Jacques
Ranciere escribió sobre Joseph Jocotot en su libro "El maestro
ignorante". Jacotot fue un maestro que vivió a principios del 1800 en Francia y que tuvo, en Holanda, una experiencia que lo asombró y lo
obligó a replantearse su tradicional método "explicador". Describe su
experiencia principalmente en su libro (Jocotot) "Lengua materna".
Yo sé que nadie va a leer esto completo porque es muy largo. Pero vaya un intento...
Empecemos por decir que son libros controvertidos (los de Jacotot y
Ranciere) en muchos aspectos. Centralmente desarrollan el método de la
enseñanza universal por el cual cualquiera puede enseñar lo que no sabe.
Suena bizarro, pero hay que leer todas las justificaciones para salir
con ganas de probarlo (y de hecho lo voy a hacer). Periféricamente
desarrolla muchas otras cuestiones, incluso políticas.
Una de ellas es algo que roza el cinismo. De hecho así es como lo advierte el mismo Ranciere.
Antes que nada tengo que dar contexto a algunas expresiones que se usan
en el libro. Jocotot dice (yo interpreto) que las inteligencias son
iguales y que la desigualdad de los hombres sostenida por los distintos
sistemas políticos y filosóficos (obviamente) provienen precisamente de
la igualdad. Que los individuos poseen una inteligencia (igual) y una
voluntad. Que ser razonable es meramente dominar la voluntad y que el
aprendizaje es cuestión de atención y del ejercicio de la voluntad. La
ignorancia y lo irracional es sólo producto de la pereza, o de la falta
de oportunidad/necesidad de ejercer la voluntad y la atención, o bien de
la distracción. Lo que dicen las personas no son verdades, nadie las
tiene, los hombres sólo comunican sus saberes y sus emociones. Tienen
una voluntad de comunicar y otros la voluntad de reconocer sus propias
emociones y experiencias en lo que el otro dice. Eso es la comunicación,
una cuestión de voluntades íntimas y en la confianza en que ambas
voluntades pueden comunicarse porque son servidas por una inteligencia
igual: la misma inteligencia del hombre que ha hecho construir el mundo y
sus saberes como los conocemos. Todo lo que dice el hombre, entonces no
son verdades sino "versiones", pura poética. Cualquier argumento, aun
científicos son "poemas" para Jocotot. ¿Por qué? Porque él era maestro
de retórica y él dice que todo hombre puede aprender remitiéndolo todo a
sus propios saberes. Por eso cualquier material sirve para aprender.
Sus "poemas" podrían ser los argumentos bien construidos, consecuentes,
teoremas para otros, sistemas para algunos, pinturas o puentes. Todo
está en todo. Pero él lo expresa en términos de poética y retórica.
Básicamente los principales términos que aplica son "emancipación", "atontamiento", "voluntad", "inteligencia", "razón", "poema".
Van algunos párrafos sueltos:
"Al contrario, el ciudadano, el habitante de la ficción política, es el
hombre condenado al país de desigualdad. El hombre razonable ya sabe
que no existe ciencia política, que no existe política de la verdad. La
verdad no zanja ningún conflicto del espacio público. Sólo habla al
hombre en la soledad de su conciencia. Se retira en cuanto estalla el
conflicto entre dos conciencias. Quien espera encontrarla debe, en
cualquier caso, saber que va sola y sin comitiva. Las opiniones
políticas, en cambio, nunca dejan de darse la comitiva más imponente
(...)"
"Al hombre razonable le queda pues someterse a la locura
ciudadana esforzándose en guardar su razón. Los filósofos creen haber
encontrado el medio: ¡Nada de obediencia pasiva, dicen, nada de deberes
sin derechos! Pero eso es hablar distraídamente. No hay nada y nunca
habrá nada en la idea de deber que implique la de derecho. Quién se
aliena se aliena absolutamente. Y suponer una contrapartida es una pobre
astucia de la vanidad que no tiene otro efecto que el de racionalizar
la alienación, y así enredar mejor a aquel que pretende conservar su
parte. El hombre razonable no caerá en estas trampas. Sabrá que el orden
social no tiene nada mejor que ofrecerle que la superioridad del orden
sobre el desorden. «Un orden cualquiera, con tal que no pueda ser
perturbado, eso son las organizaciones sociales desde el principio del
mundo.» El monopolio de la violencia legítima todavía es lo mejor que se
ha encontrado para limitar la violencia y dejar para la razón los
refugios dónde pueda ejercerse libremente. El hombre razonable no se
considerará entonces por encima de las leyes. La superioridad que así se
atribuiría a sí mismo lo haría caer en el mismo destino de esos
superiores inferiores que constituyen la especie humana y mantienen su
sinrazón. Considerará el orden social como un misterio situado por
encima del poder de la razón, como la obra de una razón superior que
impone el sacrificio parcial de la suya. Como ciudadano se someterá a lo
que la sinrazón de los gobernadores pide, preocupándose tan sólo en
adoptar las razones que ella da. No abdicará no obstante su razón. La
remitirá a su primer principio. La voluntad razonable, lo vimos, es en
primer lugar el arte de vencerse uno mismo. La razón se conservará fiel
controlando su propio sacrificio. El hombre razonable será virtuoso.
