miércoles, 5 de enero de 2011

El hombre dividido

Aún no he podido, como me prometí, ahondar el tema del trabajo. ¡Es que son tantos los temas que se nos ponen enfrente, todo el tiempo, que para evitar estar sentada en la PC escribiendo como una obsesiva, tengo que decir "no, de esto no voy a escribir".

Pero voy a ceder a un tema que para mí es otro de los temas fundamentales, porque tiene que ver con nuestros chicos.

Siempre dije que nuestra sociedad es un ente enfermo que crea monstruos y luego los confina al ostracismo. Pero creo ser imprecisa al decir que es un problema nuestro y de ahora, porque la humanidad tiene registro de este comportamiento tan extraño cuya finalidad no comprendo desde que tiene memoria. Tal vez es una forma de preparar a los más aptos (sin saber aún cuáles son): los trabajos de Hércules, la confinación de los Titanes y los Cíclopes, los distintos mesías, elegidos y profetas, el Dr.
Frankenstein y su creatura que la sociedad persigue, el Rabbi Judah Loew, Maharal de Praga, que en el siglo XVI crea al Golem, quien "A pesar de tan alta hechicería, no aprendió a hablar el aprendiz de hombre, sus ojos, menos de hombre que de perro y harto menos de perro que de cosa"* termina también enfrentado a la sociedad y perseguido por ella.

Creamos monstruos: ladrones, asesinos, torturadores, acosadores, depravados, inmorales, estafadores, abusadores, pandilleros, mafiosos. Y luego (y esto a partir de las sociedades disciplinarias que surgen con la caída de la nobleza y sus privilegios) los encerramos, los clavamos en una picota, como el Sr. de las Moscas y como nuestra misma violencia punitoria, nos aterrorizamos a nosotros mismos.

Ayer una amiga nos invitó a firmar para que se enseñen valores en la escuela. Y yo estoy de acuerdo porque hemos olvidado, de tanto comprar espejitos de colores cibernéticos, aquellas cosas que son fundamentales.

Pero soy un poco pesimista. Precisamente porque la gente ha olvidado estos valores o directamente no los ha conocido y no hay forma de aprender estas cuestiones desde una perspectiva teórica, si no se ha vivenciado.

Y muchos padres y maestros incluso, adolecen de esta gran carencia. Aunque siga siendo la misma sociedad que enviaba doncellas a acallar las furias del Minotauro, como un vaticinio, la sociedad ha cambiado. Ya no mira hacia adentro. Ya no mira hacia los lados. Ya no mira hacia adelante, y sólo cuando hay un rédito económico o político, mira escasa y superficialmente hacia atrás. Y con la muerte de los dioses, también ha perdido la capacidad de mirar hacia arriba y hacia abajo. El hombre genérico hoy transcurre sin mirar. No mira donde pisa, no mira donde elimina lo que no necesita y no mira tampoco los medios para obtener lo que necesita. No mira cómo afecta lo que dice y lo que hace al
otro. Y está tan generalizado que es natural no tener mirada ni miramientos.

La sociedad ha perdido la capacidad de comprender que se mira distinto hacia distintas direcciones. Y que cada dirección involucra las mismas partes de nuestra mente, nuestro espíritu y nuestro cuerpo, pero en distintos planos y con distintos fines.

Y tal vez perdió está capacidad porque luego no sabe qué hacer con esos pedazos, con esas distintas miradas. Experiencias, emociones, percepciones que luego no puede unir y dar sentido, ni reconocer como propias o humanas. En su afán de buscar la simplicidad ha olvidado que el ser humano está naturalmente dotado para reducir la complejidad con sus infinitos recursos. Y pese a ello el Ser Humano se ha perdido en su mundo artificial.

"Creó de nada un mundo, y, su obra terminada, 'Ya estoy en el secreto', se dijo, 'TODO ES NADA'" **.

Buenas noches.




*El Golem, Jorge Luis Borges

**Proverbios y Cantares, XVI, Antonio Machado




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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Los que van quedando a un lado

A esta altura del año me resulta difícil retomar la lectura. Me refiero al tema del trabajo. No sólo quiero releer el ensayo y un artículo que encontré en Internet sino que además me pasaron un artículo "¿Qué es un buen trabajo?" que deseo leer.

Pero nuevamente tengo tema para rezongar un poco más. Y tiene que ver (redundantemente) con el trabajo.

En otro post mencioné un caso de un empleado (en una empresa en donde trabajé antes) que conocí, que merecía una promoción y que se convirtió en un "muerto vivo".

Hace unos años supe que esa empresa, que en su momento era una pyme (más "me" que "p") estaba creciendo (esto se veía en las noticias de los diarios, además de otros medios), llevando sus procesos a estándares y profesionalizándose. Cuando me enteré de este interés en estandarizar sus procesos pasaron por mi cabeza dos ideas. La primera tenía que ver con el apego a las viejas prácticas con las que yo había tenido que lidiar muy duramente, folklore que había sido sostenido y mantenido por la dirección. La segunda era que el interés del dueño en estandarizar sus procesos obedecía al deseo de incrementar su valor para una futura venta, o bien para cotizar en bolsa. Porque como pyme, funcionar, funcionaba bien.

Enseguida llegó la confirmación de que el interés era aumentar el valor. Sin haber implementado este cambio la empresa salió a la bolsa con obligaciones negociables (obviamente también salió en los diarios). Pero acciones tal vez es otra cosa. Otra permanencia.

Durante un par de años no hubo novedades. Luego comenzaron a incorporar empleados, plantas, nuevos negocios, disímiles, diversificados, enroques con los depósitos, emprendimientos inmobiliarios, exportación... fuera de su rubro. Y nuevos directores y un gerente general. Sin promociones del personal histórico.

La vieja camada se sintió dejada de lado. Y el malestar ataca hoy a cada uno de manera diferente. Entraron nuevos profesionales y en las entrevistas les decían que deseaban un recambio, una renovación, una mayor profesionalización. Esto me enteré no ya por amigos sino por una compañera en un curso que hice a mitad de año y que estaba ingresando a la empresa. (Todo se sabe tarde o temprano, ¿eh?).

Un amigo que aprecio mucho hoy está sufriendo una mezcla de síndromes. Y conozco varias personas allí con las que mantengo relación, tal vez no tan frecuentemente, pero sí con gran afecto. Y habrá más víctimas. Sé de gente que vivía dentro de la empresa, que ha descuidado a su familia y a sus afectos. Historia conocida, ¿no?

Ya no es una gran familia.

Y sospecho que esto es consecuencia de los planes leoninos de alguna consultora estratégica. De esas que se enfocan en los procesos y se desenfocan de las personas que los llevan a cabo. La transición entre pyme y empresa grande, líder en su rubro, se está haciendo con crueldad.

Hay otras soluciones. Hay alternativas. La sospecha más viva hoy en día, es que se trata de acelerar el saneamiento para propiciar una excelente venta.

Ajo y agua.

Buenos días.



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