lunes, 14 de febrero de 2011

Vender el alma al diablo

¿Hay alguna forma de no vender el alma al diablo? Cuando vi "El abogado del diablo" más allá de algunos ardides cinematográficos que me parecieron excesivos por lo explícitos, la idea central de la falta de escapatoria, me quedó picando. Como en el cuento sufí (que transcribo por ser muy corto)*:

El discípulo: Vengo a ti con nada en mis manos
El maestro: Entonces suéltalo enseguida
El discípulo: Pero, ¿cómo voy a soltarlo si es nada?
El maestro Entonces llévatelo contigo.

Este cuentito, o diálogo mejor dicho, es exactamente lo que ilustra la película. No hay forma de evitar la vanidad. La vanidad de ganar por medios y la vanidad de perder por convicciones. Ambas sirven. La vanidad de estar despojado (por qué sino, el discípulo anunciaría que llega con nada en sus manos) como un valor para ser aceptado como discípulo.

La respuesta que yo le habría dado sería: "Volvé cuando sientas que no tenés nada que perder". Esa es la auténtica nada, la ausencia aún de la nada misma.

Pero, ¿para qué esta introducción, que hace gala de tamaña estupidez?.

Porque hoy leyendo a Thoreau y arriesgándome aún antes de haberlo leído todo y habiendo omitido el artículo que anticipa su estilo y sus convicciones escritos por Elizabeth Witherell y la introducción cuyo autor ignoro, quisiera ir empezando a dejar por escrito qué me va pasando con estos textos. Pero es que ya no me alcanza repetir lo que otros me dicen que otros más dijeron o hicieron.

En la facultad ya he experimentado una y mil veces el dichoso teléfono descompuesto que se juega muy seriamente por falaces cuestiones de tiempo y una necesidad vil de nosotros (los docentes y cultores del pensamiento**) de imprimir nuestra autoría a algún pensamiento más o menos original o ni siquiera eso: la interpretación de la interpretación de otros intépretes ad infinitum.

Así que basta de "las empresas schumpetearanas" que leímos en las fotocopias y que escuchamos de más de un docente o bien en palabras de otros autores que sí leímos. Yo no leí jamás a Schumpeter hablar de las empresas y por eso me compré "Capitalismo, socialismo y democracia" y espero no traicionarme invocando a Schumpeter y "sus empresas" hasta que no haya leído "algo" escrito por él.

Por eso, salteé la introducción y el breve artículo "La obra de Thoreau" y salté directamente a "Una vida sin principios". Esperaba, sí,  el estilo panfletario habida cuenta de que los etiquetados como anarquistas son rezongones y siempre parecen enojados, libertarios y algo caóticos cuando se los lee (más allá de cuán consistentes sean o no sus ideas).

En particular, cuando comencé en la lectura me identifiqué con un par de frases y con algunas observaciones respecto de la sociedad que siguen tan vigentes en el 2011 como en 1848.

Antes de continuar, debo aclarar de que es poco probable que aquel que lea estas líneas sepa quien fue Thoreau pues hasta donde sé, no se estudia en la facultad ni en el colegio (métanse en el link anterior y en éste y en los links a partir de éste). Yo me topé con él cuando decidí seleccionar autores cultores del liberalismo, del comunismo y del anarquismo (y otras líneas de pensamiento, precursoras o derivadas) para leer de "primera mano" y no predigeridamente en función de preconceptos ajenos. Como dice el fiósofo oriental (jé) Roberto Musso "yo quiero elegir con qué veneno envenenarme".

Así que apenas avanzadas unas tentadoras páginas en donde postula (en coincidencia conmigo) que la gente prefiere un trabajo predecible a un trabajo bien hecho o preciso, y que sería más beneficioso llamar a quien haga un trabajo que disfrute en vez de uno que lo haga rápido (y otras en la misma línea), continuó por una senda que no comparto (tal vez porque pasó más de un siglo y medio y somos de naciones de tradición cultural occidental pero distinta).

En particular, el religioso, que no sé si tengo interés en desarrollar. Pero sí quisiera compartir con mi lector un par de párrafos para no cansar demasiado (el contexto se los debo).

El primero tiene que ver con el trabajo, OBVIAMENTE:  "La mayoría de los hombres se sentirían insultados si se les empleara en tirar piedras por encima de un muro y después volver a lanzarlas al otro lado, con el único fin de ganarse el sueldo. Pero hay muchos individuos empleados ahora mismo en cosas menos provechosas aún."

