viernes, 13 de marzo de 2015

Los grandes negocios y las teorías conspirativas.

A veces me han sugerido que creo en teorías conspirativas.

Yo considero que no es así.

Creer en una teoría conspirativa es creer de que existe la posibilidad de controlar todos los niveles de respuesta posible ante un hecho de cualquier persona involucrada o grupos de personas.

Y yo considero eso imposible.

Un "Misión Imposible", un "Los Simuladores", son fantasías. No hay forma de asegurar un comportamiento o reacción.

(Lo que sigue es completamente intuitivo y basado en lo que veo, las versiones de la Historia a lo largo de la Historia, las notas y libros que leo, las opiniones de la gente que me rodea).

En cambio lo que sí creo hoy son las siguientes cuestiones:

1) Estudios sobre el comportamiento humano:
-Existieron siempre y existen hoy en día más que nunca, científicos que estudian en profundidad las motivaciones, reacciones humanas individuales y en grupo. Es posible anticipar con algún grado de probabilidad una reacción sobre hechos que se han repetido y observado reiteradamente.
-Existieron y existen científicos que estudian los mecanismos de manipulación.

Estos estudios e investigaciones son llevados a cabo por personas de poder (estados, corporaciones) y son solventados por aquellos que tienen mayor cantidad de dinero. Proteger los resultados es crucial para que sean efectivos con lo cual es necesario que haya mucho dinero en juego.

2) Envergadura de los negocios:
-Existen unos pocos negocios (no los he investigado) altamente lucrativos. Tras ellos están los más poderosos (estados y personas poderosas detrás de las grandes corporaciones y ONGs), aquellos que disponen de capitales para comprar medios y voluntades.
-Esos negocios son los que mayor cantidad de dinero mueven, no sólo por su lucro sino por cantidad de gente involucrada ("sueldos" y "sobornos") muchos de los cuales están dispuestos a hacer uso de la fuerza (supuestamente legítima, como fuerzas de seguridad interna o internacional) o ilegítima. Mueven la economía, dan de comer directa o indirectamente a miles de millones de personas entre empleados públicos y privados, en negro y en blanco.

3) Uno de los mecanismos de protección de esos negocios es el ocultamiento. Estos negocios están basados en egoísmos y deseos condenados por la "moral". Y sólo por el hecho de que el ser mal vistos garantizará que la gente involucrada se ocupe de ocultarlos. Aquellos inmunes a la "moral" instituida o a sus riesgos de exclusión actuarán extorsionando con el silencio. Dentro de estos negocios se me ocurre que están: la trata de personas (explotación sexual y laboral, entre otros), el tráfico de armas (mecánicas, electrónicas, digitales), el tráfico de control (fuerzas de seguridad públicas y privadas, cárceles, drogas, incluidas el tráfico del conocimiento como las patentes), tráfico de la enfermedad (el negocio de la "salud" y el negocio de la creación de enfermedades: armas químicas y biológicas -podrían también estar en el ítem de tráfico de armas-; enfermedades creadas por el consumo y la publicidad como mecanismo de enfermar y transmitir, incluso subliminalmente comportamientos autodestructivos o nocivos).

Lo interesante del negocio de la enfermedad es que no se limita al "negocio de la salud", lo incluye. O sea, si no creáramos como especie, enfermedades el negocio de la salud no sería tan lucrativo. Hay toda una economía al servicio de la creación de enfermedades que sostiene a la industria farmacéutica y también a la industria manufacturera entre otras (por ejemplo, construcción de tomógrafos, radiógrafos, resonadores y otros de diagnóstico o de rehabilitación: magnetos, láser, etc, por citar los más frecuentes) desestimando el daño producido por su uso abusivo en personas sanas. El negocio de la salud, si sólo se dirigiera a las personas enfermas sería más limitado, por eso es necesario incluir a personas sanas (diagnóstico y prevención) o enfermarlas. Lamentablemente existen algunos tratamientos exitosos que se ocultan apareciendo otro ítem: mantenerlas enfermas pero controladas.

Yo sé que esto suena a conspirativo pero no lo es. No lo es porque no hay control, hay connivencia. O sea, no hay un plan maquiavélico detrás (para mí). Se crea una doble moral que abre el "nicho" cuyos bordes son difíciles de determinar, tienen doble lectura o bien se pueden ocultar con eufemismos. Negocios, algunos, que están en la zona gris pero que se beatifican con acciones RSE y no queda bien hablar de eso.

No creo que sea conspirativo porque no creo que haya lides del mal, sólo de la conveniencia. La mayor conveniencia está en explotar aquello que el ser humano no se permite, que debe negar, ocultar, aquello que es inconfesable. A su sombra se explota lo que remedia aquello que fue provocado por esa satisfacción de deseos condenables.

