viernes, 8 de junio de 2012

Amanecer.

Hace casi una década atrás empecé a pensar en las posibilidades del Teletrabajo. El Teletrabajo me llevó al Trabajo y mi vínculo con el trabajo. Simultáneamente presencié como toda una generación, joven y productiva estaba cayéndose fuera del espectro laboral y lo que estaba provocando en ellos. Algo andaba muy mal.

Mi naturaleza empática hizo que empezara desesperadamente a buscar respuestas, a ver si era posible pensar una salida.

Mi búsqueda me llevó a distintas lecturas, en libros y en la web. Hasta que luego de varias dudas, idas y venidas (que aún continúan y que supongo que seguirán estando en mí, por mi naturaleza cuestionadora), encontré varios conceptos en los que encontraba algunas respuestas, confirmaciones o, al menos, los mismos cuestionamientos.

Fue este año que empecé a atar cabos sueltos y poder juntar todo eso que llamaba mi atención y me generaba preguntas, sobre todo preguntas del tipo: "¿estoy YO en lo cierto si todos piensan lo que digo no tiene nada que ver con lo que venimos hablando? ¿estoy equivocada cuando me parece más importante otra cosa? ¿esto que creía antes, sigue valiendo ahora? ¿qué cosas de las que creía dejan de tener vigencia?".

Y sobre todo estos últimos 5 años fueron muy turbulentos en estos aspectos. Yo notaba algunas cosas pero, ¿cómo confesarlo? 

No soy otra. Soy la misma pero menos negada.

Todo lo que desde chica sentía que no era así, hoy veo que realmente no era así. O al menos ahora estoy un poco más convencida... o más acompañada. Y puedo poner en su exacta dimensión todos los "desubicada", "subversiva", "cuestionadora", "irracional", "ingenua" que me dedicaron muchas de las personas que se cruzaron en mi vida y que resultaron en una demora en mi "amanecer".

Todas las cosas que me preocupaban inmensamente terminaban en unos pocos motivos.

Todo esto viene a cuento de este dolor de ver a la gente pasarla mal, de lo que pasa con el trabajo, de Anonymous, de la ética hacker, de mis presuntos problemas con la autoridad, de mis dudas acerca del lado en donde está la ley, mis ideas acerca de la economía paralela, mi disgusto ante los excesos del marketing, del consumo, mi dolor al ver el daño que produce el dinero, mi indignación ante los dobles discursos y los eufemismos, mi impotencia ante los abusos del poder y al ver cuán limitados estamos en asegurar que cada ser humano pueda disfrutar los días de su vida con bienestar, mis cuestionamientos acerca de mi función docente, sobre el conocimiento, sobre la información...

Y fundamentalmente sobre lo que hacemos con todo eso. Creo que en mi función docente fue donde menos pude acallar mi verdadero ser.

Mi lectura me llevó por sitios y autores (que jamás vi en las bibliografías de la academia) en donde cada vez que leía pensaba: "no estaba tan loca", o se me abrían inmensos los ojos descubriendo que ahí estaba "justo lo que yo pensaba". Empecé a entender por qué me costaba tanto aceptar lo que me inculcaban, por qué siempre me sonaba que eso no era lo importante.

Y mi twitter se llenó de protestas. Busqué y busco todas las tendencias pero debo reconocer que no tengo tanta amplitud como hubiera deseado y que no puedo "seguir" algunas, ni aun para poder mejorar mis contrargumentos. Mi twitter se llenó de twiteros que informan de revueltas, marchas, protestas, denuncias y pensé:

... ¿será posible?

... ¿será posible que todavía tengamos una oportunidad?

... ¿será posible que el espíritu humano aún pueda aspirar a un amanecer?

... ¿será posible que deje de ser un sueño idealista confiar en el otro, ponernos de acuerdo y hacer algo creativo para tener todos un lugar (no físico) donde vivir mejor en todo sentido?

... ¿será posible que todavía podamos sacudirnos los prejuicios, olvidar nuestra necesidad infantil de tutela, de control, que dejemos de tirar de la falda de "mamá autoridad" cuando no sabemos resolver nuestras cuestiones?

Y ayer encima, una nota sobre Ivone Gebara: http://tinyurl.com/chy7qpm
No quiero ilusionarme pero creo que todos los que pensamos más o menos parecido sobre estas cuestiones, tenemos el deber de no perder la esperanza para que alguna vez sea posible.

Tal vez estoy sensible, porque escuché la noticia del incendio en otro geriátrico y lagrimeando (como ahora) pensé: ojalá nadie tuviera que terminar su vida así, ojalá nadie tuviera que ir a un geriátrico, ni a un hospicio. Cómo llegamos a este punto de apenas nacer y recibir un número y fallecer y pasar a ser una estadística.

Y lo que pasa en mi Twitter me llena simultáneamente de dolor y de esperanza.


Buenos días.




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