jueves, 28 de junio de 2012

La otra educación 1.


Hoy cuando venía de camino para el trabajo pensaba muchas cosas, tantas que olvidé todas menos una, el tema de la educación.

Es sabido cómo nace la escuela y para qué valores fue creada: la disciplina, cierto tipo de orden y fundamentalmente la aceptación de la división del trabajo.

¿Pero hoy en día, qué necesitamos?

La imprenta primero, la universidad pública luego y ahora Internet fueron y son importantísimos centros de difusión del pensamiento crítico. Lo promueven. Es uno el que pone las barreras, aceptando los preconceptos del poder.

El poder necesitaba disciplina y tuvo disciplina. Las fábricas, los hospitales, las cárceles, los hospicios y las escuelas, son ámbitos que con excelencia reproducen el modelo disciplinario heredado de los militares y la Iglesia como organizaciones jerárquicas por excelencia inspiradores del modelo empresarial.

Hoy, en un mundo conectado punto a punto de cabo a rabo, ¿necesitamos esas jerarquías? ¿Necesitamos crear canales por los cuales circulen depurada y prolijamente los mensajes?

Necesitamos una educación que a distintos niveles promueva el cuestionamiento, el pensamiento crítico, la renovación y replanteamiento cuando las condiciones de contexto cambian.

En el mundo cada vez más convulsionado en que vivimos (por suerte) no deberíamos perder la oportunidad de educar, de formar en el pensamiento, en el razonamiento y fundamentalmente en la libertad y el respeto. Porque de la discusión salen las soluciones creativas, de compartir y dejar correr el conocimiento salen las mejores soluciones. De la inexistencia de barreras.

No es cierto que necesitemos tutelas, no es cierto que necesitemos que controlen qué debemos conocer y qué no. El error se corrige con la experimentación, con el hacer, con la aplicación, con la discusión de resultados.

Las barreras impuestas por los estados, al conformar sus políticas de educación y económicas, reproducen los modelos de dependencia del poder. Nos encarrilan en los mismos caminos siempre, con las escasas alternativas que conducen al mismo sitio, a aspirar estar un poco más arriba en la pirámide que construyeron especialmente para mantenernos consumiendo y medrando, entretenidos. Pero hay otras alternativas, sólo tenemos que levantar las barreras que cercan esos caminos.

Y las principales barreras son mentales.

El miedo. El miedo al caos, el miedo a la violencia, el miedo a la miseria, el miedo al hambre y a la falta de trabajo, el miedo a no tener trabajo. El poder necesita el miedo.

Pero acaso el hombre, si es libre, ¿no tiene la capacidad de decidir las mejores formas de librarse de esas amenazas, acaso el hombre no puede colaborar en construir un mundo acorde a sus necesidades con el concurso de otros que piensen como él?

Esas amenazas, las del miedo, son posibles sólo si nosotros les atribuimos entidad. Si podemos crear una solución en colaboración, no tiene por qué existir esa amenaza. La amenaza aparece en la medida que las soluciones quedan detrás de la barrera.

La oportunidad que no debemos perder es la de educar para la libertad, para el pensamiento crítico, y el replanteo constante, sin penalizaciones. En la libertad de pensamiento y en la libertad de expresión y de discusión. Y por ende, en el respeto y el renocimiento del otro, de su propia experiencia y de su forma de vivir la historia común.

Pero también dije algo sobre la división del trabajo y algunas otras cuestiones. Esos son temas para otros posts.

Buenos días.




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