martes, 25 de enero de 2011

El trabajo como valor VII: el avance tecnológico (Rifkin y otros)

Continuando con la lectura del número 9 de Cuaderno de Materiales, hoy estamos con el último artículo llamado "Ante la crisis del trabajo" de Antonio Antón.

Tal vez quien llegue a estos posts se desilusionen porque yo no estoy desarrollando temas, sino investigando cuestionándome, arriesgando conclusiones, preliminares, intermedias, finales, buenas, malas, retrocediendo y volviendo a avanzar. Este blog es el devenir de mi pensamiento. No pretendo aquí dar cátedra de nada sino leerme y descubrir qué pienso, revisar creencias, explicar aprendizajes, discutir, comparar, rememorar.

Con estos artículos tal vez me detengo en algunos puntos o me extiendo en algo que rememoré y que tal vez no se relaciona directamente. Me disculpo si algún lector esperaba otra cosa, como sospecho que ocurrió con los posts que mencionan a Buchanan. Lamento que aquellos que vinieron en busca de algún conocimiento se hayan ido con mis preguntas en lugar de sus respuestas.

Comencemos con el ejercicio de introspección.

Respecto de esta nota (que da para varios posts), pienso ir comentando las ideas que me surgen durante su lectura y traer lecturas o ideas ajenas al artículo que contribuyan a ampliar su contenido.

En este artículo mi primer alto tiene que ver con esta afirmación acerca de que en épocas de desempleo, el avance tecnológico tiene un mayor efecto.

Cuando estudiaba en la facultad debíamos aprender uno de los temas más sencillos de entender y más difíciles de enfrentar en la vida real: la resistencia al cambio. Supongo que ahora que sale al ruedo el tema, lo desarrollaré más adelante, para rumiar lo que sé y lo que he vivido al respecto. Nuestros profesores en distntas materias, profesionales entre 30 y 50 años, tal vez con un poco de soberbia (pienso ahora), repetían una y otra vez que la forma de trabajar sobre la resistencia al cambio es entendiendo que no es cierto que los sistemas hagan peligrar puestos de trabajo, y que no tiene por qué ser así.

La realidad, señores, es que, en general sí es así.

Digo en general porque hay dos condiciones (ahora se me ocurren 2 pero podrían ser más) en virtud de las cuales esto no sería así: la primera es que si la tecnología viene a levantar los límites que actualmente frenan el crecimiento de una organización, habiendo espacio para reacomodar al personal existente en otras tareas sin expulsión y la segunda es que este personal acepte ser reconvertido.

La realidad es que estos dos puntos no siempre se dan, es más, no se dan casi nunca, creo yo. También principalmente por dos motivos: el primero es que cuando una empresa adquiere tecnología, la mayoría del personal existente no está en condiciones de acompañar el crecimiento pues su calificación no se lo permite. Algunos de ellos serán capacitados pero no todos. De estos que quedan fuera, algunos se autoexcluirán, otros simplemente no tienen los conocimientos previos necesarios o la habilidad para ello y unos últimos serán excluidos por la misma empresa. La segunda es que generalmente se persigue reducir costos y por más que se desmienta, el recorte de recursos humanos está a la cabeza de la lista.

La ley sale al cruce de estas situaciones con mejor o peor resultado.

Pero la realidad es que aún dándose estos casos, la situación para el personal, cuando arriba la tecnología, es fundadamente inquietante.

En particular, en mi carrera, nosotros debíamos creer fuertemente en esto porque nosotros como analistas de sistemas íbamos a ser los artefactos de apropiación del conocimiento de esos empleados de futuro incierto. Ellos tienen el conocimiento y nosotros necesitamos ese conocimiento para hacer nuestro trabajo. En nuestro caso, las aplicaciones de software. Y por más que nuestros docentes insistieran de que no era estrictamente cierto que esos empleados tuvieran motivos para temer, la realidad es que sí los tienen y en muchos casos, los temores se hacen realidad tarde o temprano.

Antón escribe lo siguiente: "Rifkin expone la idea de que después de siglos de valorar al ser humano en términos productivos, ahora los trabajadores se quedan sin autodefinición o función social y por tanto se produce una crisis de identidad, de valores y de estatus. Reconoce la dimensión histórica de la crisis del trabajo como fundamentación de la vida social pero tras este sugerente diagnóstico la cuestión es cómo se llena ese vacío, y no entra en los problemas para la conformación de una nueva identidad colectiva."

