miércoles, 23 de noviembre de 2011

El mérito 1.

La mayoría de nosotros no nos detenemos a pensar cuán coherentes somos antes de expresar una opinión. Luego, con la cabeza fría podemos llegar a comprender que a veces son nuestras propias contradicciones las que nos embalan en un enojo. Algunos enojos tienen que ver con algunas cuestiones ideológicas casi nunca muy claras, que rigen nuestra forma de opinar, más que de pensar.

Porque en general no nos detenemos a pensar en los pilares de nuestras opiniones, sino que repetimos una decena de argumentos de los que se dejan escuchar más por los medios. Si no es así es porque estamos (voluntaria o involuntariamente) adoctrinados o dogmatizados. Pues sólo mediante estos procesos, logramos ir depurando y erradicando las contradicciones naturales de todo ser humano.

Por ejemplo, es común que la gente aspire al bienestar común para absolutamente todos. Eso es lo políticamente correcto y sincera o mendazmente, se escucha mucho.

Pocos se atreven a aceptar entonces, que desean y consideran justo excluir a un sector de la sociedad. Pero otros no expicitan el "todos", lo asumen, pero discrecionalmente, o sea, el todos es siempre algún grupo amplio que nos incluye.

Un ejemplo típico es el mérito. "Todos" significa "todos los meritorios". Fuera los vagos, los que no quieren trabajar, los que tienen "pretensiones", los que viven de joda, los acomodados, los que no pagaron, no hicieron la cola, etc.

Ayer escuchaba a un compañero enojado, opinando acerca de que alguien que conocía tenía que ir a trabajar (además de lunes a viernes) medio día, sábado por medio. Lo consideraba un atropello. Un atropello que una empresa pretenda que un empleado de Sistemas trabaje un sábado de mañana, dos veces por mes. (Yo de eso no voy a opinar porque yo estoy a favor de la reducción de la jornada laboral para todo el mundo y estoy en desacuerdo conque haya gente atendiendo un supermercado o una zapatería durante el fin de semana... pero voy igual porque no tengo alternativa). Pero no me enojo porque no es ilegal. No es un atropello porque la ley lo permite aunque sea cada vez menos frecuente. La ley permite que trabajemos 45 horas semanales en Argentina. Y si, como en el caso de los individualistas de IT, no estamos bajo ningún convenio, ni tampoco estamos sindicalizados, estamos sólo amparados por la LCT general. Se terminó la discusión, guste o no.

Esto no quita que, en otras ocasiones lo haya escuchado pronunciarse criticando a aquellos que sin tener trabajo, no aceptan cualquier tarea o no aceptan trabajar bajo condiciones abusivas. Y acá me salgo de mi compañero, argumentos como: "no quieren trabajar", "encima tienen pretensiones" son claras muestras de la supremacía del mérito y el castigo asociado a la falta de mérito en el ideario de la clase media. No sé si alguien se escapa de haber opinado en este sentido.

Entonces, ¿si sos "calificado" tenés derecho al pataleo y sino no? ¿Si estudiaste tenés derecho y sino lo que te toque en suerte? ¿O si sabés negociar o presionar o venderte sí y sino bancátela? ¿O si se trata de una tarea a la que aspirás sí y sino no importa?

La realidad es que aquellos que "se quemaron las pestañas" estudiando y más aún "estudiando y trabajando", quieren tener un privilegio por no haber "estado de joda", "haber pasado noches sin dormir", "ir a trabajar sin dormir" por un tp o examen, haber "sacrificado la vida social". Porque pagaron (pagamos) por adelantado ese privilegio de merecer en el futuro. Y pagar por adelantado es siempre un riesgo. Riesgo de que cambien las reglas de juego. Básicamente la principal diferencia es el valor otorgado al futuro y al presente y el riesgo asociado con esa inversión en función de la historia.

Es una decisión. Pero lo que tiene en particular esta decisión es que la persona no lo eligió porque quisiera sino porque estaba en un "plan de ahorro" para comprar el privilegio (con tiempo, esfuerzo, o incluso dinero). Entonces si ese privilegio termina estando al alcance de todos, la persona se siente estafada.

Cuando pensamos en el mérito pensamos en el límite de nuestro esfuerzo y capacidades. Si nos sentimos merecedores y obtenemos el beneficios nos sentimos satisfechos, si pensamos que no es merecido y lo obtenemos lo sentimos como un regalo, pero si lo vemos inalcanzable y no lo obtenemos lo sentimos injusto.

Pero no todos podemos ni aspiramos a lo mismo. Simplemente, ante la misma situación habrá medidas meritorias distintas. El mérito es una barrera de ingreso. Es un criterio, un filtro.

¿Existirá algún modelo social en que el esfuerzo no sea un precio y no tenga relación con el otro?

¿Cuántos continuaríamos haciendo los esfuerzos en que nos embarcamos si no esperáramos merecer un beneficio por ello?

¿Y si nunca más se valorara el mérito?

Buenos días.



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