viernes, 10 de mayo de 2013

Nada es porque sí.

Siempre sospeché que mis pensamientos no eran tan míos. La naturalización de una idea hace que pensemos que eso que pensamos es obra de nuestro intelecto, de nuestros razonamientos y valores.

Hace muchísimos años dedicaba parte de mi tiempo libre a leer cuentos de Ray Bradbury. Uno de los cuentos que más me impactaron se llamaba "Hielo y Fuego". En él el protagonista, antes de nacer se cuestionaba por qué sabía cosas que aún no había aprendido. Al nacer y ver el vértigo de la vida en Mercurio, en donde se hallaba como uno de una comunidad de náufragos que ya no espera ningún rescate comprende que la naturaleza imprimió la experiencia en los genes y allí encuentra la respuesta de ese conocimiento anterior al nacimiento. Él ya sabía y le parecía que no era normal que ya supiera.

Tal vez me acuerdo mal, no lo descarto, pero esa es la idea que me quedó de hace más de 30 años atrás.

La primera vez que encontré un texto que decía exactamente lo que yo pensaba y no le había dicho a nadie me sentí una descubridora, una de la élite de elegidos para ver la Verdad. La segunda vez me sentí casi igual, pero con la reiteración me empezó a parecer sospechoso.

¿Hasta dónde lo que pienso no está inducido?

Luego empecé a llegar a lecturas que reflejaban mis pensamientos más inconfesos, aquellos que no me había atrevido a escribir en mi intimidad siquiera. Aquellos que censuraba a fuerza de argumentos que repetía diligentemente.

Pero llegaron algunos textos liberadores y ocasionales. Las puertitas del Sr. López, el conejo blanco de Alicia, las pastilla roja de Neo.

No sé cuál fue la primera lectura. Supongamos que fue Bourdieu. Creo que la primera vez que leí algo de Bourdieu que me impactó fue en el 2005, en una nota aparecida en... ¡la revista de La Nación!. La nota se llamaba "La elección de los elegidos" y con el tiempo me interesé en qué más decía el tal Bourdieu, ya que a mí me hacía ruido todo lo que había visto y hecho como docente. Me parecía que la cosa no andaba por ahí, por donde me habían enseñado.

Bourdieu me dio algunas respuestas a varias dudas que tenía. Ya escribí sobre todo esto. Sé que me reitero pero tengo necesidad de comprender mi propio proceso, como el protagonista de Hielo y Fuego.

Luego, cuando hacía mi tesis de maestría me topé con varios escritos (no sé cómo, no recuerdo cómo), desde Bourdieu hacia Gilles Deleuze y su Postdata sobre las sociedades de control. Y nuevamente fue abrir los ojos ante un nuevo "¡sí, es así!". Y Zygmunt Bauman trajo nuevas coincidencias, Alcoyana Alcoyana.

Y luego llegué a Bob Black, Thoreau, varios autores en la misma línea y finalmente al Grupo Krisis. Encuentro que me costó varios intentos para traspasar el espanto de descubrir pensamientos más profundos y más ocultos...y que no me gustaba leer y enfrentar. No quería verme reconocida allí. Leer el trabajo del Grupo Krisis, mientras venían a mí imágenes de películas... de todas las películas que yo considero que son anunciadoras de las tensiones subterráneas de la sociedad comunicadas en formato comercial. Parte del manifiesto del Unabomber. Leer blogs llenos de enojo, de enojos parecidos a los míos aunque más exacerbados.

El año pasado me topé con unos artículos y ensayos de la época de los '70 y no sé si ahí o en otras lecturas posteriores (ya claramente enmarcadas en alguna línea) se decía claramente, muy claramente que se hacía inculcado una forma de pensar específica a fines de los '60 y los '70. Yo era producto de esas "infiltraciones".

¿Qué hacer? Uno no elige como pensar. Pienso como pienso muy a mi pesar. Pienso como pienso pese a los esfuerzos de mis padres y maestros en que pensara como una o dos generaciones anteriores a la mía. ¿Cómo fue que esos recursos pesaron más que los de padres, familia, amigos y maestros? ¿Tengo que sentirme víctima de la manipulación en vez de sujeto del esclarecimiento?

No, no soy una privilegiada. Soy la menos inmune. Mientras otros pueden sostener aquello que le enseñaron de acuerdo a las normas del "buen pensar", yo soy la ramita torcida.

El año pasado leí Cabezas de Tormenta y me dejé embriagar por las barrocas imágenes de las historias llenas de magia de Christian Ferrer.

Y ayer, volví a Postdata sobre las sociedades de control y finalmente leo "Christian Ferrer", el error era que decía, extraído de "El lenguaje literario" cuando, si no me equivoco, debería decir "El lenguaje libertario" (trabajo que aún no leí pero tengo en la mira).

Odio por eso cuando me dicen que soy inteligente, muy inteligente, más que muy inteligente y lo inteligente que soy.... si yo veo lo vulnerable que he sido y cómo me he dejado moldear. "Por suerte" fueron las ideas que hoy tengo y no otras, racistas, segregatorias, crueles o despiadadas. Por suerte esa influencia no llegó hasta mí. Sino no sé quién sería yo hoy.

Pero igual tengo baches en mi pensamiento. Igual hay cosas que no me cierran. ¿Estaré condenada a no estar conforme con ningún argumento?

El primero de mayo asistí a un acto y escuché a varios expositores. Algunos argumentos me parecieron que eran más producto del resentimiento que de la convicción ideológica. ¿Realidad o miedo?

¿Y yo qué parte juego en esto? ¿Qué parte quiero jugar en esto? ¿O qué parte querían que jugara en esto?

Buenas noches.


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