Alienará parcialmente su razón respecto al orden de la sinrazón para
mantener este hogar de racionalidad que es la capacidad de vencerse uno
mismo. Así la razón se guardará siempre un reducto inconquistable en el
seno de la sinrazón."
"Como Bentham, Jacotot pone en el centro de su análisis la sinrazón de
las asambleas deliberantes."
"No existe lenguaje de la razón. Existe solamente un control de la
razón sobre la intención de hablar."
"La retórica, se dijo, tiene por principio la guerra. No se busca la
comprensión, sino la destrucción de la voluntad adversa. La retórica es
una palabra en rebeldía contra la condición poética del ser hablante.
Habla para hacer callar."
"En general un pueblo se cree de
buena fe superior a otro pueblo; y, por poco que las pasiones se
mezclen, se enciende la guerra: se mata tanto como se puede, por una y
otra parte, como se aplastan insectos. Cuanto más se mata, más glorioso
se es."
"¿Se trata pues de hacer de la enseñanza universal una
escuela de cinismo político, renovando los sofismas denunciados por
Bentham? Quién quiere comprender esta lección del razonable desrazonante
debe más bien acercarla a la del maestro ignorante. Se trata, en todo
caso, de comprobar el poder de la razón, de observar lo que se puede
hacer siempre con ella, lo que ella puede hacer para mantenerse activa
en el centro mismo de la extrema sinrazón. El razonable desrazonante,
encerrado en el círculo de la locura social, pone de manifiesto que la
razón del individuo no deja nunca de ejercer su poder."
"Más
peligrosa es la acción en estos lugares donde la autoridad debe aún
establecerse en medio de las pasiones contradictorias: en las asambleas
donde se delibera sobre la ley, en los tribunales donde se juzga su
aplicación. Estos lugares presentan a la razón el mismo misterio ante el
cual sólo hay que inclinarse. En medio del guirigay de las pasiones y
de los sofismas de la sinrazón, la balanza se inclina, la ley hace oír
su voz a la cual habrá que obedecer del mismo modo que a la del general.
Pero este misterio pide al hombre razonable su participación. Invita a
la razón no sólo sobre el único terreno del sacrificio sino sobre un
terreno que le garantiza ser el suyo, el del razonamiento. Tan solo se
trata de combatir, el hombre razonable lo sabe: sólo así prevalecen las
leyes de la guerra. El éxito depende de la habilidad y la fuerza del
combatiente, no de su razón. Y eso sucede porque la pasión es ahí la
reina a través del arma de la retórica. La retórica, se sabe, no tiene
nada que ver con la razón. "
"¿Para que sirve triunfar sobre el
foro si se sabe, por otra parte, que nada puede cambiar el orden de las
sociedades? ¿Para qué existen individuos razonables – o emancipados,
como les quieran llamar– que salvan su vida y guardan su razón, si no
pueden hacer nada para cambiar la sociedad y están reducidos a la triste
ventaja de desrazonar mejor que los locos?"
"No puede haber
ahí partido de emancipados, asamblea o sociedad emancipada. Pero todo
hombre puede siempre, en cualquier momento, emanciparse y emancipar a
otro, anunciar a los otros la buena nueva y aumentar el número de los
hombres que se conocen como tales y ya no juegan más a la comedia de los
superiores inferiores. Una sociedad, un pueblo, un Estado, serán
siempre desrazonables. Pero se puede multiplicar el número de hombres
que harán, como individuos, uso de la razón, y sabrán, como ciudadanos,
encontrar el arte de desrazonar lo más razonablemente posible. Ya
podemos decirlo, y hay que decirlo: «Si cada familia hiciese lo que
digo, la nación estaría muy pronto emancipada, no por la emancipación
que los sabios ofrecen, por sus explicaciones al alcance de las
inteligencias del pueblo, sino por la emancipación que se toma, incluso
contra los sabios, cuando uno se instruye por sí mismo.»"
"Ya que la instrucción es como la libertad: no se da, se toma. –"
"El atontamiento no es una superstición inveterada, es el pavor ante la
libertad; la rutina no es ignorancia, es cobardía y orgullo de gentes
que renuncian a su propia potencia por el único placer de constatar la
impotencia del vecino. Basta con emancipar. "
Buenas tardes.
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lunes, 30 de junio de 2014
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