miércoles, 8 de mayo de 2013

Dos golpes, dos. Que sean tres.

Ayer leía sobre los bebés transgénicos, cuyo futuro desconoceremos tal vez. Recuerdo que cuando clonaron los primeros animales se hizo el seguimiento de Dolly para si vivía más o menos que otra oveja no clonada. Ayer leía que unas decenas de bebés transgénicos ya habían nacido y que se había hallado traza de tres progenitores en su ADN. ¿Llegará hasta ahí las diferencias con los individuos concebidos mediante 2 progenitores o habrá otros cambios, tal vez en su forma de sentir o pensar, actuar, o habilidades o contradicciones físicas o emocionales que deriven de esta extraña combinación de tres progenitores? Yo no confío en este tipo de manipulaciones. Como tampoco confiaba en el LHC, el gran colisionador de hadrones. Creo que a veces las consecuencias saben mantenerse ocultas lo suficiente como para que perdamos el rastro de las relaciones. Y en ese caso, las consecuencias serán inmanejables. Realmente creo que aquello que no podemos rastrear, es imposible de controlar. Como el capitalismo. Aquello que crece y un día se hace evidente y nos hace pensar: ¿cuál fue el punto de inflexión determinante en esta que parecía ser una inocente cadena de causas y consecuencias, de pequeños avances lógicos y naturales y que por su fatigoso encadenamiento a lo largo de tanto tiempo se naturalizó al punto de no notar su anunciamiento?

Digo, estos bebés, ¿qué traerán consigo?

Y hoy escuchaba la radio y me enteré de las impresoras 3D. Hoy en día, cualquier fantasía, cualquier especulación que parezca un delirio, tiene altas probabilidades de convertirse en realidad. Diría que cuánticamente. Diría que pasa y no pasa al mismo tiempo. Vivimos en una época en donde las cosas ocurren y no ocurren simultáneamente, o que lo que ocurre, ocurre en virtud de ser observado, o de ser imaginado. Las cosas ocurren porque las pensamos. En política y economía lo vemos todo el tiempo: parece ser que la realidad y la verdad son categorías en extinción. Desde el "miente miente que algo queda" a la "profecía autocumplida", es la palabra la que, como en el Génesis, crea.

Un joven en Estados Unidos diseño y materializó un arma de fuego totalmente funcional, con una única pieza de metal para cumplir, ridículamente, con la ley, y que disparó finalmente una bala. Digo ridículamente porque los estados se esmeran en mantener al hombre bajo control. Y sólo por propia voluntad este joven fabricó un arma dentro de los requisitos de la ley. Si no hubiera deseado publicidad hubiera podido perfectamente hacerla toda no-metálica y daría comienzo a tal vez una moda: fabrica tu propia arma, indetectable, en la intimidad de tu hogar. Irrastreable. Pero quiso publicidad tal vez, o quiso lanzar una amenaza tal vez, una amenaza inimputable.

Pero no fue eso lo único que me conmocionó. Según dijeron en la radio (y no sé qué nivel de confianza depositarle, por más o por menos), en EEUU los hospitales vienen fabricando órganos a partir de material genético del paciente, mediante estos mecanismos. Si podemos crear un órgano de "repuesto" y podemos dar tres progenitores a un bebé, qué más podríamos hacer.

Hoy tenemos lenguajes para todo, para describir datos y para describir la forma de describir datos. Para describir un paisaje mediante innúmeros lenguajes y para describir los innúmeros lenguajes de los que nos valemos para describir un paisaje.

Un mapa es una descripción de un lugar, mediante algunas de las variables más útiles a ciertos fines. Un croquis, un diagrama, permite reconstruir lugares, situaciones, objetos y existen múltiples formas de transmitir ese conocimiento.

Internet es un medio poderoso para transmitir viralmente cualquier método o técnica para crear cosas. Reproduce con avidez estos esfuerzos por abrumarnos de "nada", alejándonos cada vez más de las respuestas a las preguntas que se ha hecho el hombre desde siempre.

Ahora, con una impresora 3D podríamos fabricar nuestros propios órganos y nuestros propios objetos. ¿Qué puede implicar esto en el mundo de los negocios? ¿En el mundo del trabajo? ¿En el mundo de la seguridad? ¿En el mundo de la identidad, del control centralizado? Los estados y las empresas, ¿cómo frenarán todo lo que la creatividad del hombre, sin riendas, puede concebir?

Un amigo hizo el año pasado, una serie de mini reportajes a lectores. Una de las entrevistadas leyó un fragmento de Saer en donde decía que todo conocimiento humano no modifica en nada la relación de lo que no sabemos en función de lo que sabemos. Aunque lo que sepamos crezca de forma abrumadora. Y que las grandes epopeyas de la ciencia, no parecían tener impacto en nuestras vidas ni en las respuestas que buscamos desde siempre a las preguntas de nuestra existencia.

¿En qué contribuyen estos avances a nuestra vida, nuestra felicidad o nuestros interrogantes?

¿Para qué hacemos las cosas que hacemos? ¿En qué medida dan respuesta a nuestras dudas y necesidades todos estos avances?

No sé, este tipo de noticias me hacen pensar que cada vez nos alejamos más de las respuestas.

Buenas noches.

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