jueves, 28 de marzo de 2013

Tan fácil es brillar 2.

Y sí, es fácil brillar. No es fácil ser un genio, ver lo que los otros no ven. Estamos muy condicionados. Yo sé que no tengo ese talento. No aspiro a eso. Tampoco me parece que estando de visita como estamos, tenga mayor importancia que la felicidad y la libertad.

Pero brillar es fácil. Y la gente se deja encandilar por el brillo.

Problema de los demás. Aquellos que se dejan maravillar por las palabras brillantes tendrán que vérselas con sus decepciones luego.

Porque brillar es tan fácil.

Para brillar es necesario estar dispuesto.

Dispuesto a postergar sus sueños, dispuestos a adular, dispuestos a trabajar por amor al arte, dispuestos a callar, dispuestos a dar más de lo que indica el sueldo, dispuestos a postergar lo importante por lo urgente, dispuestos a hacer la vista gorda, dispuestos a elegir (por ejemplo) a un jefe en lugar de un compañero, dispuestos a plagiar, dispuestos postergar la vida personal, a varias otras cuestiones o a varias de todas estas, o dispuestos a aprovechar la oportunidad de seguir un sueño a riesgo de perder luego.

Las personas que no negocian, más perfeccionistas en contenido que en forma, tienen menos oportunidades. La flexibilidad, la doble moral, el comportamiento ambiguo, el apego a las formas y al protocolo siempre tienen mayores posibilidades. 

Alguna de estas disposiciones se notan inevitablemente y no se pueden ocultar. Somos una vidriera de nuestras virtudes y nuestros defectos. Y por más que no aspiremos al poder (hay gente que ADEMÁS aspira al poder) si nos mueve la pasión, buscamos poder materializarla, hacer eso que nos da pasión. Y arriba nuestro hay alguien que muy probablemente esté interesado en construir poder: un jefe. Todos nosotros, los bienes, las relaciones entre nosotros o con los demás para ese que detenta el poder son meros recursos. Un activo. Es lo que hay y hay que construir el poder con eso.

Tal vez puedan cambiar alguna carta pero básicamente eso es lo que tienen para armarse la quintita.

Y nosotros, con nuestra pasión, o nuestros talentos en el mejor de los casos, y nuestras relaciones, y nuestra capacidad de establecer nuevas relaciones, resolver problemas, o GENERARLOS incluso, caer bien o ejercer presión, somos recursos, somos cartas. A veces somos buenas cartas y no depende de la calidad de nuestro trabajo, la fortaleza y solidez de nuestra pasión o de nuestra inteligencia emocional. Depende de los planes de esos jefes. Y a veces somos malas cartas y nos cambian por otra. Así de simple.

Si algo de todo lo tuyo es funcional a esos planes, te darán un espacio y te harán brillar. Inflarán tus logros, ocultarán tus fallas o tus carencias. Harán metas o redactarán "valores" a tu medida, para que cuadres. Y si te interesa brillar, eso será una extorsión casi nunca dicha. Pero siempre latente. Ante la menor rebeldía te dejarán caer.

Si te creés que brillás por tus méritos es bueno que sepas que no sos mucho mejor que otros que no están teniendo esa oportunidad. Hoy, este juego exige estas cartas. Mañana seguramente será otro juego, otra mano, y las cartas podrán ser muy otras, o tal vez no tanto, o tal vez podés vos mismo cambiar tus propios activos y jugar de otra forma y seguir en pie... o caer por decisión propia.


Hay millones más talentosos en la sombra que jamás podrán expandir su potencia creativa. Y tampoco renunciando a nuestro lugar podría mejorarse eso: un lugar vacante siempre es codiciado y bien o mal, ocupado. Y aquel talento que es invisible, seguirá siéndolo mientras alguien con alguna cuota de poder, de influencia, lo adquiera como recurso.

Eso, es el mentoring.

Y brillarás mientras tengas un mentor.

Buenos días.


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