jueves, 18 de septiembre de 2014

Sobre inquisidores.

Hoy estaba haciendo unos señaladores y mientras tanto escuchaba la radio.

Llegué a escuchar parte de la entrevista a Jorge Ossona, autor de "Punteros, malandras y porongas. Ocupación de tierras y los usos políticos de la pobrezas" en el programa de Perina.

Yo fui educada para pensar como Perina. Con lo que cuando lo escucho, me siento amonestada por mis maestros. En particular destila esa severidad constreñida que comparten liberales y conservadores. 

Incitaba a Ossona (indignado o actuando indignación, no sé) a excederse en juicios de tenor prejuicioso y sesgado. El tema del libro era la ocupación de tierras y los usos políticos de la pobrezas, en particular, el establecimiento de villas.

Perina aprovechó para acometer contra los cooperativistas que recuperan ciertas empresas, en particular, llamó ladrones y delincuentes a los cooperativistas del Hotel Bauen. Y desde cargó contra la aceptación de la expropiación por recuperación de empresas.

Por un momento dudé, no por los fundamentos, sino por el tema de la actuación.

Lo que pareciera que está en juego es la veracidad, la sinceridad de quienes comunican los motivos y la situación.

Perina sacó el tema de las cooperativas cuando Ossona no trataba ese tema y no tenía interés en manifestarse al respecto. ¿Era Perina sincero en su indignación o se trataba de una actuación como operador de derecha?

¿Y si los que mienten y actúan son los que toman una fábrica u ocupan unos terrenos y no dicen toda la verdad? Probablemente algo de esto ocurra.

¿Depende de la verdad o la mentira, que yo o cualquier otra persona apoye o no a los expropiadores u okupas, o lo que fuera?

¿Deberíamos pensar en verdades o mentiras situacionales?

Los jueces, que tienen los elementos para conocer un poco más los detalles de la situación, ¿nos ofrecen garantías de justicia? ¿Tanto cuando fallan a favor como cuando fallan en contra?

No, nadie siente eso. Ni Emilio Perina, ni yo.

Todos sabemos que todos mienten. Mienten los dueños de la fábrica en el caso de una fábrica recuperada, mienten los jueces que juegan los intereses del sector que los coloca y los sostiene, mienten los punteros, mienten los periodistas y mienten también los historiadores. O mienten o cuentan una parte de la verdad y sobredimensionan la parte que cuentan, adrede o como consecuencia de la ablación de la otra parte de la "verdad". Y lo mismo para las ocupaciones de tierras o casas.

Cualquier ganador podría estar ganando con justicia y cualquier perdedor podría estar perdiendo con injusticia.

Sólo hay dos posturas inequívocas en un caso así.

La que está a favor de la propiedad (pública o privada) en cualquier circunstancia, para la cual nunca es válida la expropiación ni la ocupación. Y la que está en contra de la propiedad (pública o privada) en cualquier conflicto, para la cual siempre es válida la expropiación y la ocupación.

Cualquier otra postura necesita saber la verdad.

Y la verdad nunca, NUNCA, se sabe.

No me quedan dudas acerca de los motivos políticos detrás de cada acción colectiva, de cualquier naturaleza. El hacer humano es siempre político, aun el "no-innovar" de los que se dicen apolíticos y en realidad lo que hacen es reforzar el statu quo, o sea, son implícitamente conservadores.

Luego volví a ver algunas partes de "Viva la escuela moderna", un documental sobre Ferrer i Guardia. Hacia el final se relata el atentado a Alfonso XIII, los sucesos de la semana trágica y el fusilamiento de Ferrer i Guardia. También se mencionan las palabras del pedagogo indicando que poco tiempo después de su fusilamiento iba a salir a luz su inocencia. Al año se reconoció que no había pruebas para involucrarlo. El bibliotecario de la Escuela Racionalista de Ferrer i Guardia había sido ejecutor del atentado. Ambos compartían ideología. ¿Decía verdad Ferrer i Guardia? Miguel de Unamuno lo había defenestrado en vida y había apoyado la condena por instigador del atentado. Tiempo después de la ejecución se desdijo. ¿Mentía Miguel de Unamuno cuando influyó en la opinión pública en contra de Ferrer i Guardia? ¿Realmente una persona de su instrucción e influencia podía no ser conciente de lo que implicaba tomar parte de una ejecución de una persona que podría ser inocente? ¿Mintió Miguel de Unamuno cuando reconoció su error? Alguien en algún momento tuvo que haber mentido. Y mucha gente deber haber tomado partido por uno u otro justificar la ejecución o llorarla, en función de lo que ellos y otros dijeron. Y había una vida de por medio.

La retractación de Unamuno fue hecha con las siguientes palabras:

"Mis lectores me permitirán que descargue mi conciencia de una culpa que sobre ella pesa hace ya ocho años. (...) No quise enterarme si a Ferrer, a aquel Ferrer cuya obra tanto me repugnaba y sigue repugnándome, se le condenó injusta e ilegalmente... (...) Sí, hace años pequé y pequé gravemente contra la santidad de la justicia. El inquisidor que llevamos todos los españoles dentro me hizo ponerme al lado de un tribunal inquisitorial, de un tribunal que juzgó por motivos secretos -y siempre injustos- y buscó luego sofismas con que cohonestarlo".

Ese inquisidor que menciona Unamuno (y esa generalización que lo ayuda a lavar su conciencia), es el que me llena de espanto descubrir en los adalides de la moralidad de derecha de Argentina. Es el inquisidor que también fue sembrado en mí, desde la escuela y la tradición y que sólo necesita un poco de combustible para que se encienda la mecha y desborde en los excesos que hacen que en las dictaduras, se conviertan en muertes y sus complicidades.

¿Importan las posibles verdades detrás de las creencias de los actores? ¿O son necesarias esas certezas a partir de tantas capas de convenciones, supuestos y leyes que protegen esos y otros supuestos construidos sobre ellos?

Es como cuando se habla de una violación de una prostituta y los periodistas, políticos y religiosos empiezan a justificar al victimario o minimizar el crimen, por la situación de prostituta de la víctima, o por la forma en que estaba vestida, o la forma de comportarse, o por su supuesta inmoralidad, como si no fuera una situación de violencia, y como si la moralidad del violador o abusador no debiera entrar en consideración.



Buenas noches.



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