miércoles, 9 de noviembre de 2011

Otra tristeza.

Hace un año creo, más o menos, sentí tristeza por un alumno mío que fue sorprendido en un examen copiándose "escandalosamente". Su falta de cuidado más que el hecho en sí, había ofendido a mis colegas. En su momento lo que más me molestó fue que en nuestra formación aún estuviéramos atados a ciertas prácticas infantiles que no servirán en su trabajo al profesional que estamos formando. Los medios, los mensajes durante la formación, también tienen su efecto sobre el futuro profesional.

Y ahora tuve otra tristeza. Pero muy distinta. Cuatro de mis ex-alumnos colaboraron con nosotros en la materia. Primero Adriana dejó la cátedra. Luego Diego y próximamente perderemos a otro del mismo grupo. Quedará uno solo (de otro grupo de alumnos). Una de mis candidatas del año pasado falló su examen final y no pudo ser llamada pese a que reunía todas las condiciones. Algo que aún lamento muchísimo. Y la última candidata que había elegido, no pudo sumarse este cuatrimestre pero espero que lo haga más adelante.

Esta partida trae a mi memoria una conferencia sobre liderazgo a la que asistí unos años atrás. La dictaba una profesional que había ocupado posiciones de gerencia media. Creo que el nombre era Viviana pero ahora no puedo recordar el apellido.

Dijo algo que me llamó la atención. Ella lo daba como obvio aunque para mí no lo era y no estaba segura de que tuviera razón. Al menos no en todo contexto.

Ella dijo algo así como: "la forma de establecer un buen liderazgo es formar clones de uno mismo".

Ese es un estilo de liderazgo, que obviamente no hace uso ni saca provecho de la diversidad. Funciona para decisiones rápidas y consistentes, reemplazando la verticalidad por la identificación, pero no sirve para decisiones creativas.

Yo tengo una relación muy especial con los ayudantes que fueron mis alumnos, sin embargo yo no los veo como clones, por el contrario los veo muy distintos a mí. Hemos discrepado muchísimas veces. Y conservamos aún hoy, después de varios años, puntos de vista distintos sobre algunos temas. Cuando los seleccioné atendí a sus personalidades, a su forma de encarar los problemas, a su capacidad de análisis y sus criterios, a la forma de relacionarse con el conocimiento y con la gente y creo que no me he equivocado. Soy conciente que aprender una materia para dictarla, no lleva un cuatrimestre sino años. Y sobre todo años de discutir enfoques, métodos, técnicas, recursos, temas, conceptos. Ese intercambio entre pares es el que produce el conocimiento que se vuelca en las clases.

Por eso cada miembro es tan importante.

La partida de cada ayudante que ha pasado por mi grupo es siempre algo triste.

Buenas tardes.

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