sábado, 10 de agosto de 2013

Vigilancia.

Hay tanto para pensar acerca de la vigilancia. Y todo lo que hay para agregar acerca de la estigmatización y la criminalización relacionadas con éste.

Me refiero, en particular, a la vigilancia por Internet.

Que Facebook es un órgano de vigilancia, hace mucho que se habla. Que se hicieron intentos para lograr que los tweets de Twitter sean almacenados en la Biblioteca del parlamento estadounidense, tampoco es novedad. Que a  Google los gobiernos y la Justicia de los países le piden que eliminen ciertos vínculos de los resultados de las búsquedas, para que nadie más encuentre algún material, tampoco es nuevo aunque a la gente no parece importarle. Que los peajes, las tarjetas de subte y colectivo y varias cosas más tengan la posibilidad de rastrear el deambular de una persona minuto a minuto pareciera que a nadie le inquieta. Que los casinos y la publicidad utilice mecanismos subliminales (ilegales, claro) para inducir comportamientos parece que tampoco representa hoy un riesgo de nada.

Ahora hay marquesinas con la capacidad de leer los dispositivos que trasnportamos, como nuestros celulares.

Y claro, la gente no se inquieta porque hay algunas frases tranquilizadoras que se dejan oir:
-políticas de privacidad
-garantía de uso de los datos para los fines para los que se recabaron exclusivamente
-recolección de datos anónimos
-razones de seguridad
y el clásico: "¿vos estás en algo raro? ¿y por qué vas a tener miedo?",
etc.

Y la gente, se cree todo eso. Traga sapos. Obviamente los otros usos de esos datos no se difunde y no se difundirá tampoco, en bastante tiempo y sólo en ocasión de un escándalo de proporciones. Porque Wikileaks también está limitado ahora como para perturbar la seguridad indolente de la gente. Pero es sorprendente que con todo lo que ha ocurrido a lo largo de la Historia, la gente aún confíe, aún piense que no es objeto de vigilancia, que no tiene nada que temer porque ellos no hacen "nada malo", porque son sumisos y no cuestionan. ¿Qué riesgo podrían correr?

Hasta que ingresen en alguna minoría perseguida.

Caprichosamente.

Siempre caprichosamente.

La confianza que siente la gente se funda en un previo trabajo de lavado de cerebro acerca de lo que está "bien" y lo que está "mal". Al principio a la gente la toma por sorpresa: de repente una práctica habitual o al menos nunca censurada empieza a ser observada y se le empiezan a encontrar connotaciones. Hasta que se construyen suficientes argumentos en contra. Yo estoy viendo mucho eso, elevar las excepciones a casos regulares. Hay que ocuparse de X, cuando X nunca pasa. ¿Por qué no tratar X como excepción?

El punto es que X podrá ser el camino de paso a Y y hay interés en controlar Y. Entonces hay que lograr que la gente condene X que es el paso previo y natural hacia Y. Para controlar, vigilar o reprimir Y, primero tengo que controlar X. Y eso parece inocente porque X no es relevante ni representativo, entonces nadie se da cuenta lo que está ocurriendo.

Para cuando los estados quieren controlar Y, ya las opiniones respecto de X han cambiado. Ahora hay conocimiento acerca de X, opiniones, muy fundadas y encima se les regala la oportunidad de sacar ellos mismos las conclusiones acerca de la relación entre X e Y. ¡Eso! ¡Ahí está! Y "eso" hace que la gente ponga más pasión en Y, porque al fin alguien se ocupa de algo que yo con mi sagacidad anticipé. ¡Al fin hacen algo bien!

Y matamos dos pájaros de un tiro: controlo Y y ahora la gente cree que finalmente cumplieron la voluntad del pueblo.

Todo el mundo sabe, de siempre, que en manifestaciones, marchas y revueltas hay infiltrados. Todo el mundo lo sabe. Y todo el mundo sabe para qué es. Todo el mundo entiende que se trata de generar acciones que la gente repudia, incluso con víctimas fatales. Y que la meta es generar temor, más que al grupo, al desorden, al caos de salirse de la autoridad. El desafío de la autoridad, no los infiltrados de la autoridad, es el responsable de los daños.

Cualquier excusa es buena para recabar más datos. "Es más seguro", "brinda mejor información para atenderlo mejor", etc. Yo no digo que una o más personas no tengan esa intención al inicio, pero si no nació viciada la iniciativa, ya llegará uno al alcance de los datos, qué sí tenga otros planes. 

La mejor forma de darse cuenta cómo nos han engañado es ver qué ha resultado de cada decisión, si es posible, recordando qué nos dijeron cuando era tema de discusión. Y ahí vamos a ver que las consecuencias que se esperaban no se dieron, que se dieron otras. Pero PASÓ EL TIEMPO y NADIE SE ACUERDA.

Este post al final no versó sobre nada concreto, puras generalidades. Pero estoy agotada y no faltará oportunidad de completarlo y cambiarlo. Supongo que una forma de desarrollar este tema sería ver primero, ¿por qué queremos vigilancia? ¿qué es esa vigilancia de la que hablo, si somos libres? ¿qué son esos avances sobre la libertad que se sugieren ("si yo no veo nada")? Y fundamentalmente la inocencia ciudadana, basada en varias cuestiones: "antes era distinto", "antes no se sabía", "se pensaba de otra forma", "era normal", sólo porque ellos no sabían y se están desayundando ahora y atribuyen al poder la misma inocencia  de ellos sobre los mecanismos de manipulación del pensamiento.

Estoy agotada, sigo otro día.

Buenas noches.


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