jueves, 10 de noviembre de 2011

Mutualismo. Cooperativismo.

Siempre pensé que una de las formas más sanas de trabajar era en forma cooperativa. Aunque sé que las cooperativas en los últimos años sufrieron la contaminación del pensamiento liberal y que muchas voces se levantaron advirtiendo que si se comportaban como empresas, terminarían abandonando el cooperativismo.

Años atrás durante el MBA, en la materia Instrumentos Financieros en donde veíamos instrumentos estructurados, teníamos por docente a un especialista en fideicomisos. En particular, en su empresa se especializaban en ofrecer financiamiento a cooperativas que en los '90 estaban ahorcadas. Todos ellos eran elegantes, modernos, con una excelente capacidad de oratoria y finalmente convencían a las cooperativas de someter sus activos y su administración a distintos fideicomisos, generalmente fideicomisos de administración.

Tal vez a raíz de algunas preguntas de algunos de nosotros, ya no recuerdo, nuestro docente admitió que hacerse cargo de la administración obligaba a las cooperativas a tal esfuerzo (de todo tipo), que prácticamente las desangraban. Las cooperativas seguían funcionando pero incorporando multitud de cambios en su forma de hacer las cosas, de modo que resignaban sin más remedio su espíritu inicial, a la feroz exigencia de competitividad empresaria impuesto por la Administración.

Los riesgos de la empresa a cargo de la administración y la obtención del financiamiento eran bajos pero existían. De hecho, meterse en algunos negocios que desconocían los había conducido a perder toda una cosecha de miel porque no supieron cómo venderla oportunamente. Creo que habían tenido algún otro caso similar.

Me impactó y me impresionó la frialdad fatalista con que finalmente admitieron los esfuerzos a que sometían a las cooperativas, similares a los que sufren las startups creadas para crecer y ser vendidas a buen precio en poco tiempo.

No fue sino algunos años después en que comprendí por qué me había impresionado tanto.

Podía imaginar lo que sentían esos productores, viendo lo que ocurría con su trabajo, su cultura cooperativista y el costo que tenía sobre el futuro de la cooperativa. Lamento no conocer el final de la historia y saber si este financiamiento pudo ser aprovechado para sus planes o si terminaron resignando definitivamente su espíritu.

Tampoco sé en qué quedaron los esfuerzos de las empresas recuperadas y es un tema sobre el que me hubiera gustado hacer mi tesis. Zanon, Torgelón, Ceres, entre otros casos muy resonantes, que si no estoy en un error, también se organizaron como cooperativas.

Todo esto viene a cuento porque hace unas semanas, me anoté en Linked In en el grupo de Economía Social, para curiosear y ver qué se piensa. Y encontré varios miembros activos, uno de los cuales mencionaba y saludaba en el día del Mutualismo. Empecé a rastrear y ahí me enteré (tarde pero seguro) que el mutualismo tiene su origen en el anarquismo.

Nunca,  jamás, en ningún colegio o facultad, recibí lecturas sugeridas sobre cooperativismo y mutualismo. Sin embargo sé que en algún momento (final del auge y declinación del anarquismo) estuvieron muy difundidas y casi toda la gente tenía alguna relación con alguna organización de este tipo.

Más aún cuando para mi sorpresa vi que el autor en que se origina los primeros gérmenes del mutualismo fue Proudon. Tengo entre mis lecturas pendientes para el verano, varios textos, de distintas vertientes: desde Economía Clásica a socialismo y también tengo a Proudon en la lista de pendientes. Hasta ahora mis lecturas hans sido sobre comentarios y algunos artículos aislados de autores de distintas escuelas y corrientes. La mayoría no he podido aún comentarlas aquí porque requieren algunas lecturas más.

Es tan difícil no caer atrapado en los razonamientos recortados o sesgados de los demás cuando uno no tiene una base teórica firme. Todo parece lógico cuando uno se deja conducir por la secuencia de causas y consecuencias de otro y no puede tomar el volante para decir dónde y cuándo girar. Y menos adivinar aquello que no se dice y que podría ser una diferencia para nosotros. Ya comentaré el tema de impuesto inflacionario más adelante como una de esas trampas típicas en la que es fácil caer cuando se ignoran aspectos de fondo (como es mi caso).

Espero poder hacerme un tiempo para escribir de todo lo que he estado leyendo. Últimamente he estado muy atareada con una realidad más prosaica y de menor vuelo que insiste con sus urgencias.

Buenos días.





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