absoluto la paradoja o bien no sé lo que es una paradoja (que ante mi primera tesis que dice que soy burra con el entusiasmo de los necios, no está descartado). Cuarto, no entendí o al menos no estoy segura de haber entendido (lo cual viene a significar lo mismo), o bien quiere decir que yo nunca tengo certeza (y esto ya es patológico).
Para aquellos que no conozcan dicho experimento, les transcribo la explicación de Wikipedia:
"Schrödinger nos propone un sistema formado por una caja cerrada y opaca que contiene un gato, una botella de gas venenoso, una partícula radiactiva con un 50% de probabilidades de desintegrarse en un tiempo dado y un dispositivo tal que, si la partícula se desintegra, se rompe la botella y el gato muere."
Con esta sola explicación quedan abiertos muchos interrogantes que pueden o no coincidir con la naturaleza intencional del planteo. El punto es que si mi comprensión difiere del de la mayoría (del autor o no, pero sí del acuerdo de la comunidad), ¿es garantía que mi interpretación es incorrecta?. ¿Cuántas veces ha ocurrido que las multitudes han ido tras un interpretación que luego de un tiempo se demostró "menos ajustada" que otra descartada a priori? Y también puedo equivocarme.
En todo caso el error, se dé en la primera evaluación o después de un tiempo, no tiene entidad sino contingente y a través de su permanencia. Y la intepretación resulta también (en virtud de su correspondencia con el error) contingente. Y esta contingencia además depende de que la existencia de revisiones o replanteos posteriores.
¿Medir o no medir?
- Futurama, más sobre las mediciones y la mecánica cuántica. En realidad no es más, sino lo mismo, pero... mi interpretación es otra:
"En el episodio La Suerte del Frylandés, en la carrera de caballos del episodio tiene un final tan apretado que el ganador sólo le saca unas cuantas partículas cuánticas de ventaja al segundo clasificado. Entonces el profesor Farnsworth protesta alegando que se ha modificado el resultado sólo por el hecho de medirlo.
No le falta razón, ya que el Principio de Incertidumbre de Heisenberg (enunciado en 1927) nos dice que la precisión con la que podemos medir la posición de una partícula en un instante dado es inversamente proporcional a la precisión con la que podemos medir la velocidad de esa partícula en ese mismo instante. Así que si los jueces de la carrera han medido también la velocidad de los caballos en la llegada, han podido alterar la medida de la posición."
Mi idea es: medir... a veces... y no dar categoría absoluta a las interpretaciones de sus resultados. Medir tratando de no perder el sentido común al interpretar los resultados. No olvidar que los resultados y su interpretación son cosas distintas, nunca isomórficas.
Buenos días.
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