Según Antón, Rifkin reconoce la crisis de identidad (que por otro lado, está también desarrollado en el post sobre el trabajo como valor VI, acerca del artículo anterior de la misma revista) que padece el hombre que queda fuera de su círculo laboral y de las dificultades de la resignificación de sí mismo que debe atravesar el que queda fuera.

En este artículo se asegura que Rifkin se desentiende de esto, da privilegio a la lógica del mercado y a la competitidad por sobre el hombre. Mientras que nosotros los analistas de hace una década atrás, éramos iniciados en un "pacto de silencio" en donde se adornaba con eufemismos la realidad que se escondía tras nuestro trabajo.

El autor cita a Rifkin diciendo textualmente: "Rifkin expone la idea de que después de siglos de valorar al ser humano en términos productivos, ahora los trabajadores se quedan sin autodefinición o función social y por tanto se produce una crisis de identidad, de valores y de estatus. Reconoce la dimensión histórica de la crisis del trabajo como fundamentación de la vida social pero tras este sugerente diagnóstico la cuestión es cómo se llena ese vacío, y no entra en los problemas para la conformación de una nueva identidad colectiva."

Esta gente que queda fuera del mercado de trabajo, que han perdido su identidad y que han sido despojados de su conocimiento en beneficio de aquel que lo excluye da por resultado un simple resentimiento.

Si bien la tecnología no empieza y termina en la informática, hoy en día es indiscutible que se ha convertido en la preocupación más frecuente y pesada que pesa sobre los "analfabetos y cuasi-analfabetos informáticos".

Desde esta perspectiva, no quiero dejar de citar  a "Juan Carlos Tedesco" en "Educar en la sociedad del conocimiento". Tedesco dice a raíz de la desigualdad social: "en las sociedades que estan utilizando más intensivamente la informacion y los conocimientos en sus actividades productivas, está aumentando significativamente la desigualdad social. Crecimiento económico y aumento d ela desigualdad han comenzado a ser concomitantes. Si bien existe consenso en reconocer la complejidad de estos procesos, también se admite que uno de los factores fundamentales asociado al aumento de la desigualdad es la transformación de la organización del trabajo. Al respecto, las informaciones disponibles permiten apreciar que la incorporación de nuevas tecnologías al proceso productivo está asociada a la eliminación de numerosos puestos de trabajo. -En este contexto, la mayor parte de los nuevos puesos de trabajo no se crean en los sectores tecnológicamente más avanzzados, sino en los sevidios donde el costo del trabajo representa una proporción importante dle precio del producto. Esta diferencia en el ritmo de creación de puestos de trabajo está asociada a diferencias en los salarios. Mientras que los sectores de alta productividad puedn tener políticas salariales generosas, los sectores de servicios. donde el vínculo entre salarios y empleo es muy alto, están obligados a aumentar muy moderadamente los salarios si quieren que crezca el empleo. Esta dinámica, donde el empleo disminuye en los sectores que pueden pagar buenos salarios y aumenta en aquellos que pagan salarios modestos, explica las razones por las cuales la recoposición del empleo en función de la evolución tecnológica auenta la desigualdad."

Yo creo que este párrafo (y los que siguen y que compartiré más adelante) han impedido que avance en la lectura. Porque fue la respuesta a esto que me pasaba en la facultad con los eufemismos y medias mentiras acerca de la resistencia al cambio.

Demasiado para este post. En un par de días, en otro post, transcribiré otros párrafos de Tedesco que explican el fenómeno de exclusión y lo diferencian del de explotación. En el próximo avanzaré sobre otros temas que toca el artículo de Antón: la remuneración básica, el tercer sector, y el pleno empleo. Temas que incluyen cuestiones que me parece que han quedado en el olvido como la reducción de la jornada laboral (la tendencia en el mundo hoy en inversa) y que refuerzan los puntos que se han venido tocando alrededor del vínculo entre trabajo y, en cierto modo, "autoestima", "identificación" y "pertenencia".

Buenos días

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