lunes, 9 de julio de 2012

El límite entre el abuso del empleador y el abuso del empleado 2.

Confieso que no siempre he sido consistente en mis pensamientos. Durante mucho tiempo sobrevivieron los preconceptos heredados de docentes y padres y he intentado de compatibilizarlos en algunos relativismos.

Ya no comparto la que mostré como mi forma de pensar del 2006 o 2010 incluso. Porque mi miedo en ese momento, de estar tal vez en una vidriera, me hacían tratar de contemporizar mis sospechas con mis observaciones.

La verdad es que cuando veo que mis visitas son CERO en algunos posts me quedo tranquila y cuando veo que se hace un pico de visitas en cualquiera, reciente o pasado, me aterrorizo. Porque este blog es como un pensar en voz alta. Es la transcripción de mis contradicciones, entre lo que me animo y lo que no me animo. Lo que verdaderamente soy es bastante peor de lo que se lee.

En El límite entre el abuso del empleador y el abuso del empleado puse algunos preconceptos heredados o bien algunas indefiniciones reales en aquel momento.

Cuando era chica mis padres, que provenían de una pobreza más bien ejemplar, habían puesto un taller primero y luego una fábrica de camisas. La realidad de esa fábrica no la sabré jamás. Yo allí vi comportamientos dispares de ambos lados, del patrón y del operario producto de las contradicciones de ambas partes.

Mi mamá había sido operaria, planchadora a destajo. Mi papá cortador y modelista, y jefe de producción mucho después. Él tenía una cierta sensibilidad social y había implementado varias medidas propuestas por el socialismo cuando estuvo a cargo de la organización de una planta en el sur. En su propia fábrica más adelante, fue generoso en la paga, en parte por no saber bien cómo se liquidaba y en parte porque prefirió no enterarse. Regaló, no cobró e hizo la vista gorda muchas veces. Eso nadie me lo contó, lo vi yo misma. Y fue ante la vista de esos visos de generosidad en un negocio que no tenía tanto margen y que nos hacía vivir pobremente a nosotros, a veces con más limitaciones que algunos de los empleados, en que me referí en que  a veces hay abusos por parte del empleado.

Yo misma hice el MBA con dos fines: una poner mi propio emprendimiento y el otro complementar mi función docente. Y elegí Finanzas porque de Marketing y de Administración o Recursos Humanos hay mucho material y mucho más ameno que para la aridez financiera y ya que pagaba bastante esos estudios, quise hacerlos rendir al máximo.

Resultado: nunca pude poner mi propio emprendimiento, por mis miedos y también porque no podía concebir tener gente trabajando para mí. No encuentro cómo compatibilizar eso con mi forma de pensar.

Y mi función docente no ha salido de su crisis. La crisis que empezó apenas empecé a ejercer y que recrudeció cuando leí "La Elección de los Elegidos" de Bourdieu y Passeron.

Cuando en el MBA vi algo de Economía y de Política algunas de las ideas que tenía en remojo como dilemas sin solución, recrudecieron. No puede evitar empezar a buscar respuestas a esas preguntas y así llegué a la idea de que el sistema actual del que me parece que es casi imposible escapar, se refuerza con la educación y con algunas falacias acerca de conceptos tan loables como la democracia representativa o los impuestos de base solidaria, entre otro montón de creencias-potencia.

Dentro de ese sistema de creencias están las relaciones de poder impuestas o autoimpuestas y las relaciones de poder empleador-empleado y su recíproca empleado-empleador.

Los abusos, ahora, deberían ser leídos desde este micromundo de las relaciones de poder. No sé si es posible hacerlo sin tomar partido.

La lógica que subordina la obediencia y colaboración del empleado con la supervivencia de una empresa, es la base misma del sistema que considero perjudicial para la sociedad. Más aún cuando se trata de una pyme en donde el patrón tiene una voluntad de diferenciarse del destino del empleado. Y para eso necesita de la complicidad del empleado, que no es más que una visión de su propio pasado.

Esto me pone en un laberinto sin salida, en donde el nuevo dilema es la misma promoción social.

Buenos días.


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