domingo, 28 de septiembre de 2014

Abusos.

Si bien las estadísticas varían de país a país y de fuente en fuente, entre los números que vi, se dice que entre un 75 y un 80% de las víctimas de abuso sexual infantil son victimizadas por miembros de su familia.

También está ampliamente difundido que la mayoría de los casos de violación a mujeres, son llevadas a cabo por personas de confianza o conocidas por la víctima.

Hay muchos elementos en común y hay unas pocas causas de los casos de abuso.

Luego los psiquiatras forenses harán sus tipologías según las características de las agresiones y dirán, por ejemplo, que los casos de violación de esposas e hijas durante un asalto a un hogar son agresiones dirigidas al hombre y no a las mujeres (sí, eso lo he escuchado varias veces ya). Un grado de negación extrema diseñada para justificar y comprender el abuso como una mera competencia entre machos, las mujeres no cuentan.

Pero dentro de los elementos en común están por ejemplo, que lxs niñxs en general y las mujeres en particular son educados en el sometimiento, obligados a tolerar a la vista de todos, besuqueos, palmadas en la cola, caricias, abrazos con o sin apoyos, exagerados, húmedos, franeleros. Y en la mayoría de los casos lxs niñxs no desean ese contacto y se escapan en cuanto pueden, resistiéndose con justa razón.

Desde luego que los niñxs deben socializar. La socialización es necesaria para que las personas se organicen y lleven a cabo sus actividades con respeto y dentro de una cierta armonía. Y eso lleva tiempo. Una serie de convenciones, reconocimientos, respetos sin exagerar.

Sin embargo la tolerancia al abuso no es necesaria para la socialización.

Que salude no significa que los niñxs deban pasar por el manoseo y besuqueo de lxs adultxs.

Es bueno que aprendan a reconocer sus sentimientos y emociones, lo que les agrada y lo que les causa rechazo y poder decir NO, sin ser censuradxs.

De esta forma, si llegaran a ser abusadxs podrán explicar sus sentimientos, podrán sentirse libres de contar quién lxs ha abusado. Lxs abusadores/as apelan a ese desconocimiento de sus sentimientos para manipularlxs. Complicidades forzadas ("nuestro secreto"), amenazas, sobre todo de que no van a ser queridxs o creidxs y culpas no pueden tener efecto sobre niñxs que son respetadxs en sus emociones y que son escuchadxs con respeto.

El aprendizaje que resulta de este tipo de educación es que "un cierto abuso debe ser tolerado", para no hacer enojar, para no decepcionar, para ser buenx. Y convierte en víctimas y victimarios a algunxs de esxs adultxs, criadxs en esos acuerdos tácitos de amenazas, culpas y secretos fantasmas, hechizos que se rompen simplemente con no darles entidad.

Esto con respecto a algunos de los elementos en común.

Pero además hay causas. Y dentro de las causas está la naturalización de que haya personas con derecho a ejercer su poder sobre otras y otras con el deber de someterse. Y esto es la obligación de la obediencia. Pero está tan enquistada esta idea que de adultxs trasladamos esta ley a todo: debemos obedecer, no es civilizado desobedecer, primero acatar luego tratar de ser escuchadxs, atendidxs y modificar las normas, si alguna vez llegara a ser posible. La armonía se logra por la obediencia incondicional a las normas: se llamen tradiciones, costumbres o leyes. No se pueden cuestionar. Por más que sean inventos humanos, fueron hechas por quienes tenían el derecho de ejercer su poder.

¿Quiénes son los que dictaron las esas tradiciones, costumbres y normas? Los dioses, los reyes, los señores (recordar el derecho de pernada, o el derecho de saquear y violar por dos días una ciudad tomada). Un derecho de posesión, de colocar en situación de cosa a una persona: cosificarlas. Y derecho de mandar sobre el destino de esos objetos.

La peor parte la llevaron las mujeres. Demonizadas, portadoras de la tentación, responsables de haber perdido el paraíso para el hombre hasta la última generación, perturbadoras de los deseos de los machos incontinentes e irracionales a quienes no se podía culpar, incapaces ellas de utilizar la razón y sólo proclives a dejarse llevar por instintos y emociones. Incluso hasta sospechadas de no portar alma por siglos, como los animales y los indios. Argumento suficiente para ser sometidxs por los que sí son portadores de alma y razón.

Los siglos fueron estilizando esas tradiciones. En la base de las costumbres, de las normas sociales, y por ende de sus leyes, persisten estas creencias. Trasmitidas por padres y madres a sus hijxs en esta tolerancia del abuso. Negadores del abuso cuando se perpetra. Invirtiendo la culpa o minimizando las circunstancias. Inventando justificaciones.


Buenas noches.


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