sábado, 26 de noviembre de 2011

Profesionales new age 2: el lenguaje corporal.

Será que mi parte artística se resiste pero me niego a negar mis aspectos emocionales o mi visión personal de la realidad y sus relaciones.

Antes incursioné en otra red profesional (de España) y recuerdo que me alejó precisamente la negación que se hace de la persona del mundo profesional. En particular, en esa oportunidad fue la masiva adhesión a la práctica manipuladora de la gestión del compromiso. Ahora me está pasando lo mismo con los consejos sobre todo lo que no hay que ser o sobre cómo adquirir el discurso  políticamente correcto que veo proliferar en Linked in. Antes ICTnet ahora Linked In. (Creo que tengo las respuestas de estos motivos y lo veremos en próximos posts).

Se ha construido el concepto de profesional-producto que es una derivación del paradigma mecanicista (engranaje en una maquinaria) pero en su versión en su version new age (una componente funcional que sólo aporta incrementos): el profesional-producto siempre sirve a ciertos fines aportando siempre positivamente, buscándole la cuestión a favor y negando o sepultando las altertas "en contra de" o negativas. Y aunque los aportes positivos sean irrelevantes: es mejor un incremento despreciable y una gran suma de incrementos irrelevantes que un único planteo que resulte en arrancar con algo mejor de fojas cero.

La chicana de moda es que si una persona ve o alerta sobre un riesgo es una persona negativa (en forma absoluta) y nadie quiere saber nada con personas negativas. Lo mismo que si uno está tatando de salir de una odisea como la que vivió Chuck Noland, debe poder relacionarse igualmente como si fuera el empleado del mes de Mc. Donalds en la foto del cuadrito. Tal vez soy una sentimental pero si veo que la persona hace esfuerzos por superar sus dificultades, omito ensañarme con ella y trato de permitir que avance. Tal vez es mucha osadía. En mis épocas, eso era "natural" y de buena gente... las modas pasan...

De modo que cualquier profesional que diga "me parece que la cosa no va por ahí" no debe expresarse sino hasta que encuentre la forma de aportar algo nuevo (nunca corregir porque corregir implica poner de manifiesto el error de uno o más "empleados del mes" y eso es muy feo) que complemente o mejore lo que se expresó y se ve de lejos que anda para el diablo. Nada más condenable que aceptar que un error se filtró, ese terrible virus mutante.

También está bien visto negar los aspectos humanos del profesional-producto: que no se note que es una persona.

Así aparecen consejos sobre el control de los gestos y actitudes a través del conocimiento del lenguaje corporal (no vayan a pensar que se opone, podrían pensar que rechazan sus argumentos, se interpreta como que está incómodo) cuando tal vez las supuestas barreras son intentos de evitar la atención sobre desagradables rollos de la panza o se rasca sobre el labio porque sabe que ese día su digestión le jugó una mala pasada y tiene un aliento no muy amigable. Yo suelo darle oportunidades a la gente de que me diga qué quiere comunicar en vez de estar robándole deducciones intrusivas, impertinentes, prejuiciosas y etiquetadas, justamente porque considero que mis limitaciones como persona hacen que seguramente no esté en condiciones de captar todo lo que la otra persona que tengo enfrente trae consigo en esa circunstancia contingente.

El problema mayor no es que se entrene cómo detectar esas señales (complemente prejuiciosas pues suenan bonitas y cierran hasta con moño, pero no tienen gran sustento) sino lo que se hace con eso: se usan en una entrevista laboral principalmente, o sea que se convierte en filtro para entrar o jamás hacerlo.

Y la tendencia es interpretar al profesional-producto que está enfrente como un dispositivo que emite un conjunto de señales standard y el conocimiento de ese lenguaje standard y la habilidad de comportarse emitiendo convenientes señales standard, son parte medular del nuevo profesional-producto.

Al profesional-producto de hoy no se le debe incluir ningún chip de ideología, de principios, de pensamiento crítico, ni ningún plan de matenimiento en el cual se retraiga por cualquier avatar. Se incluye un chip-diccionario que contiene las palabras que sí debe utilizar y un set de situaciones de uso exitoso y una lista negra de palabras, gestos y expresiones que tiene censuradas.

Lo que más me irrita es el entusiasmo con que se evangeliza la adquisición de nuevos chips para el profesional-producto desde las redes profesionales.

La verdad, me quedo con las personas. Con las personas una puede coincidir, disentir, enojarse y reconciliarse, acercarse y alejarse y será una antigüedad, pero me sigue pareciendo mucho más sano. Además coincide mejor con mi idea del trabajo como actividad para ganarse la vida y no con el paradigma de trabajo como razón de vida.

La  verdad, extraño las épocas en que los profesionales éramos personas.

Buenos días y excelente fin de semana largo.

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