jueves, 9 de junio de 2011

La fe de los traidores 1.

No me he olvidado que dejé colgado el tema del trabajo, el del conocimiento, de las creencias pero estoy demasiado ocupada en "realidades" para sumergirme en lecturas relacionadas con mis "especulaciones".

Pasemos un poco a lo recreativo.

De los tres libros que compré en Uruguay el verano pasado a muy buen precio (las ofertas playeras), estoy leyendo el segundo.

El segundo es "La fe de los traidores" de Gabriel Pasquini.

En general, son pocos los libros que me atrapan desde las primeras páginas. No fue ésta la excepción. Sin embargo las circunstancias políticas me seducían y esperaba que la traición no fuera meramente una cuestión de infidelidad como en un momento llegué a creer.

Me atrajo el estilo. Las palabras elegidas, las imágenes, la hilación. Un periodista contemporáneo que sabe escribir. Hoy en día (no antes, cuando era lo más natural), es un sorprendente hallazgo. Pero no quiero ser sarcástica. Me dio alegría leer y disfrutar de su estilo y de la dosificación de sucesos y descripciones. Es realmente una lectura para disfrutar.

Debo sumar a esto que las temáticas costumbristas me seducen. Y este libro tiene color costumbrista.

Me confundió el ritmo pero acepté la propuesta. Mezclar el pasado lejano con otro más reciente, con el recurso de la recopilación de un testimonio ignoto también sumaba al ritmo. Si bien la historia de los años '70 no me atrapó, pienso que más adelante va a tener algo más para ofrecer.

Pero, avanzando en la lectura, llegó el "Año Lectivo", me arrastró a su vorágine y me devoró el tiempo libre que me quedaba después de mi trabajo de analista. Así que las lecturas se fueron espaciando.

Creo que hasta este punto, en el que estoy actualmente, hay varios momentos o aspectos memorables en el libro.

Uno, que es algo que admiro en muchos escritores y que en este también aparece es la capacidad del autor de vestir la piel del personaje y mostrarnos cómo piensa, como un relator subjetivo, del lado del personaje (de cada uno), en vez de un relator imparcial. Saber cómo piensan y sienten Aurora y Vittorio, sólo eso, hace que valga la pena leerlo, así no hubiera un argumento y una forma que seguir.

Pero lo que más me está gustando en esta parte del libro, que pensé que no iba a encontrar, es el discurrir interno del protagonista y su posterior conversación con el anarquista (no recuerdo ahora el nombre y no tengo a mano el libro), durante el interrogatorio.

Lo que me atrae de estos personajes y de la forma en que Gabriel Pasquini les da vida es la arremetedora humanidad, la íntima humanidad, con sus egoísmos, sus temores, sus fantasías y sus ideales. Todo aquello que como sujetos sociales no mostramos, o nos avergüenza confesar y que de hacerlo, nos haría un poco más humildes, más queribles.

Más allá de otras cuestiones, idieológicas, políticas, históricas o meramente argumentales, quiero rescatar lo buen espejo que es el devenir de cada personaje. Si cambiamos algunas palabras y elegimos otras que tengan que ver con nuestra realidad, podrían ser nuestros mismos discursos internos, nuestros mismos interrogantes, nuestras mismas argumentaciones.

Tal vez haga un descanso en este punto y retroceda para rescatar algunas partes, que me impactan y me llenan de satisfacción para compartirlas aquí.

Buenos días.


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