Y el segundo, indirectamente con el conocimiento, COMO ES DE ESPERARSE. Y tal vez mi problema con repetir las interpretaciones encadenadas de muchos otros acerca de lo que dijeron los fundadores o pilares de las esculeas de pensamiento, no puedo menos que sentirme identificada con su forma de pensar con respecto a la insustanciabilidad del discurso: "Se agruparon en una camarilla como de costumbre: unos se apoyaban en otros y todos juntos en nada. Del mismo modo los indús*** colocan el mundo sobre un elefante, el elefante sobre una tortuga y la tortuga sobre una serpiente y no tienen nada que que poner bajo la serpiente. [...] Así de vacía e ineficaz es nuestra conversación cotidiana. Lo superficial lleva a lo superficial. [...] Es difícil conocer a un hombre que te cuente una noticia que no haya aparececido en un periódico o que no se la haya contado un vecino y, la mayoría de las  veces, la única diferencia entre nosotros y nuestro amigo es que él ha leído el periódico o salido a tomar el té y nosotros no." Dice muchas más cosas acerca de la "castidad" del pensamiento, de la necesidad de omitir las noticias superfluas e intrascendentes por la difícultad de olvidar lo que es inútil conservar en la memoria, etc.

De destacar es el tratamiento de dos temas en boga en la época: la esclavitud y la búsqueda de oro. Ambos desde una perspectiva moral muy estricta, netamente religiosa (aunque no protestante) aunque no se deduzcan de los párrafos transcriptos.

Respecto del primer tema, dice en algunos párrafos: "¡pero pensad lo que supone dictar las normas para producir esclavos o exportar tabaco! [...] El teniente Herndon, enviado por nuestro gobierno a explorar el Amazonas y según parece, a extender el área de escalvitud, adviritió que allí hacía falta "una población laboriosa y activa que conozca las comoididades de la vida y que tenga NECESIDADES ARTIFICIALES que le induzcan a extraer el país sus múltiples recursos."" Pero además de la esclavitud en Virigina, el intento del Amazonas, también habla de los navíos para importar "nueces y pasas" y la esclavización de los marineros.

Acerca del segundo, él tiene una visión muy dura respecto a esta actividad que califica como innecesaria y viciosa, comparándola con el juego: "¡Que tantos esperen vivir de la suerte y así tener el modo de encargar el trabajo a otros menos afortunados y todo ello sin aportar nada a la sociedad! [...]El buscador de oro en los barrancos es tan jugador como su colega de los casinos de San Francisco. [...] Si ganas, la sociedad pierde. [...] Yo no sabía que la humanidad padeciera por falta de oro. Yo lo he visto en pequeña cantidad. Sé que es muy maleable, pro no tan maleable como el ingenio. Un grano de oro puede dorar una gran superficie, pero no tanto como un grano de buen juicio. [...] No es suficiente que me digas que trabajaste mucho para conseguir el oro. También el diablo trabaja intensamente. "

Thoreau advierte de dos formas (y esto es una arriesgada aventura mía) de vender el alma al diablo: atendiendo a noticias superfluas que no podremos olvidar ocupando nuestra vida de trivialidades, profanando nuestra mente y repitiendo argumentos sin fundamento (apreciación que comparto) y en malgastar nuestros días en trabajos inútiles, superficiales, abusivos, esclavizantes o degradantes, en vez de obtener el sustento en base a un trabajo edificante y bien realizado.

Es que para él, igual que para mí, malgastar la vida tiene categoría de pecado. Y advierte: "Requiere más de un día de atención conocer y poseer el valor de un día." Casi una conseja "new-age" :D

Pero además, esta rebeldía acérrima, ¿no será también una forma de vender el alma al diablo? ¿Diferenciarse de los demás congéneres, colocarse por encima, negarse a compartir su destino, señalar lo que los otros, ciegos o corruptos, no quieren ver, no será venderse al diablo por vanidad?

Yo, estoy a salvo.

Del mismo modo que en Peter Pan o en la Historia sin Fin, yo creo que no hay mejor forma de matar al Diablo que ignorarlo. Con lo que... "no hay trato".


Buenas noches.

*Pausa y aclaración I:
Para ser consistente con lo dicho en mi post "La estupidez femenina III finale" debo admitir que acabo de cometer una estupidez, la que se origina en por lo menos una extrapolación mal hecha. Pero aún así insistiré para enriquecer mi estúpida actitud adicionándole un pizca de necedad en virtud de la insistencia :D, pues 
si bien no hay excusas para la estupidez, debo reconocer que es otra de las tentaciones demoníacas en la que más placentera e inadvertidamente caemos ;)
Pausa y aclaración II:
Ese cuento sufí será muy sabio para los musulmanes pero adolece de los mismos defectos que la denuncia de "Pausa y aclaración I". Y que es jugar con la extrapolación del contexto para dejar algo irracional como sabio, confundiendo algo inmaterial (como la nada) con algo material (que pueda soltarse).
(Aquí cometo estupidez por literalidad pues se entiende adónde apunta el cuento.)
Es que hoy estoy muy ilustrativa :)
Pausa y aclaración III:
Abuso de notación (emoticones) :P
Pero...
retomemos y salvemos el honor del cuentito sufí, luego de la ácida e injustificada crítica por eliminación del contexto.

** paaaaaaaaaaahhh!! ¿No tenés miedo de caerte del caballo?

*** Dicen que dicen... que los hindúes son quienes practican la religión tradicional, el budismo, mientras que los indios son los nacidos allí, sean hindúes o musulmanes. Pero los "indús" a los que apeló el transcriptor o traductor, me tomaron por sorpresa.

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