viernes, 27 de agosto de 2010

La información, esa maldición tan deseada VI

La información, que hemos mencionado como mensaje (entre otras concepciones), en realidad es bastante más que eso. Es dinámica, lábil, muta de emisor a emisor y de emisor a receptor y entre receptores llegado el momento de la discusión, produciéndose nuevos mensajes.

El conocimiento al que refiere la información es dinámico y se ve afectado entre otras cosas por el tiempo, la forma y los distintos cortes que se hagan sobre ella (planos de análisis que lo atraviesan y ponen de manifiesto ciertos aspectos y dejan fuera otros). Estos recortes de conocimiento que constituyen el cuertpo de distintos mensajes tienen valores distintos, en sí mismos y desde el punto de vista de distintos receptores (interpretación y valoración).

La diferencia de interpretación entre receptores tiene relación con el conocimiento previo del receptor, sus creencias (no necesariamente racionales), sus preferencias, sus intereses y las influencias que operan sobre él en el momento de recibir o evocar el mensaje informativo.

Es el emisor quien le imprime el formato y elige el canal. También quien selecciona parte del contenido: el contenido intencional. Hay una parte del contenido, parte de las circunstancias, parte de las actitudes, parte de las decisiones (apresuramientos, postergaciones, prolijidad, detalles) que no son intencionales pero que también brindan información acerca del receptor y sus intenciones o intereses.

Es el emisor quien decide (siempre en parte) el momento de la emisión del mensaje y los recortes que hace sobre el conocimiento que transmite: qué incluye y qué excluye, y qué agrega como condimento, color u opinión. Y además, la disposición de las entregas y el canal elegido. La elección del canal también es información.

En casos de manipulación o de propaganda, la responsabilidad es mayormente del emisor que tiene mayor control (no todo pero sí mayor) sobre la información que se emite.

El receptor no siempre puede lograr que el receptor mejore las entregas: frecuencia, profundidad, formato, canal. Puede llegar a tener un control, guiado por su interés. Implementará estrategias que todos en mayor o menor medida conocemos. Buscará otras fuentes, introducirá errores y transmitirá el mensaje para ver las reacciones (sacar de mentira, verdad), recurrirá a expertos o buscará las críticas, para conocer otros recortes, otros ángulos y poder completar aquello que considera ausente.

Pero hay un caso muy difícil de manejar por parte del receptor y esto es cuando el emisor implementa una estrategia combinada de eufemismos y fragmentación en el tiempo y en el contenido, que sólo un historiador profundo (no me refiero al título sino a la función, aquel que recorre la historia y enlaza críticamente los eventos) puede revisar.

La fragmentación del contenido opera eliminando relaciones. El conocimiento, como mencioné en alguna otra oportunidad es una estructura dinámica, cuyas componentes están unidas por relaciones significativas. O sea, las relaciones no son un detalle, sino completamente medulares e intrínsecas. Le dan entidad al conocimiento, hacen que sea eso y no otra cosa distinta. Por lo tanto, hay que ser cuidadosos con los recortes, con el alcance del conocimiento. La fragmentación reduce la complejidad y hace que algo muy complejo pueda ser abordado con mayor seguridad y profundidad. Pero lo que no hay que omitir es la reconstrucción del todo, restableciendo las relaciones de esas partes y observando qué efecto producen. Frases como "vayamos por partes", "eso es otra cosa", "ese es otro tema", "eso no tiene nada que ver", está eliminando relaciones que aquel opera como receptor reclama. En una instancia de análisis es sano y óptimo recurrir al recorte, pero luego se impone una etapa de síntesis en donde dichas frases son lesivas del conocimiento: le amputan relaciones significativas.

La fragmentación en el tiempo, también opera eliminando relaciones. Hechos que tienen continuidad, en virtud de convenientes postergaciones pierden también relaciones perdiéndose intenciones, motivos, causas, consecuencias. Un hecho del pasado puede tener consecuencias hoy. Si las analizo aisladamente pierdo la relación de causa y consecuencia, produciendo una amputación del conocimiento, pierdo esa causalidad que es contitutiva de ese conocimiento.

Esto ocurre muy frecuentemente entre el poder político, el poder económico y es el periodismo quien refuerza o desarticula estas estrategias de fragmentación. En la puja entre poder político y poder económico, o en su connivencia, si se suma es un instrumentador clave de estas estrategias o por lo menos un cómplice de ellas.

Nosotros los que estamos sumergidos en nuestros problemas no podemos hacer ese trabajo de historiador y ante la ausencia de "historiadores", resultamos manipulados por estas estrategias.

Suena conspirativo, pero no lo es. Las estrategias de este tipo exisen, pero no son infalibles, pues nadie, por más eficiente y genial que sea, corporación o persona, puede tener el control total de la información que se transmite, ningún emisor lo tiene.

Siempre quedan huecos no cubiertos por donde socavar la estrategia.

Buenos días.



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