jueves, 4 de junio de 2015

Ni una menos (III).

Cuando tomé el colectivo de regreso en Tucumán, entré en otro mundo. Gente que estaba en otra. Otras mujeres y otros varones. Otros jóvenes. Completamente ajenos.

Yo me preguntaba al ver sobre todo a las mujeres: ¿realmente nunca habrán sufrido algún tipo de violencia por ser mujeres solamente? No lo creo.

Empezaron a venir a mi cabeza recuerdos desde mi más lejana infancia: desde los regalos que recibía y no deseaba, los regalos que no recibía y deseaba, lo que no me dejaban hacer (la vertical, por ejemplo), nuestro destino original de hijas de no estudiar y cuando fue natural en nosotras hacerlo, los denodados esfuerzos de mi padre en que mi hermana fuera pediatra y yo farmacéutica para trabajar juntas cuando yo quería ser ingeniera nuclear e irme a estudiar al Instituto Balseiro (yo tenía 8 años), cuando mi tío me echaba la culpa de las gomas de borrar que desaparecían y de la máquina de escribir que se rompió de un golpe y no tuve derecho a desmentirlo, cuando tuve que escuchar que un hombre bastante mayor que yo me considerara inteligente pero como algo infrecuente y además (y sobre todo esto) anormal y antinatural, cuando me tocaban en la calle y cuando me apoyaban en el colectivo, cuando me gritaban groserías, y varias más... más graves que no quiero recordar ni dejar por escrito. Pero de estas, como mínimo la de las groserías o las del apoyo, ¿quién no las sufrió?

No puede ser que haya mujeres que no estén dispuestas a aportar su determinación solamente, sumar un "no" aunque sea para aumentar la fuerza de las que sí estamos dispuestas a hacer algo más.

No puedo creer que haya mujeres que juzguen inútil mostrar fuerza, mostrar determinación. ¿Jamás tuvieron que ponerse firmes y comprobar que sólo por esa actitud marcó la diferencia respecto de otras veces?

No puedo creer que alguien no piense que más allá de las contramarchas que seguramente habrá, esto es una señal muy fuerte.

Confieso que si bien había decidido ir igual tenía mis reparos por la apropiación que suele hacerse de los reclamos genuinos por parte de los políticos y no quería verme asociada a "socixs" indeseables.

Fotografié a morir.

Evité fotografías a expresiones partidarias y sindicalistas, que las hubo. No porque no crea que tienen derecho sino porque explícitamente quería reivindicar la propuesta espontánea e independiente... aunque ya sabemos que nadie es totalmente independiente o inmune a influencias.

Mi prima contó que su marido (taxista) tuvo que escuchar los argumentos indignados de "perder clases" por ejemplo, ante algo tan eventual e importante, de boca de una mujer. Y eso es muy fuerte. Ojalá que su hija o su sobrina no se vean envueltas en un episodio de violencia que lamentar. De un varón no me hubiera sorprendido, sobre todo un varón con cierto poder.

Mi madre que no es de izquierda ni siquiera de centro, tenía bastante que decir allí. 

Hay barreras que no veo cómo pueden ser franqueadas. ¿Cómo llegar a esas mujeres? ¿Cómo sensibilizarlas con la problemática de su propio género? ¿Cómo llegar a ellas para que tomen conciencia de la violencia que han padecido y que siguen aceptando? ¿Cómo mostrarles cuán anestesiadas están y cuán reproductoras son de la violencia naturalizada?



Buenos días.


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