martes, 14 de julio de 2015

La utopía como zanahoria.

Tal vez sea porque tengo 50 años, y porque mi adolescencia (si bien fue igualmente una adolescencia como todas las que transcurrieron a lo largo de la historia de la humanidad), fue distinta a las adolescencias de este siglo siento que la utopía que mantuvo vivo mi idealismo a lo largo de mi vida es una zanahoria que se aleja más cuanto más tratamos de alcanzarla.

Los adolescentes siempre han sentido que habían alcanzado la cima del conocimiento y la experiencia y no todos pero gran parte de ellos, con la misma convicción se van transformando en adultos rígidos, inconmovibles, impermeables y limitados.

Cuando veo adolescentes que se atrincheran en ideas, descartando de plano incluso la posibilidad de escuchar (y disentir), veo futuros adultos rígidos, intoxicados de moralina, la misma que despreciaron de jóvenes.

Es en los adolescentes más laxos, más dispuestos a escuchar en donde con el tiempo, he descubierto adultos que han conservado su escucha, adultos que han empatizado más con el tiempo y más comprensivos y solidarios.

Es muy triste para mí, porque esos adolescentes tienen sus oídos tan cerrados y condenan tanto a los que son distintos a ellos mismos que resulta incluso imposible pedirles que simplemente escuchen, no que cambien, ni que acepten, sólo que escuchen.

Es el principio de la empatía, si soy incapaz de escuchar, soy incapaz de entender el mundo del otro. Y si creo que todos comparten mi mundo, ninguna realidad distinta a mi ombligo es posible.

Y me llena de tristeza pensar que tantos adolescentes se endurezcan tan tempranamente y se pierda toda esa capacidad de cambio, de transformación, de creatividad, de búsqueda y hallazgo de maravillas, porque cuanto menos escuchen más se limitarán.

Simplemente escuchar las voces del mundo, de los otros, aunque sean flagrantes errores. Detrás de los errores, si son auténticos, hay creencias, conocimientos, capacidades y también ignorancias, falencias, carencias.

Si yo creyera que con mi idea, mis pobres y pequeñas ideas, puedo lograr cambiar el mundo por otro mejor, estaría sientiéndome la jueza del mundo, estaría creyéndome la dueña de la verdad, estaría estatuyendo el pensamiento único. Y si es dramático en una adulta, es mucho peor en alguien más joven.

Y es lo peor que le puede pasar a un adolescente.

Buenas tardes.

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