jueves, 21 de mayo de 2015

La violación y la prostitución.

La violación de las mujeres ha sido una táctica de sojuzgamiento que tiene comprobación histórica. Y la prostitución un medio de control social.

Cuenta Silvia Federici:

"A finales, no obstante, del siglo XV, se puso en marcha una contrarrevolución que actuaba en todos los niveles de la vida social y política. En primer lugar, las autoridades políticas realizaron importantes esfuerzos por cooptar a los trabajadores más jóvenes y rebeldes por medio de una maliciosa política sexual, que les dio acceso a sexo gratuito y transformó el antagonismo de clase en hostilidad contra las mujeres.

Como ha demostrado Jacques Rossiaud en Medieval Prostitution (1988) [La prostitución medieval], en Francia las autoridades municipales prácticamente dejaron de considerar la violación como delito en los casos en que las víctimas fueran mujeres de clase baja. En la Venecia del siglo XIV, la violación de mujeres proletarias solteras rara vez tenía como consecuencia algo más que un tirón de orejas, incluso en el caso frecuente de un ataque en grupo (Ruggiero, 1989: 94, 91-108). Lo mismo ocurría en la mayoría de las ciudades francesas. Allí, la violación en pandilla de mujeres proletarias se convirtió en una práctica común, que los autores realizaban abierta y ruidosamente por la noche, en grupos de dos a quince, metiéndose en las casas o arrastrando a las víctimas por las calles sin el más mínimo intento de ocultarse o disimular. Quienes participaban en estos «deportes» eran aprendices o empleados domésticos, jóvenes e hijos de las familias acomodadas sin un centavo en el bolsillo, mientras que las mujeres eran chicas pobres que trabajaban como criadas o lavanderas, de quienes se rumoreaba que eran «poseídas» por sus amos (Rossiaud, 1988: 22). De media la mitad de los jóvenes participaron alguna vez en estos ataques, que Rossiaud describe como una forma de protesta de clase, un medio para que hombres proletarios —forzados a posponer su matrimonio durante muchos años debido a sus condiciones económicas— se cobraran «lo suyo» y se vengaran de los ricos. Pero los resultados fueron destructivos para todos los trabajadores, en tanto que la violación de mujeres pobres con consentimiento estatal debilitó la solidaridad de clase que se había alcanzado en la lucha antifeudal. Como cabía esperar, las autoridades percibieron los disturbios causados por semejante política (las grescas, la presencia de pandillas de jóvenes deambulando por las calles en busca de aventuras y perturbando la tranquilidad pública) como un pequeño precio a pagar a cambio de la disminución de las tensiones sociales, ya que estaban obsesionados por el miedo a las grandes insurrecciones urbanas y la creencia de que si los pobres lograban imponerse se apoderarían de sus esposas y las pondrían en común (ibidem: 13).

Para estas mujeres proletarias, tan arrogantemente sacrificadas por amos y siervos, el precio a pagar fue incalculable. Una vez violadas, no les era fácil recuperar su lugar en la sociedad. Con su reputación destruida, tenían que abandonar la ciudad o dedicarse a la prostitución (ibidem; Ruggiero, 1985: 99). Pero no eran las únicas que sufrían.

La legalización de la violación creó un clima intensamente misógino que degradó a todas las mujeres cualquiera que fuera su clase. También insensibilizó a la población frente a la violencia contra las mujeres, preparando el terreno para la caza de brujas que comenzaría en ese mismo periodo.
[...]

Otro aspecto de la política sexual fragmentadora que príncipes y autoridades municipales llevaron a cabo con el fin de disolver la protesta de los trabajadores fue la institucionalización de la prostitución, implementada a partir del establecimiento de burdeles municipales que pronto proliferaron por toda Europa. [...]

El burdel municipal también era considerado como un remedio contra la homosexualidad (Otis, 1985), que en algunas ciudades europeas (por ejemplo, Padua y Florencia) se practicaba amplia y públicamente, pero que después de la Peste Negra comenzó a ser temida como causa de despoblación.

Así, entre 1350 y 1450 en cada ciudad y aldea de Italia y Francia se abrieron burdeles, gestionados públicamente y financiados a partir de impuestos, en una cantidad muy superior a la alcanzada en el siglo XIX. En 1453, sólo Amiens tenía 53 burdeles. Además, se eliminaron todas las restricciones y penalidades contra la prostitución. Las prostitutas podían ahora abordar a sus clientes en cualquier parte de la ciudad, incluso frente a la iglesia y durante la misa. Ya no estaban atadas a ningún código de vestimenta o a usar marcas distintivas, pues la prostitución era oficialmente reconocida como un servicio público. Los urdeles eran vistos como un remedio contra la protesta social, la herejía y la homosexualidad preparando el terreno para la caza de brujas que comenzaría en ese mismo periodo."

Si esto no alcanza, también podemos recordar la ley que permitía violar a las mujeres gitanas. Al respecto cuenta Christian Ferrer en "Una moneda valaca":

"En 1416, nueve años después de la llegada del primer grupo de zíngaros a Alemania, se dictó la primera ley antigitana. Se establecerían cuarenta y siete más sólo hasta 1774, algunas tan permisivas que permitían matarlos donde se los encontrara previa violación de las mujeres."

Se entenderá que las creencias y prácticas patriarcales no se limitaron a Europa y a un par de siglos. Continúan hoy y han sido reforzadas y revitalizadas por todos los estados (-de cualquier régimen y cualquier ideología política) y las principales religiones del mundo en toda la historia.

¿Es exagerado pensar que los estados y principales religiones son misóginas y proxenetas? ¿Y que han fomentado y fortalecido las agresiones, sometimiento y humillaciones hacia las mujeres por intereses propios de los estados y las religiones?

Si sos mujer y estás pensando que no corrés tantos riesgos (por tus horarios, tus ocupaciones o tu forma de vestir o comportarte) es porque tenés esos argumentos internalizados y también estás reproduciendo esos maltratos.

Todos los días nos encontramos con noticias de agresiones de distinto tipo, acoso y maltrato físico y psicológico, apropiación de los cuerpos con distintos fines, limitación en la libertad sobre el propio cuerpo, objetivación reforzada por la publicidad y los medios, humillación constante en SUPUESTAS bromas, generalizaciones descalificantes, tradiciones ultrajantes, desventajas laborales, justificaciones al maltrato, violencia sexual y femicidios.

No se analiza ni juzga la agresión sino hasta después de "aprobar" a la víctima, como si la agresión no tuviera entidad por sí misma y el agresor lo fuera sólo en un contexto -a justificar- y no como respuestas propias de su patrón de conducta.

Una forma más de verificar si la agresión constituye violencia de género es imaginar el mismo caso cambiando el género de la víctima por el de un varón. No sólo el cuerpo, sino los argumentos. Si los argumentos te suenan infrecuentes o incluso ridículos al invertir los géneros de las víctimas, estamos más que probablemente frente a un caso de violencia de género. Y si el caso además no hubiera tenido el mismo desenlace, el motivo (la diferencia entre ambos casos) ES precisamente el género y por lo tanto ES violencia de género.

Pero no es la única, es sólo una forma más de verificar. Hay casos sutiles en que esta prueba burda puede salir victoriosa y es necesario ahondar en el contexto pero es una buena "regla del pulgar" para empezar a darse unos segundos antes de abrir la boca y reproducir y convalidar el maltrato.

Buenas tardes.


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