Sostener la enfermedad, negar la posibilidad de morir, dosificar los instrumentos de curación (como es arancelar los tratamientos y las drogas), establecer patentes sobre las drogas, obligando a elegir alternativas o no acceder, es una forma de participar no del negocio de la salud sino de la enfermedad.

Formar publicitarios sin ética y enseñar como prácticas usuales los mecanismos psicológicos de la manipulación y fomentar su uso, mediante el uso de estadísticas que desvían la atención, la persecución de premios, la introducción de valores como lo artístico o el diseño de una campaña, oculta los aspectos criticables de la publicidad que son sus medios y algunos de sus fines.

No es conspirativo, se trata de la creación de nichos de negocio y la competencia de su explotación. El creer en la competencia, el creer en la naturaleza darwinista del mercado hace que se trabaje en quitar los aspectos oscuros o grises de las técnicas aplicadas y el grado de avance en la competencia. Se desagrega, se diferencia en tanto detalle, que se perder el foco del público y de los analistas de las cuestiones de base.

No es conspirativo desde que la participación en este juego es libre. Cualquiera puede entrar. Prospera cuando acepta, convalida y ejercita estas reglas grises o bien cuando pasa a prácticas más oscuras. Cuanto más esté dispuesto a arriesgarse al terreno más "racional" y menos ético y emocional, mayor será el lucro. Nunca se es completamente libre de salir.

Aquí entran en juego LAS FINANZAS. Las inocentes Finanzas que mueven el capital entre uno y otro extremo. Las Finanzas garantizan que no puedan destruirse los negocios más oscuros sin provocar un efecto dominó en toda la economía, tanto financiera como real. Los instrumentos estructurados de financiamiento y el mercado de derivados, cada vez más sofisticado se encarga de ocultar cada vez más y más eficientemente el entramado de sostén de los negocios espúreos a los analistas de buena voluntad que van detrás desentrañando los mecanismos.

Cualquier inversionista minorista pone su dinero en una cartera armada de riesgo medio y por debajo hay una ramificación de inversiones que hasta un análisis intermedio puede no presentar negocios grises. Sin embargo, inversionistas anónimos o no tanto, balancean los grandes capitales entre un grupo que tiene como producto una marca de jabón en polvo o harina, y, muy oculto tras varias capas de enjuagues contables, negocios ficticios que lavan dinero de los negocios negros y ultranegros (que son las formas más crudas y "racionales" de los tráficos detallados más arriba) hacia el mercado blanco y beatífico de las grandes marcas que sponsorean las maratones y shows de caridad. La supervivencia de cualquier banquito pedorro, de cualquier banco central DEPENDE de entrar más o menos formalmente en este negocio. Aunque no quieras, estás participando. Tu deuda está en esos activos financieros.

Estamos atrapados en una red que se construye y sostiene sí por la voluntad de grandes poderes. Pero no bajo su control absoluto.

Lo que está bajo su control es el uso de los mecanismos para garantizar que estos negocios no se caigan. Pero no tienen nombre y apellido (sí lo tienen pero me refiero a que no son fijos), sus nombres están dados por el monto total de capital de los negocios que controlan.

Si pensar en sembrar oportunidades que descentralizadamente arman una red de protección de los tráficos de base, de adhesión voluntaria y con la voluntad política de no cuestionar lo estatuído, la propuesta hegemónica, es pensar en términos de teoría conspirativa, entonces sí, creo en eso.

Pero yo no creo en las palabras, creo en los hechos, las consecuencias que se diluyen en la Historia y que son leídas como inevitables y como tales, jamás reparadas.

En la ausencia de reparación, en la ausencia de intentos de deshacer efectos nocivos, en la decisión de no destruir las bases en las que se sustentaron los hechos de base que provocaron los daños, yo leo la intencionalidad.

No creo en la inocencia, pues sé qué es lo que se estudia en los posgrados, qué se investiga y sé que no hay inocencia en estas decisiones. Me consta cómo se decide por haberlo presenciado en todos los ámbitos, qué se privilegia, qué se desestima y qué se posterga... una y otra vez.

He leído varios de los libros de los autores beatificados, interpretados y reinterpretados para hacer que digan lo que no han dicho o para que no digan lo que en realidad dijeron.

No creo en la inocencia porque sé cómo se toman algunas decisiones políticas, dentro de las organizaciones privadas como públicas, con o sin ánimo de lucro y en qué consiste la búsqueda y el sostenimiento del poder, porque lo he presenciado y he visto sus efectos. Y he escuchado sus justificaciones.

Lamentablemente la inocencia real de muchos es lo que se estimula para que colaboremos inconscientemente en el sostenimiento del actual estado de cosas. Por eso he escrito ya sobre el tema de la inocencia.

La inocencia de los demás es el recurso más útil de la que se valen los poderosos que de inocentes no tienen nada.

Sigo ignorando muchísimas cuestiones, igualmente.  Y espero no estar pecando de inocente.


Buenos días.


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