jueves, 29 de marzo de 2012

Más sobre síndromes laborales.

Desde diciembre he estado pasando por muchos contratiempos que me han alejado de las redes sociales, de este blog, de mis lecturas. Y luego, como siempre, el año lectivo me arroja a la vorágine del exceso de trabajo, sobre todo en febrero, marzo y parte de abril, cuando se trata de actualizar la materia, organizarse, crear ejercicios y problemas, evaluar nueva bibliografía.

En el transcurso ocurrió el fallecimiento de mi padre, tras sufrir un par de meses, con lo que probablemente esté más sensibilizada que lo normal.

Pero este año participé de una reunión en mi trabajo en donde el tema fue que varias personas, que conozco desde hacer años y otras un poco menos, de 50 o más años pero también personas jóvenes, muy jóvenes, de alrededor de 25 años, habían "cortado polea". Ataques de pánico y otros síndromes. Hace dos años ya había habido un caso de un consultor que durante un ensayo de una obra de teatro para niños en el marco del programa de voluntariado, había sufrido una crisis (ignoro de qué), en donde comenzó con ideas delirantes persecutorias, y tras no poder aproximarse nadie, salió corriendo, subió a su auto, embistió a un compañero de Prosegur y desapareció a gran velocidad hasta que lo hallaron dormido en su auto, 2 días más tarde. Ahora otro compañero, este verano, en Panamericana, se le "clavó la caja" en el carril rápido durante su regreso a su casa, se bajó del auto, lo empujó hasta la banquina y recién al día siguiente cuando todo el mundo le dijo que estaba loco, cayó en la cuenta, volvió a su casa y no quiso volver a salir. Una chica joven, 27 años, creo, ignoro tras qué disparador, estuvo varias semanas sin venir. Hoy quienes la tratan notan actitudes extrañas y esperan una nueva crisis en cualquier momento. Hubo otros casos que se mencionaron en la reunión pero que no recuerdo, porque no reconocí los nombres.

¿Por qué pienso que es el trabajo? Porque se trataba de gente que no podía no responder a la presión. Asumía, asumía, asumía con cabal naturalización cualquier exigencia. ¿Qué hay una cuestión de personalidad? ¡Desde luego! Cómo no, en esta sociedad, acólita del Dios Trabajo, que exige de cada uno una víctima propiciatoria.

Pero volvamos al tono gentil. Salgamos del tono panfletario.

También otros casos además de esos que ahora recuerdo. Un compañero de Sistemas de mi pareja, de años, en otra empresa que salió de mediana y pasó a ser grande, repentinamente empezó a aterrorizarse cuando veía gente y sigue aún sin superar su problema.

Pero en setiembre del 2010 mencioné el caso de un compañero de la facultad que trabaja en una gran empresa. En ese post contaba un pequeño testimonio, luego de padecer una especie del antiguo "surmenage". En su momento soné tremendista con mis recomendaciones pero yo ya había leído a Alejandro Melamed y ya había reconocido su texto en muchos casos muy cercanos. La gente no da suficiente importancia a esa actividad que hacemos en las mejores horas de los mejores días de los mejores años de nuestras vidas.

Le dije que se lo tomara en serio pero siguió trabajando en cama durante su convalescencia desde su casa pero sin asistir físicamente a reuniones. Pensé: "tal vez estoy equivocada y exagero".

Pero no, no me equivoqué.

Hace un mes aproximadamente lo volvieron a internar, nuevamente desmayos y otros síntomas. Aún no lo he visto pero sí sé que esta vez no atiende llamadas por celular porque siguen llamándolo de su trabajo.

Demasiado alto el costo.

Buenos días.


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