martes, 11 de octubre de 2011

Ha muerto el Rey... ¡Viva el Rey!

Desde mi superficialidad ignorante cuando leo a Bourdieu, tal vez me quedo en la superficie, o en alguna orilla desde donde se ve Bourdieu, o su sombra... a cierta distancia. Como en el ejemplo que daba Sábato en Uno y el Universo, acerca de la explicación de la Teoría de la Relatividad a un lego. "¡Ahora sí la entiendo a la Teoría de la Relatividad!... Mmm, bueno, pero es que ya no es la Teoría de la Relatividad" (versión libre del final).

Sino tal vez algún concepto predecesor que conocían y aceptaban todos.

Seguramente Bourdieu hablaba de cuestiones bastantes más medulares que las poquitas ideas que yo deformo al amoldarlo a mis límites, en mi proceso de acomodación.

Demasiadas palabras para justificar por qué doy el nombre de Boudieu a lo que sigue y con lo que yo acuerdo.

Me refiero al capital intelectual, a la cultura oficial que menciona y que desarrolla Zygmunt Bauman también, al hecho de ser aceptado como un puntal de las nuevas ideas, o ser finalmente reconocido, muchas veces en forma póstuma.

Se me retuercen las entrañas en el caso musical, del que algo conozco, cuando son citados hoy como parte de la oficialidad (no política, que no se malinterprete, sino de los artistas consagrados) luego de décadas de ser considerados simplemente rockeros rebeldes. Hoy son autoridades en la materia. Pensaba mucho en esto últimamente porque me llega en forma de rumor, que alguno de esos renombrados exponentes musicales que surgieron del rock, pagaban por sus composiciones a autores desconocidos y se arrogaban su autoría, disimulaban un falso virtuosismo con excentricidades sobre y bajo el escenario, o bien desafinan como perros al ser castrados (esto sí me consta) pero se comparan o hacen dúos con cantantes de verdad cuando no tendrían que hacerlo más que en algún asado entre amigos.

Ayer leía la vida de Monet.

Siempre hubo élites de intelectuales y artistas, que formaron sociedades, expresaban sus credos en manifiestos y no andaban solos jamás, siempre entre amigos que a veces se distanciaban estrepitosamente o se reencontraban en proyectos una y otra vez.

Así que me enteré un poco más en detalle acerca de cómo surge el impresionismo. Cómo fue combatido y cómo finalmente aceptado.

Algunos cuadros me parecieron sublimes, como "Impresión, sol naciente", otros, la verdad que no.

(Cualquier cosa que yo diga se justifica por mi ignorancia. Mi ignorancia me hace impune en este tipo de opiniones. De lo que no me salva es del hecho de opinar a sabiendas de mi ignorancia.)

Monet pintando casi ciego al final de su vida como Beethoven componiendo y dirigiendo casi sordo.

A veces me pregunto, si nosotros los legos, no encumbramos los errores de los artistas reconocidos, finalmente aceptados por la cultura oficial, como si se trataran de innovaciones y a partir de ellos creamos escuelas que cultivarán artistas menores, crédulos de las justificaciones rebuscadas que inventan los estudiosos.

Luego, al igual que el gato del gurú, se hace dogma, lo naturalizamos, y nuestro oído, nuestra vista, los hace de buen gusto y así la vida va cambiando de rumbo sinuosamente a partir de las oportunidades que pierden los que no reaccionan. Somos nosotros, los legos, los ignorantes, quienes portamos las banderas de los genios, quienes ponemos el pecho a las balas y abrazamos causas ajenas, cuando creemos comprenderlos, cuando pensamos que los interpretamos y necesitan ser defendidos... aunque ya no sea la Teoría de la Relatividad.

Y esos artistas e intelectuales los dejan hacer.

Esos innovadores con sus grupos de amigos intelectuales, críticos afines y fans que aspiran a intelectuales pero no les da el paño para ser originales, hacen posible que los viejos reyes sean destronados.

La adquisición del capital de Bourdieu.

Cuando hacía mi tesis había estado leyendo acerca de cómo se imponen los artistas pero lo dejaré para otro post. Porque si estas ideas rebosan hoy no es por una o dos lecturas... retomando...

En muchas historias de estos genios había algo de burla hacia los ignorantes, aquellos que consumimos, cholulos, cualquier cosa que proviene de ellos como un néctar sólo porque si ellos lo hacen, debe estar bien.

Lo hizo Mozart, lo hizo Ravel. Lo hizo Borges.

Buenos días.


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