jueves, 3 de noviembre de 2011

Esperar el fracaso del otro.


Hoy en día en los trabajos se aprecia la competencia de poder, saber y querer trabajar en equipo.

En principio la gente piensa que es sólo una cuestión de división del trabajo. ¿Quién no va a poder trabajar en equipo si alguien le dice "tu parte va de acá hasta acá". Este es OTRO tema. No es cierto que trabajar en equipo sea hacer estas 5 tareas de las 50 necesarias para completar el proyecto, la obra o el servicio, sino también responder por los enlaces (interfaces incluso humanas, aspectos sociales) y los riesgos, en dos de los numerosos aspectos adicionales que implican trabajar bien en equipo.

Pero hay personas que son muy buenas también para hacer sus 5 tareas, cuidar los enlaces, los impactos, los riesgos y demás pero tienen algo que tira todo para atrás: una actitud, un sabotaje inconciente, que es esperar que el otro se equivoque para demostrar que estaba en lo cierto. Puede haber o no un antecedente, en general es gente que ante un riesgo (real o exagerado) lo comenta a una o dos personas pero no oficialmente al jefe, al líder de proyecto, o en el informe de avance (que así sea informal, siempre existe), o bien a ninguna y son simples gestos (levantar una caja, gestos sobradores, o la famosa "cara de nada" que, para quien sepa leerla da mucha información). Yo he tenido compañeros así. En algún caso, con este tipo de actitudes relativamente frecuentes y en otros, permanentes y muy notorias.

A mí me molesta este tipo de gente. No salgo al choque, pero internamente me molestan. Hacer mejoras, hacer progresos, incluye al error. Y es el aporte de todos los integrantes del equipo lo que hace que se puedan corregir a tiempo y obtener un buen resultado general y varios aprendizajes que siempre son bienvenidos.

Aprecio y valoro mucho a la gente que, con bajo perfil, es perseverante en la mejora, aunque no comparta todas sus decisiones, aunque haya ocsaionalmente un roce, una impaciencia de por medio.

Porque ser perseverante en la mejora implica aceptar el cambio. Y eso no es fácil para nadie. Que a los más jóvenes les encante aprender un nuevo lenguaje de programación, o una nueva tecnología no quiere decir que se sean proclives al cambio. Uno puede cambiar de lenguaje sin cambiar de forma de trabajar o de estrategia para resolver un problema o avanzar en un entregable. Es como decir que cambiar todos los años los zapatos y la cartera, deshaciéndose de los anteriores, implica un cambio en la forma de concebir su imagen año a año.

El verdadero cambio existe cuando hay un viraje en el enfoque.

Aún cuando se mantengan las prácticas.

Si yo me replanteo la forma de enseñar y paso, a lo largo de 5 años, de un enfoque conductista a un enfoque constructivista pero al cabo de los 5 años vuelvo a utilizar el mismo ejemplo o el mismo ejercicio, si el enfoque es otro, hubo un cambio. Porque hay una resignificación.

Juzgar los cambios por sus apariencias en vez de hacerlo por sus efectos es superficial y a veces capcioso.

En esta gente que mencioné que me irrita es bastante frecuente que no se resistan a los cambios en apariencia, es más en confianza dicen "ah, querés la planillita así, bueno acá la tenés así", con un leve matiz desafiante. Porque interiormente saben que el enfoque no cambió y que sólo entregan la forma.

Y si el enfoque no cambia, NO HAY CAMBIO. Y si no hay cambio no hay progreso ni mejora.

¿Se entiende por qué esta gente falsamente colaboradora me irrita?

Prefiero un apasionado que me discuta y le busque la quinta pata al gato, pero esté abierto al cambio si es necesario (y también yo si me demuestra una fisura riesgosa en mi razonamiento) porque ES un aliado también quien se opone, a un falso colaborador.

Buenos días.


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