miércoles, 11 de julio de 2012

La fantasía de todos los días 2.

Recuerdo algunos de mis sueños, aquellos que se han repetido o que me han impactado mucho.

Recuerdo un sueño, muy parecido a la fantasía de todos los días, frente al semáforo en rojo.

Tenía 12 años, o 13 tal vez. Fue un sueño largo y creo que repetido.

En mi sueño despertaba en la mañana y desde la ventana, en un primer piso, veía inundado el patio, hasta la misma ventana. Veía parte de la medianera y agua, sólo agua por todos lados. Estaba sola. No sé cómo terminaba sobre una madera, una puerta tal vez, flotando a la deriva. No había viento, no había olas, no había corrientes salvo un levísimo movimiento. No había orillas, sólo algunos objetos flotando.

¿Habrá alguien más en el mundo?

Sospechaba que sí, pero no quedaba nada en pie. Todo lo que había sido estaba bajo las aguas. Suponía que en algún momento encontraría algún pico de un cerro, o la terraza de algún edificio. El agua había continuado subiendo, porque de mi casa ya no quedaba nada. De la ciudad de Buenos Aires, no quedaba nada.

Ya estaba en el Río de la Plata camino al océano, rumbo al norte. La incertidumbre me angustió. Me pareció presentir que había alguien algunos kilómetros más allá pero no estaba segura. Me pareció ver un perro a lo lejos.

Navegué lentamente hasta mediodía.

Y desperté a las seis de la mañana.

Buenas noches.

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