martes, 24 de agosto de 2010

¿Voluntariado? ¿Solidaridad?

Después de unos cuantos años de haber conocido gente, e incluso haber descubierto a veces otra gente detrás o bien dentro de esa gente, le desconfío a algunos "valores" y a muchas "bienintencionadas" fundaciones, asociaciones, grupos de filosofía, metafísicos, de espiritualidad o del nombre que utilicen como anzuelo.

La mayoría de nosotros va por la vida, al encuentro de las buenas intenciones de los demás, más allá de los malos humores eventuales, de las rebeldías, o infrecuentes abandonos o perezas. En general, la mayoría de la gente es buena y va por el mundo viviendo como mejor puede sin intención de dañar o manipular a los demás. Pero tampoco hacemos de eso nuestra causa última y por eso somos militantes activos por omisión, de la inmensa grey de tibios que Dios vomitará de su boca.

Pero hay algunas personas, muy a su pesar (para mí) siniestras que manipulan y engañan a aquellos que buscan explícitamente el bien.

Yo soy miembro, pasivo por el momento, de la red Idealistas.org. Diariamente recibo en mi correo el informe de las asociaciones y fundaciones que se suman a la red. Cuando esta red comenzó era más "sana". Pero últimamente veo montón de grupos esotéricos, medio fascistas, de esa rectitud sospechosa de cazadores de brujas, de esos que etiquetas a la gente y a tu pensamiento con palabras como "recto", "sano", "saludable", "bueno", "espiritual", u otras que salen al "rescate" de valores perdidos. Y ese olorcito a recalcitrante y soberbio, me produce náuseas y a veces temor.

Señores, los seres humanos navegamos en una corriente contra la que poco podemos hacer. Nos adaptamos. En circunstancias hostiles, solitos reaccionamos y salimos en busca del que puede menos y del que puede más, para salir juntos a flote.

El hombre va cambiando de valores, y está bien porque el mundo cambió. Si tenías un jardín y tu ciudad se hizo desértica, deberás cambiar tus plantas tropicales por cactus. ¿De qué sirve insistir en cultivar flores que no podrán sobrevivir sino en un ambiente que de tan controlado es imposible? El trasfondo, el amor a la vida y a la belleza, se puede cultivar con rosas o con cactus, con un ciprés, una palmera o una enredadera.

No es cierto que la gente sea menos solidaria hoy. Sólo que hoy las cuestiones importantes son otras. La gente tiene otras necesidades y seguimos con la caridad del 1800, el viejo "valor" de asistir al desvalido para que siga siéndolo y poder continuar siendo "más".

Y dejamos espacio para el engaño, para que aparezcan falsos gurúes, falsos profetas, falsos filósofos con lemas nocivos, manipuladores, que promueven la inacción, la pasividad, la confianza narcotizante del "laissez faire", el universo vendrá en tu ayuda, no muevas un dedo, la negación de "soy pródiga y todo lo puedo", eligiendo cuidadosamente las palabras de la negación para que mágicamente, lo torcido, lo falaz, lo nocivo, desaparezca.

No quiero ser malinterpretada. Yo creo profundamente que lo que decimos y pensamos hace que las cosas sucedan. Si hablamos de lo malo, atraemos gente negativa que se engancha con lo malo, con lo que mi visión del mundo empeora y me empuja a cuasi-submundos de entes que esperan inconcientemente que la muerta los redima. Pero no lo creo como algo mágico sino como algo lógico.

Para que nuestra vida cambie, tenemos que hacer cambios. Si meditamos por placer o por descanso está muy bien, pero si meditamos confiando en los poderes mágicos de la meditación, veremos pasar la vida por el costado mientras aguardamos ilusionados tras una ventana cerrada.

Por eso yo creo que emprendimientos como "Bancos de horas", "Talleres de capacitación", "Actividades recreativas", "Arte", "Encuentros de emprendedores". Haciendo se hizo el mundo. Bien o mal, pero se hizo, y la gente que se moría de fiebre amarilla, se salvó por la penicilina (por dar un ejemplo). Y eso no llovió como maná en el desierto. Mucha gente se quemó las pestañas, muchas personas fatigaron tardes y noches enteras a disertar con amigos, enseñaron, fracasaron para que dos o tres personas, finalmente lograran un cambio. No fue la inacción, fue la acción.

Argentinos a las cosas. Encontrarse con los otros, sí. Divertirse, compartir la alegría, sí. Ser parte del cambio, sí. Ser parte de la calidez, sí. Ser parte del análisis y la propuesta, sí. Ser parte de la acción, sí. Confiar y tener fe, sí. Salir en busca de las oportunidades y la gente, sí.

Y también, por qué no, ser parte del error. El error, esa gran escalera al éxito.

Dar vuelta la cabeza y negar, Quedarse esperando milagros, criticar, quejarse y encapricharse, sólo deberían ser permisos, berrinches, cuando transitoriamente nos quedamos sin fuerzas. Pero en el balance no nos puede dar que es más lo que nos quejamos que lo que hicimos y transformamos.

No tiene por qué ser una carga. Actuemos siguiendo nuestro placer en emprendimientos constructivos, de cualquier tipo.

Pero la acción, el estar, el conocer en el terreno, el experimentar es la única forma de evitar que vengan a manipularnos con ideas bonitas, bien pulidas y pensadas para controlar nuestra voluntad.

Y evitemos esas evangelizaciones de ideas paralizantes.


Buenos días.


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