jueves, 18 de noviembre de 2010

La docencia como un juego de cazadores y cazados

Hoy tuve una clase de "cierre" de un Workshop. La docente, Viviana, excelente (no menciono el apellido porque tal vez no desea "figurar" en Internet), estuvo a cargo de un curso de Oratoria, digamos, de "Comunicaciones efectivas", pero en inglés.

El curso, perfectamente diseñado. Material excelente, útil, aprovechable al máximo (para mi nivel de inglés). Viviana, la docente, excelente, organizada, presente, atenta, observadora de las dificultades, en pleno dominio de los recursos y de la atención de los asistentes.

El curso fue un mes atrás.

Y hoy, un mes más tarde, teníamos una especie de "evaluación": una presentación en WebEx, en donde debíamos presentar a nuestra área y a nosotros mismos, con todos los pasos y recursos: programación de la reunión, invitación a los asistentes, confección de la presentación, con todos los elementos, apertura, agenda, desarrollo, gancho, pausas, lenguaje, conclusiones, preguntas y cierre.

El mes corrió y no habíamos podido reunirnos con mi compañera para preparar el material y ensayar, ya que para ambas presentaba una cierta dificultad. Ante la negativa a nuestra solicitud de posponerla nos pusimos a trabajar. Logramos hacer algo respetable, nos organizamos y finalmente esta mañana completamos la evaluación.

Sentí que habíamos sido respetadas porque la clase había cuidado todos los detalles. El trato de nuestra docente, Viviana, había sido cordial, paciente, atenta, solícita. Y ahí caí en la cuenta de cuán poco frecuente es ser respetado como alumno/a.

Y no pude menos que recordar el parcial que tomamos el martes pasado. Estamos haciendo grandes esfuerzos en el grupo por mejorar esto pero yo noto que aún falta un poco para vencer este tufillo a arbitrariedad hacia la experiencia de aprendizaje del estudiante.

Volviendo al cierre del workshop de inglés, cuando le hice llegar algunas palabras a mi docente, le puse que había sido muy enriquecedor porque había aprendido de ella, del diseño del curso, de mis compañeros, de las actividades. Pero sobre todo, del respeto hacia mi tiempo y mi energía (que a esta altura del año, ya es escasa).

Está bueno no dejar de ser alumno, nos recuerda aquello que esperamos de nuestro docente y de la institución que enmarca el proceso.

El punto es que en el curso de Didáctica que hice en la facultad, éramos conminados a tener en cuenta estas cuestiones. Eso que no es parte del temario pero que está presente, el respeto, la organización, es también indicativo, tiene significado y produce un aprendizaje en el alumno. El alumno también aprende a hacer trampas o a ser frontal en respuesta a lo que yo hago como docente. También le transmito cuánto valoro la transparencia o la voluntad de llegar a acuerdos y entendernos en el mismo lenguaje y con protocolos conocidos y acordados. Y esto es algo que, de ser experimentado, se hace difícil después, elegir otra cosa.

En la materia en la que trabajo hemos hecho grandes cambios pero aún faltan muchos por hacer. Pero algunos puntos importantes fueron difíciles, como comunicar anticipadamente el puntaje de cada uno de los puntos del parcial, el tiempo y las extensiones de tiempo para la resolución, el material de organización previo a la materia, etc. Cuestiones de transparencia, cuestiones de claridad o acuerdos previos. Esto cuesta, cuesta culturalmente. Cuesta el cambio.

¿Por qué hay tantas resistencias a decirles a los alumnos el criterio de correción, qué es lo importante, qué punto vale más? ¿Por qué una actividad tan natural y genuina como la "priorización" es tomado por los docentes como "especulación"? ¿Acaso no deseamos que los estudiantes se preparen para la vida real, para el trabajo? ¿Acaso no tendrán que graduar su tiempo y su energía, utilizar el sentido común, aplicar criterios y tomar decisiones? Les hablamos de Pareto y después pretendemos que no lo apliquen en su examen cuando nosotros no valoramos todo de la misma forma. ¿Por qué no favorecer que lo hagan, evaluar también eso y hacer la devolución correspondiente y los fundamentos de dicha evaluación?

Esto también es parte del respeto. Terminar una materia y no haber tenido un buen rendimiento y no saber qué es lo que falló, por qué mi criterio no fue bueno, qué desatendí, no es un buen final. Falta algo. Falta saber cómo se inserta la materia y lo que propone, en la realidad.

Buenos días.



