miércoles, 24 de octubre de 2012

El lenguaje (habla) como excusa.

Una de las formas de diferenciarse que tiene la llamada "clase dominante" es desarrollar un lenguaje, llamado a partir de ser la élite el que lo usa, "culto". Una de las barreras de acceso a la igualdad es precisamente anteponer el dominio de ese lenguaje culto al concepto expresado. 

Y acá hay dos cuestiones: quien domina dicho lenguaje percibe "ruido" cuando habla uno que no lo domina. No lo entiende, se distrae, se perturba, se enoja. Como resultado de dicho "ruido" que tiene que ver con el formato del mensaje (el uso del lenguaje, que podríamos imaginar que opera como canal, bajo la remanida interpretación electrónica de comunicación), la comunicación se interrumpe. 

La segunda cuestión es que se manipula la comunicación dando por sentado que el uso del lenguaje es previo, es básico y que quien no domina el lenguaje culto, no es capaz de razonar sus necesidades o las posibles consecuencias de sus reclamos.

O sea, si alguien que no domina el lenguaje culto, desea hacer un reclamo, la discusión se desvía al tema de la forma, y al descrédito tomando como excusa que "si no sabe ni hablar...".

Bueno, aquí debo hacer una aclaración. Los estructuralistas (que tampoco son la última palabra en el tema) dicen que el lenguaje estructura al pensamiento. Yo comparto, al menos intuitivamente, esa idea. Pero una cosa es el lenguaje y otra el habla, o sea las variantes de uso del lenguaje: lunfardo, cheto, culto, tumbero, campesino, villero, etc. Las estructuras están presentes en todas. La posibilidad de razonar efizcamente (llegar a conclusiones válidas) son ámbitos de la lógica, no del lenguaje. Y la lógica también es manipulada, pero en este caso a partir de una cadena. Porque la gente repite razonamientos "pre-cocidos" por los ideólogos tras bambalinas.

La lógica pre-cocida es la que dice que "si no sabe ni hablar..." es equivalente a "razona mal", "no vale la pena escuchar", etc...
Esas inferencias implícitas son las que hacen que en cuanto escuchamos a alguien que habla distinto, desconfiemos de su razonamiento. La realidad es que construir un lenguaje (habla) culto no es algo que llevó milenios, es algo que nunca acaba. Como también las otras versiones del habla. También evolucionan el lunfardo, el cheto, el villero, el tumbero, a partir de distintas necesidades: identificar a un grupo, o ser entendido sólo por algunos (lunfardo, tumbero). El lunfardo por ejemplo, nace en las cárceles, es de raíz tumbera. Y luego, sale de las cárceles e identifica a un grupo.

El habla villero no sólo tiene palabras y estructuras particulares, tiene sonoridades particulares: vocales más cortas, sonidos más nasales incluso en consonantes que no son de este tipo de emisión, etc.

Y acá quiero hacer otro paréntesis.

También hay también un preconcepto acerca de la estética del habla (la distinción, el gusto de Bourdieu, la variante "elegida" por la clase dominante). Desde mi lectura de Bourdieu de "La elección de los elegidos" me quedó la preocupación del proceso de aculturación, o sea, de la renuncia o negación de la cultura de origen (muy interesante la obra de teatro "Rancho" de Julio Chaves o su película "Rancho aparte" con los mismos excelentes actores), por ser algo vergonzoso, un estigma a ocultar. ¿Por qué para acceder al conocimiento científico, el estudiante debe dejar de ser como fue criado? ¿No es acaso violento obligarlo a renunciar a sus formas para aceptarlo en el concurso de la élite intelectual (por ejemplo)?

Freire dice al respecto, que el niño (más allá de aprender el uso del habla culta) debe sentir (a través del docente): "que su lenguaje es tan rico y tan bonito como el de los que hablan el modelo culto , razón por la cual no tienen por que avergonzarse de cómo hablan".

Y no es una mentira. Así como nos resultan simpáticos ciertos acentos (a mí pesonalmente me encantan los acentos pronunciados, el chileno, el uruguayo, el paraguayo, el boliviano, el cordobés, el santiagueño, -el porteño no lo identifico por ser nativo-), nos caen simpáticas o adecuadas -no siempre simpáticas- las expresiones de otras hablas. La prueba está que, además de imitar al cheto o al villero (por ejemplo) para burlarse, también se los imita para adornar el discurso. Por ejemplo, agregar un "fieeeeraaaa..." con el gesto de la mano balancéandose en la barbilla con una sonrisa, es un gesto de reconocimiento del otro, en conversaciones cálidas y cercanas. Muy popularizado. Y bienvenido. O sea, se reconoce como "bonito", como gesto de simpatía, ese ademán, la entonación, el ritmo, la expresión y la oportunidad de so uso. No es un uso burlón. Es un reconocimiento. A mí, personalmente me gusta.

Por eso hablo de manipulación. Porque para no escuchar lo que tiene que decir el otro interponemos el "pero si ni sabe hablar...".

Buenos días.

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