lunes, 31 de octubre de 2011

En la ruta del Metrobús o del subte A.

Vi que alguien leyó un post mío de hace 3 años. En general no hay mucha gente que llegue a mi blog y me inquieta cada vez que alguien lo hace, sobre todo si no sé quién es, sospecho que no me conoce y ocurre cuando estoy buscando trabajo. Porque de la gente que me conoce, pocos están dispuestos a leer los larguísimos artículos que publico :D.

Y yo los comprendo. Yo tampoco lo haría. Porque además, básicamente estos posts son introspecciones y la gente que me conoce en general sabe cómo pienso o cuando se trata de un simple berrinche.

Y este post de hace tres años era acerca de un amigo cuya empresa no lo efectivizaba, después de años de estar prestando servicios, reconocido a escondidas. Estoy por volver a verlo porque se acerca su cumpleaños y ahí noto cuán rápido pasa el año y cuán mezquino ha sido mi tiempo libre.

Cuando estaba cursando el segundo año de la maestría, el profesor de Recursos Humanos, Luis Pérez, Van Morlegan, nos dijo: "Bueno, ahora (después de la maestría) no pueden ganar menos de $5000" (no recuerdo exactamente la cifra) "ni pueden aceptar puestos que no sean de gerencia media".

Breve e instintivamente tragué saliva. No me esperaba una exigencia de este tipo. Sabía que tal exigencia no se podía materializar salvo que yo lo hiciera posible (y de hecho, la tesis está terminada pero no presentada). Pero yo no aspiraba a un puesto jerárquico. Puedo entender que el prestigio de una maestría se difunde por la cantidad de puestos jerárquicos a los que provee recursos pero en la entrevista de admisión había dejado este punto en claro. Otros intereses me impulsaban más que la promoción laboral.

Reconozco que he sentido esa misma presión también desde varias otras direcciones: conocidos y amigos con sus incrédulos "¿cómo?, ¿no sos gerenta?", "ah, yo pensé que eras jefa como mínimo", "¿más de 10 años y no efectivizaron?".

También de otras formas, no expresadas con palabras, como cuando me presento a concurso (docente) y a mi CV no le da el cuero para competir con colegas que son o han sido jefes o gerentes. Aunque igualmente recibo una recomendación para ocupar dicho puesto inmediatamente después de los JTP.

O cuando quiero opinar acerca de temas relacionados con management o decisiones para lo que sé que tengo un buen bagage de conocimientos bien fundamentados, pero no tengo un CV con que sustentar mis opiniones. 

La otra y última gran presión es a la hora de salir a buscar otro trabajo. A mi edad buscar un puesto similar o con un leve matiz diferente es inentendible. No aspirar a un sueldo mayor, inconcebible.

Pero mi mayor necesidad hoy en día no es el dinero sino el tiempo. Tiempo para mis afectos y para mis otras aspiraciones. Para mis investigaciones, para el arte.

No es una cuestión de responsabilidad. No me asustan las decisiones. Por el contrario, me atraen. Me gustaría tener mi propio negocio, como mamé de chica en casa, con la fábrica de camisas. Heredamos, mi hermana y yo, el carácter fuerte de mi padre, su mentalidad de organización y la enorme capacidad de trabajo y responsabilidad de mi madre. Pero no me gusta lo que viene de la mano de una gerencia o una jefatura. Principalmente, el tener que sacrificar mi tiempo incondicionalmente. O incluso, someter mi criterio.

El año pasado a esta altura habían corrido rumores de efectivización masiva. Que no se cumplieron en esa oportunidad. Y este año, los mismos rumores. Pienso que cada vez es más probable que ocurra y temo que alguna vez se hagan realidad y tiemblo de pensar que me "efectivicen" y pierda nuevamente mi antigüedad por segunda vez. Porque yo ya estoy en relación de dependencia. De la consultora, claro. No tengo interés de cambiar de empleador en los papeles. Es verdad que ganaría las 185 horas, el descuento de personal en la compra de un vehículo y un sinfín de nuevas presiones. Pero no quiero que me den más cosas que no pido en compensación a las que sí quiero y no tengo.

Ya hubo una primera oportunidad en que perdí 3 años de antigüedad (con lo que hoy gozaría de 28 días de vacaciones en vez de 21) y sufrí además una importante quita salarial (los "beneficios" de las efectivizaciones masivas, a cambio de comedor, otra OS -porque yo tenía ya dos-, regalo de fin de año con logo de la compañía). Hoy con 11 años que se cumplen en noviembre, lo que menos quiero es perder mis 8 años de antigüedad en la consultora. ¡Y sin cambiar de trabajo! Ese tiempo, ese maravilloso tiempo que para mí supera cualquier diferencia salarial. Ese invalorable tiempo que pasa y que nunca igualará en calidad a los numerosos días de la jubilación sólo limitados por la decadencia cognitiva.

Estoy dispuesta a perder ese privilegio y otros por algo nuevo que traiga de la mano otras ventajas preciadas para mí: la cercanía, el horario, tareas menos burocráticas, menos obstáculos a la hora de trabajar, mayor dinamismo, recuperación de skills perdidos, actualización tecnológica, oportunidad de desarrollar mi capacidad de análisis o de investigación, o de compatibilizar mis inclinaciones artísticas con la informática, ¿por qué no?...
La semana pasada estaba bastante desanimada porque me había enterado de que algunas consultoras aplicaban como primer, implacable e inconfesable filtro, la edad. Igualmente los desánimos me duran poco, sólo hasta definir cuál será la próxima estrategia y al día siguiente ya estaba elaborando la próxima. Pero para borrar cualquier vestigio de temor, igualmente hoy en mi lugar de trabajo, se incorporó un nuevo empleado, aparentemente mayor que yo.

Tal vez aún haya oportunidad para una humilde analista con funciones de project leader en una empresa mediana más cerca de casa, en lo posible, en la ruta del Metrobús o en la del subte A.

Buenos días.

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