lunes, 31 de enero de 2011

El trabajo como valor VII: el avance tecnológico y la naturalización de lo nuevo

A nadie se le escapa a esta altura que los avances tecnológicos afectan y mucho al trabajo. Para ser estrictos, y en función a las distintas reseñas históricas que hay disponibles acerca de la evolución del concepto, podemos hablar de "trabajo", estrictamente y como lo conocemos hoy en día, recién desde la Revolución Industrial.

Es con la revolución industrial que deja de valer el talento y la experiencia para dejar paso a la disciplina y la regularidad. Con el tiempo, aparece la escuela cuyo fin primordial era disciplinar a los futuros trabajadores para cumplir con sus tareas de acuerdo a las necesidades de los talleres y luego, de la línea de producción en serie.

En todos lados nos encontramos con el concepto de sociedades disciplinarias de Foucault que surgen con el establecimiento de los estados-nación, y contemporáneamente a los talleres y las escuelas. Y tal como dice Bob Black, nacemos el entorno disciplinario de la familia, luego vamos a la escuela durante toda la infancia y adolescencia y salimos convertidos, como en The Wall, en una suerte de carne picada, que desagrega las diferencias y amasa seres uniformes "todo-uso y servicio", con matices simpáticos (más magros, menos magros).

Tal vez suene exagerado. Esto es porque lo vemos natural y no nos parece tan grave pero la realidad es que desde la cuna nos dan letra y nos tocan la misma música para que bailemos todos el mismo minué y terminamos escuchándolo afinado. Yo también soy hamburguesa de la misma picadora.

Es natural y no podemos concebir otra cosa.

Tampoco yo.

(En otra oportunidad trataré de trabajar un poco las ideas de las "sociedad afluentes originales" y el achatamiento de las organizaciones, de dónde proviene y qué consecuencias trae. Pero por ahora me limitaré a reforzar lo que produce esta idea de naturalización.)

Todo lo que vivimos como natural es sin embargo inculcado. Es algo en lo que creo fervientemente y ha aparecido ya en otros posts acerca de la información y el conocimiento. Los seres humanos somos productores y productos de nuestra cultura y salimos más o menos de acuerdo a un molde, temporal, que va variando, pero armoniosamente a lo largo de las décadas. Norbert Elías lo desarrolla muy claramente y nos deja manifiesto que cada detalle de nuestra "buena" educación, era impensada en otro momento.

Los motores, la máquina a vapor, la electricidad, las comunicaciones, la electrónica y la informática ahora, cada una ha ido imprimiendo nuevas formas de pensar, nuevas naturalizaciones. Cambios en el "sentido común" social.

Aquellos que caen en la transición, que reciben el golpe ya de grandes, son los que van quedando afuera o por lo menos varios escalones más abajo. Del mismo modo aquellos que son educados muy estrictamente según los conceptos y visión del mundo de la generación anterior. En este punto, los más rebeldes corren con ventaja en esta carrera de la adaptación. Y hay que admitir que la resistencia no ha logrado jamás revertir el estado de cosas que se impone con las innovaciones tecnológicas.

Todo el tiempo escuchamos "¿y cómo hacíamos cuando no había teléfono?", "¿y cómo hacíamos cuando no había celular?", "¿y cómo hacíamos cuando no había Internet?". Si hoy, muchos adultos adaptados no conciben la vida sin un GPS, el LCD, el celular, el wifi, cuánto más los jóvenes y mucho más aún, cuando esos jóvenes ingresan al mercado laboral y empiezan a ocupar las gerencias. En donde todos estos adelantos y los cambios en la forma de concebir el mundo, son "naturales".

Es la ley de la selva. Siempre lo es. La fuerza física y la violencia ha dejado paso al conocimiento y la capacidad de adaptación y desapego.

Tedesco (que empieza muy bien su trabajo pero luego me parece que patina) dice en "Educar en la Sociedad del Conocimiento": "Mientras en el modelo capitalista tradicional la pobreza o la condición asalariada podían ser pecibidas como consecuencias de un orden social injusto, en el nuevo capitalismo tienden a asociarse a la naturaleza de las cosas y, en última instancia, a la responsabilidad personal."

Los que quedan afuera entonces, son los culpables de haber quedado afuera.


Buenas noches.

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