miércoles, 24 de agosto de 2011

El bien y el mal.

Es cierto que para tomar una decisión uno debería estar en condiciones de clasificar los hechos, las condiciones y las etiquetas de una situación.

La más sencilla ha sido para el hombre, las etiquetas del Bien y del Mal.

Todo ha ido cayendo en estas bolsas aunque a veces, muy en fondo, en el interior, donde no vemos, haya algunos túneles que las comunican.

Había un poema de Ramón de Campoamor (1817-1901), "Contradicciones" que luego de una anécdota pueril y fantasiosa, finaliza con un:
"¿Será una ley natural,
como afirma no sé quién,             
que por contraste fatal
lleva un mal ejemplo al bien
y un ejemplo bueno al mal?".

Esos túneles que conectan el "Bien" y el "Mal"...

Lo que pasa es que etiquetar con "Bien" o "Mal" nos remite a dos cuestiones:
-al juez: quien dictamina qué está bien y qué está mal;
-al criterio: ¿qué vamos a tener en cuenta?: ¿la generalidad? ¿el caso particular y las circunstancias? ¿la necesidad? ¿el fin? ¿las consecuencias?

Estos criterios puede hacer que cualquier hecho o afirmación caigan simultáneamente en la bolsa del Bien y en la bolsa del Mal, según qué criterio aplique el devenido en juez.

Pero el juez... ¡ah... el juez! Quién es el juez y qué lo mueve. ¿Lo mueve un afán de ecuanimidad? ¿Lo mueve un afán de justicia? Que no son la misma cosa. Y la ecuanimidad y la justicia... ¿habrá un criterio único para determinar qué lo es y qué no?

Es un círculo vicioso como muchos otros. La filosofía es un perro que se muerde la cola en estas cuestiones, sin alcanzar jamás la paz. Así que el hombre encontró una solución: apelar a la religión.

Es Dios quien determina qué es bueno y qué es malo.

Pero... ¿vieron la película "Lili"?

Lili, inocente de una inocencia imposible, cree en el mundo de los títeres como algo que ocurre en la realidad. Pero detrás..., detrás está el titiritero.

Cuando Lili despierta de su ensoñación y reconoce que hay un hombre, con sus deseos y aspiraciones de hombre tras los títeres, tiene que decidir si crece y acepta la humanidad del titiritero o rechaza y sale del juego.

La religión es lo mismo.

No nos detengamos a pensar si hay o no hay un dios, o muchos dioses, si estos/éste está vivo o no y si es eterno u origen del Bien, del Mal, de ambos. Nada de eso.

Supongamos que hay al menos un dios y como tal tiene un intermediario, el sacerdote (así no haya un tercero en la cuestión).

El sacerdote es un hombre. Y él en nombre de su dios, es el juez y determina, en su nombre también, qué está bien y qué está mal.

Seguimos en la misma. Siempre hay un hombre que aplica la etiqueta.

No importa cuánto interpongamos para garantizar que su criterio refleje más acertadamente el criterio divino, no hay garantías de las garantías.

Si alguien desea pensar que el asunto terminó cuando alguien menciona el pecado, o cuando alguien menciona una víctima, que lo piense. Pero siempre, aún indirectamente, hay uno o más que se benefician y uno o más que se perjudican, así que sea por ausencia del beneficio, como consecuencia de la mera acción.

Y si no nos basamos en los resultados, sino en una norma, ciega, al estilo de la representación de la Justicia, sepamos que no existe norma que enumere todos los casos.

El bien y el mal, no resuelve prácticamente nada. No sirve para tomar o dejar. No sirve para evaluar algo que finalizó. No sirve para pronosticar.

Un hombre mata a otro.

Mal.

Pero si la víctima estaba por matar a 100 hombres.

¡Bien!

Pero si la víctima estaba por salvar a 100 hombres.

Ah, ¡peor!

Pero si esos 100 hombres iban a matar a 1000 hombres.

Ah, bueno..., capaz que bien.

Y si de esos 100 hombres 30 iban a matar a los padres que 128 asesinos y de los otros 70 hombres, 38 iban a ser padres de filántropos, médicos, maestros, donantes de órganos y los otros 32 no iban a tener hijos pero consumirían los recursos de otros 75 que estaban destinados a beneficiar a la humanidad pero de los cuales, 27 inspirarían envidias y rencores perversos en espíritus más débiles que hasta esos ejemplos no despertarían y de todos ellos 4 por su maldad serían ejemplos a condenar y empujarían a otros espíritus débiles a facilitar la vida a otros 247 por empatía hacia sus víctimas, quienes antes...

Me perdí...

Mejor (o peor) sigo a ojo de buen cubero...


(Y no dije "maniqueísmo" en todo el post... ¡¡¡uy!!! ¡¡tenía que decirlo!! ¡¡tenía que decirlo!!)

Buenos días.



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