jueves, 10 de febrero de 2011

La economía pirata

Mientras nos tomamos tiempo para continuar con las lecturas acerca del Trabajo, saltemos nuevamente hacia el Conocimiento.
Creo que estamos un poco acostumbrados al discurso oficial, el del lado de los "buenos". Robin Hood fue perseguido por la ley, pero la gente simpatiza con él y con cualquiera que se enfrenta con el poder económico y beneficia a aquellos que tradicionalmente quedan fuera.

Yo estoy a favor de la ley. No porque sea buena, sino porque estamos habituados a pensar en términos de permitido/prohibido, bueno/malo, santo/diabólico, moral/inmoral y mientras no lleguemos a la adultez (como sociedad) que nos sacuda de encima el polvillo del maniqueísmo, necesitamos de su mano. Tampoco hay garantías de que el crecimiento como sociedad vaya a llevarnos por un camino más razonable que el de la ley. Pero por ahora, la ley ha sido una herramienta muy útil para mantener las cosas bajo un cierto control. Lo que sí es necesario, es empezar a cambiar las leyes, hasta que podamos vivir sin ellas, de modo que no sean tan funcionales a los mismos "afortunados" de siempre.

Cambiar las leyes tampoco es algo tan fácil. Antes deberíamos ponernos de acuerdo.

Pero no es el punto. El punto es que las empresas por más que no les alcance, tienen la ley de su lado. La ley protege sus intereses, sus ganancias y todos aquellos que vulneran el orden legal, son perseguidos, penalizados y estigmatizados.

Los individuos, a veces, también tenemos la ley de nuestro lado, cuando la cosa llega a las manos de jueces que piensan más allá del libreto maniqueísta y pone las cosas en relación a alguna cuestión de derecho por encima de los intereses.

Pero tampoco es tan frecuente.

Ahora vamos al segundo paso de mi razonamiento. El segundo paso es que, al igual que en las empresas, seguir el procedimiento a rajatablas es el medio más seguro de fracasar en cualquier empresa (esto se estudia en la facultad, siempre es necesaria la concurrencia de voluntades), del mismo modo, la economía necesita de lo que está en el borde exterior de la ley. Digo borde para diferenciarlo de aquellas actividades muy lucrativas que especulan con la salud, la libertad y la integridad de las personas y sus bienes. Con borde exterior me refiero a cierta forma liviana de piratería.

Lamentablemente no tengo estadísticas y estaría muy bueno hacer un proyecto wiki de investigación en donde todo el mundo aportara en este sentido. Apuesto a que los resultados serían sorprendentes.

Mi teoría (y tercer paso) es que sin la economía de borde exterior, la economía crecería mucho más lentamente, disminuiría el consumo, y no se contaría con el conocimiento suficiente para que las empresas consigan sus fines.

El derrame de la economía de borde exterior es tan importante y tan difícil de medir que sería mejor ser cuidadosos a la hora de perseguir algunas de estas iniciativas, "en serio". Tal vez mantenerlas a raya, evitar abusos, pero las empresas deberían calcular en sus planes de negocio este porcentaje de piratería (sin fines de lucho o sólo con fines de subsistencia), permitirlo bajo ciertos límites y no reprimirlo con severidad.

Una amiga de la Maestría en Administración hizo una tesis excelente acerca de los perjuicios de las falsificaciones y la piratería.

Indiscutibles.

Pero, ¿se hicieron esfuerzos serios en medir las externalidades positivas de la economía de borde exterior?

Podríamos empezar con unas preguntas sencillas:

-Aquellos que aprendieron un segundo idioma, ¿usaron fotocopias? ¿copiaron el audio para práctica? ¿copiaron videos didácticos? ¿software de e-learning? ¿copiaron libros o utilizaron una copia no adquirida comercialmente por ellos mismos? Recordemos que el copyright no sólo aplica a la copia sino también al PRÉSTAMO y a la ejecución pública (por ejemplo, en un instituto de enseñanza, escuela, etc).

-Aquellos que aprendieron un arte, ¿accedieron a libros, ejecuciones musicales de calidad y renombre, videos de óperas, todos adquiridos por sí mismos en negocios autorizados?

-Aquellos que obtuvieron un título, ¿usaron apuntes, libros, fichas de ejercitación, paquetes office open source, sistemas operativos con licencias originales y propias, cartuchos de tinta o tonner originales, libros, ebooks, presentaciones, videos, siempre con licencias adquiridas a su propio nombre, dentro del circuito formal de la economía?

Hasta acá lo que se juzga indispensable. Todas las empresas contratan personal que "ya sabe" usar un paquete office, un software específico, un CAD, un programa de edición de imágenes o sonido. Y saliendo de la esfera tecnológica, los mismos conocimientos básicos de la secundaria y la facultad. ¿Alquien pregunta si compramos nuestros libros, videos, cintas de audio, discos, licencias de uso?

Pero vamos un poco más allá,.

Hay algo más difícil de medir y es el impacto de la cultura general en el crecimiento social.

Cine, literatura, música, fotografía, pintura, escultura. Tal vez lo más común de pensar es en la música y el cine. Interviene en las conversaciones diarias, se hace parte de los motivos de identificación, excusa para los almuerzos y las reuniones frente a la máquina de café, que las empresas saben el valor que tienen. El capital social. El famoso capital social. Las conexiones. Ni qué decir del conocimiento que difunden, tanto el cine como la música. Nos sorprendemos hablando de cuestiones profundas o filosóficas con una naturalidad que sería impensada en el Siglo X. Porque el cine y la música, a través de movimientos, temas y sus letras o sonoridades, nos envían, desde distintos estímulos, un conjunto de ideas que están determinados por uno o más paradigmas en pugna, vigentes, gestándose o en retirada. Valores, sensaciones compartidas. Percepciones acerca del presente, del futuro, del vínculo, del destino. Al igual que trovadores y troveros, a cargo de la transmisión de las "noticias" y la forma de vida, los valores, la moral, lo condenable, el ejemplo, la gesta, hoy en día el arte es tanto o más que la ciencia, encargada de llevar en forma incontrolada, las ideas de una mente a otra, posibilitando, mediante la difusión voluntaria, una nueva elección de valores, una nueva construcción compartida de las teorías del mundo no científicas que constituyen nuestras creencias.

Si no hubiéramos leído las fotocopias que leímos y nunca hubiéramos escuchado las copias truchas de audio (cursos, conferencias, música), ni visto las películas pirateadas, ni presenciado los covers y las representaciones y versiones libres no autorizadas, nuestra sociedad, ¿qué sociedad sería?


Buenos días.
 
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