DELIMITACIÓN DE RESPONSABILIDAD: Todas las afirmaciones de este blog son libres interpretaciones mías, sujetas a posibles, abruptos y arbitrarios cambios de opinión sin aviso previo.
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miércoles, 10 de noviembre de 2010

Las estrategias anti-copia

Recordé luego del post de anoche, algunas estrategias anti-copia de docentes que tuve:

-Una hoja con las fórmulas. El docente indicaba que para el parcial se podía traer una hoja con las fórmulas (lo que era más común copiarse).

-Una única hoja con cualquier cosa que uno quisiera. No importaba el tamaño o la naturaleza. El machete oficial estaba permitido. Ese docente decía que para lograr que el contenido del parcial entrara en una hoja, el estudiante tenía que estudiar más que memorizando porque estaba obligado a resumir, a elegir lo fundamental, a buscar formas de representación conceptuales avanzadas.

-Carpeta abierta. Recuerdo un coloquio de Inteligencia Artificial y de Base de Datos (con el mismo docente, el petizo Carranza). El examen duraba una hora y media. Sólo quien sabía la materia sin dudar podía resolverlo en ese tiempo. Se podía tener la carpeta. Yo había "tabulado" toda la carpeta, solapitas con hasta 3 palabras a modo de índice. Ese trabajo me había llevado a tener una conocimiento acerca de cómo estaba estructurada la materia. Sabía la materia en ese punto. Sólo usábamos la carpeta para confirmar lo que ya sabíamos y evitar las lagunas por nervios. Si no sabíamos no había tiempo de leer y volver a razonar.

-Medidas compulsivas. Dejar las mochilas, bolsos y carteras en el frente. El docente ubicaba a los alumnos desparramándolos en el aula, sólo con un par de hojas, algo para escribir y calculadora (por ejemplo). Esto me parecía una mala práctica ,desconcentraba porque se percibía como un maltrato, como un desprecio ("ustedes son vivos pero cuando ustedes van nosotros volvemos 2 veces").

-No dejar salir del aula comenzado el examen: para evitar consultas en el baño, personales o por teléfono.

Recuerdo que hará cosa de un año, vi una película acerca de un concurso entre colegios: matemática, física, etc. Se llama "Cheaters". Concursaban colegios excelentes, y colegios de zonas marginales o con serios problemas sociales. Un grupo de alumnos debe participar pero tradicionalmente ese colegio pierde. Deciden hacer trampa y un docente los ayuda. (El link en el nombre de la película conduce a un blog que analiza también la película y vale la pena leerlo, tal vez más que éste ;)

El tema es que ese docente les enseña a hacer trampa.

Los organiza, desarrollan estrategias de copia, obtienen las preguntas por anticipado. Algunos se encargan de la logística y otros representan el papel de "bochos" que responden a las preguntas. Acuerdan cuándo, cuánto y cómo fallar para no levantar sospechas. Todo el curso se pone a investigar para obtener las respuestas. No deben hablar entre sí fuera del certamen, no debe parecer de que están organizados.

El grupo gana el certamen contra todo pronóstico. Ahora deben ser cohesivos
Pero hay dos problemas. Uno, superado casi inmediatamente, es que el afán de ser estrella hace que alguno no falle cuando debía y levanta sospechas temporariamente. El otro, más frave, es que la distribución de roles no satisface a todos y alguno que quería "figurar" traiciona al grupo.

Las autoridades de todos los colegios, los medios, la sociedad se encadaliza. No tanto por la trampa sino porque un docente les enseñó y los entrenó en cómo hacerlo. Los chicos se van quebrando. Son castigados socialmente con el desprecio y el cuestionamiento.

Algunos de ellos años más tarde dice:

"Hicimos trampa pero lo que aprendimos con ese docente nos va a servir toda la vida. Cómo organizándonos, distribuyéndonos la tarea, pensando estrategias, podíamos vencer el aparato que perpetuaba los mismos ganadores año tras año y nos estigmaba como perdedores por el colegio del que proveníamos".

El docente tampoco se arrepentía. Sus argumentos serían interesantes para otro post.

Creo que la película se basaba en un caso real. Sino, hubiera podido serlo. No había cosas imposibles, fuera de costo, o absurdas.

Cuestionable incuestionablemente.

Pero esos argumentos, tan reales, los motivos, ¿de qué forma genuina podríamos cubrirla? ¿Cómo evitar la reproducción bourdiana que comentaba la alumna? ¿Cómo lograr eso mismo, por el lado "legal", sacando la trampa, eliminando el problema ético?

Buenos días.


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